Recibir y agasajar a mis invitados ofreciéndoles la mejor comida, la mejor bebida y una auténtica experiencia de hospitalidad, es todo un arte; que requiere de desarrollar un instinto encantador, en donde “los pequeños grandes detalles” hacen toda la diferencia e imprimen un estilo y sello personal a cada cosa que ofreces. Desde servir el vino a la temperatura adecuada, pasando por la calidad de los cubos de hielo (siempre ten hielo extra); el “soundtrack” que escoges, hasta imprimir el menú o poner el nombre de tus invitados en el lugar de la mesa, hacen toda la diferencia.
Les confieso que disfruto atendiendo a mis comensales, en especial, cuando grabo el programa desde casa. Y después de agradecerme con mucho cariño por las atenciones, siempre me preguntan cuáles son esos “secretillos” para ser un buen anfitrión. Bueno, aquí van, se los comparto, teniendo en cuenta que las celebraciones de fin de año ya están “a la vuelta de la esquina.”
Por mi mesa han pasado cientos de personajes y personalidades de todos los colores, texturas, sabores y nacionalidades. Y lo más divertido es que siempre tienen una historia que contar, una anécdota que compartir, un consejo que dar…
Todas estas narraciones, van escoltadas por comida de la mejor calidad, hecha con amor y dedicación “que te apapacha”; y por supuesto, por un gran vino goloso servido en copa de cristal, un destilado añejo, o unas burbujas refrescantes que alegren el paladar los hagan sentir en casa.
Primer tip: al momento de la cena, calcula seis copas por cada botella de vino blanco, tinto o champagne que destapes. Y si vas a dar un destilado, calcula de 13 a 15 tragos, dependiendo cómo lo sumas. Otro tip: ten siempre agua mineral, agua sin gas y refrescos de dieta.
Porque todas las experiencias que ofreces, deben hacer feliz a las personas que te visitan. Esa es la regla de oro.
La planeación
La planeación es vital para que el convivio sea todo un éxito. Por eso me gusta invitar con antelación; y como acto de cortesía, siempre espero que mis invitados confirmen, o no, su asistencia; ya sea por WhatsApp, por correo, por medio de una llamada, por señales de humo, qué se yo…
De la misma manera, saco el tiempo (que poco tengo) para agendar al chef invitado y al importador que nos hablará de sus vinos; escoger el menú y el maridaje sugerido, comprar o encargar las bebidas y detalles de decoración para crear un ambiente agradable.
No olvides asegurarte que si compras algo por Internet, hazlo con suficiente anticipación para que llegue a tiempo. ¡No vaya a ser que tengas que abrirle la puerta al repartidor que tiene tu pedido, mientras llegan tus invitados!
Los invitados
Es importante que entiendas quiénes son, y cuál es el objetivo de tu evento, ya sea de carácter social, familiar o empresarial. Porque ser anfitrión en eventos sociales y familiares, es distinto a serlo en reuniones de trabajo. Cada tipo de evento tiene sus propios protocolos.
Una vez que tengas clara esa diferencia, presta atención a las alergias. Si vas a recibir a un grupo pequeño en casa, pregúntales directamente, si hay algún alimento o bebida que deben evitar o que no les gusta. Hay quienes somos alérgicos a los a los moluscos, como almejas ostiones, mejillones o callo de hacha; y otros a las nueces, los mariscos o son intolerantes al gluten.
Quizás no sabes que entre tus invitados hay uno que detesta el aroma del queso azul o de la trufa. Por eso, pregunta siempre con anticipación: demuestra interés y cuidado por tus invitados y sus preferencias. ¡Porque un buen anfitrión siempre cuida el bienestar de sus invitados!
Una de mis funciones como anfitrión es “mover la energía” del grupo y asegurarme de incluir a todos. Ten en cuenta que algunas personas no se conocen, o no se llevan bien entre sí. Cuando tus invitados se conocen, es más probable que la experiencia sea relajada e íntima. Por supuesto, en reuniones de trabajo es más difícil controlar este aspecto. De ahí la importancia de evitar temas sensibles o que generen controversia como religión y política. Más bien, ten a la mano una historia, una anécdota, un chiste, o un tema interesante para compartir.
Ahora bien, la gente debe respetar si fuma o no en la casa, de acuerdo a las preferencias del anfitrión. En mi casa, por ejemplo, no me gusta que fumen, pero le doy la alternativa a mis invitados de salir al balcón. Sin embargo, nunca falta el que prende un puro, y me sumo con él, aunque casi no fumo.
Crear una atmósfera única
Crear una atmósfera adecuada es muy importante. Crear el ambiente adecuado incluye elementos como la iluminación, la música, e incluso, el aroma del lugar donde se reúnen.
Comienza por pensar en el tamaño del espacio que tienes disponible. Si es un lugar muy grande con pocas personas, puede resultar en una reunión aburrida y sin energía. De igual manera, si es un espacio muy pequeño lleno de gente será muy incómodo. Considera este detalle, antes de decidir cuántas personas invitar.
Otra de mis recomendaciones para ser el anfitrión perfecto, es elegir cuidadosamente a las personas que planeas invitar. Siempre escoge invitados que conozcas bien, ya sea para un viaje, una cena en tu casa, o una reunión de trabajo.
La mesa
Por otro lado, soy devoto de que “menos es más”, de ahí que en mi mesa -siempre vestida de blanco, sutil, elegante y decorada con flores-, los protagonistas son el menaje, las copas de cristal y los vasos de la mejor calidad.
A mí me gustan las redondas, aunque mi mesa es rectangular, para ocho personas y le puedo agregar dos sillas, considerando que los espacios pequeños son más agradables. Así que siempre es mejor una mesa redonda y bien montada.
Porque soy un fiel creyente de que la calidad, en cualquier tipo de experiencia que vivas, lo es todo. Desde el pan que ofreces, hasta la temperatura del agua, el té, el café, deben tener un grado de excelencia y de cualidades que los destaquen, por encima de lo común. Cada sorbo, cada bocado debe superar las expectativas…
Otro punto clave es el servicio. Debe ser impecable, y para asegurar el deleite de mis invitados, siempre cuento con el apoyo de, al menos, un mesero y un ayudante de cocina.
La iluminación
Soy un obsesivo de la iluminación indirecta, tenue y cálida. Las velas o lámparas de pie o de mesa, funcionan muy bien; y les confieso: es es “un pequeño gran detalle” de los que me refiero. ¡No hay nada más despedidor que una luz blanca, fría y directa, pegando sobre la cabeza pelona de los señores, y acentuando las “patas de gallina” de señoras y señoritas! No se trata de la cantidad de focos en el techo, sino de crear un ambiente especial.
Fíjense en la iluminación de los restaurantes y de los bares de lujo, que recrean una atmósfera acogedora haciéndonos sentir muy a gusto. Ese ambiente “cozy” que transmite comodidad, tranquilidad y bienestar es el que debes recrear en casa.
Recibe a tus invitados con una bebida
Siempre recibo a mis invitados con un mezcal. Un copa de vino espumoso, una cerveza fría, un aperitivo, un cóctel clásico (Gin Tonic, Espresso Martini que está tan de moda, un Moscow Mule, un whisky, ¡lo que quieran! Y una bandeja de canapés o botanas ubicada en el centro de la mesa de la sala, tampoco puede faltar.
Es igual de importante no olvidar que, al final de la comida o la cena, siempre te pedirán café, té o «pousse-café». Así que hay que estar preparados y contar con los ingredientes y el menaje adecuado.
La música
En cuanto a la música, siempre cae bien un jazz clásico o instrumental. Asegúrate de escoger la adecuada de acuerdo con el objetivo y el “target” de tus invitados. Tómate el tiempo de buscar listas de reproducción, o incluso, crea una especial para tus invitados, o contrata un DJ.
Desde que llegan hasta que se van, asegúrate de que haya música agradable y festiva. Recuerda que después de la una de la mañana y un par de tragos encima, probablemente necesitarás música con más energía, e irá en aumento.
Un tip: ve subiendo la música pasando por pop de los 80s y 90s, hasta terminar con sevillanas, cuando la gente está animada y baila. Hay también quién quiere cantar, así que es bueno tener a la mano como alternativa un karaoke.
De nuevo, insisto: todo está en los pequeños detalles. Úsalos para encantar a tus invitados, a la chica con la que estás saliendo, al tus hijos, a tu jefe, a tu esposa… La vida se trata de detalles, y aún más cuando somos anfitriones.
Una experiencia se vuelve inolvidable cuando prestas atención a ellos, desde que llegan a tu departamento y los recibes con un beso y un abrazos; y enseguida recibes sus abrigos y bolsos, hasta que los despides y les agradeces haberte dado la oportunidad de compartir y reír con ellos. De eso se trata de la vida: de dar y darnos a los demás.