Crédito: CNN, El País, EFE
¡Extra, extra! ¡Terrible accidente! El gigantesco megacohete de Elon Musk ha vuelto a explotar tras despegar desde la base de Boca Chica, Texas.
Ha vuelto a suceder, amigos; ya van dos… El séptimo y octavo vuelo de prueba del Starship de SpaceX fueron un caos digno de una explosión “ultrahipermegainterestelar”, al mejor estilo de Star Wars. Hasta el tráfico aéreo tuvo que desviarse; imagínate ir en tu avión, tranquilo, rumbo a tus vacaciones a Florida o a Las Bahamas, y comenzar a ver por la ventanilla cómo caen restos incandescentes de un cohete de hasta 120 metros de longitud.
Quizás sea el momento en el que estarás más cerca de la “Millennium Falcon”, piloteada por Han Solo y Chewbacca (me pregunto si Musk interpretaría a Chewbacca). Y, por otro lado, es inevitable no dimensionar el peligro después de ver los videos publicados en las redes sociales, que muestran cómo caen estas piezas y se esparcen por el Caribe, especialmente por el Golfo de México (disculpen, por el Golfo de América). Menos mal que la nave no iba tripulada, o si no, quién sabe qué desastre hubiésemos tenido que ver…
Chewbacca, CEO de SpaceX e interpretado por Elon Musk, habría cancelado un “intento” de lanzamiento anterior al de hace un par de días, debido a “demasiadas incógnitas”.
¿Será que una de las incógnitas es que se está planificando una Estrella de la Muerte 2.0, una estación espacial gigantesca con capacidad destructiva inimaginable, creada por el Imperio Galáctico Trump-Musk, con el objetivo de controlar la galaxia, y que el Starship forma parte de ese proyecto?
Lo cierto es que al Starship le faltaban tan solo 20 segundos para “el final de su ascenso” cuando perdió contacto, se apagaron sus motores centrales, comenzó a girar y se desintegró. Su misión era desplegar satélites simulados de Starlink por primera vez, pero los pobres ni lograron alcanzar la órbita.
Explosiones, venenos y negocios intergalácticos: el lado oscuro del Starship de Musk
O, para no ir más lejos, de qué manera materiales tóxicos como el aluminio-litio utilizado en tanques de combustibles y fuselajes, o el titanio anticorrosivo, sumados a hidrazina, percloratos, compuestos clorados, hidrocarburos, fibra de carbono, materiales ablativos y refrigerantes, cuando entran en contacto con el océano, lo intoxican de manera inimaginable; y todos esos venenos llegan a nosotros…
Me pregunto, ¿cuánto pagarán de aranceles por usar de basurero el Golfo de México, si es que cayeron en mares territoriales mexicanos? ¿De cuánto va a ser la compensación que Musk y sus socios pagarán a México por contaminar nuestros mares?
Me alegra que Chewbacca Musk y Han Solo-Trump se vean beneficiados con conquistar el espacio y envenenar los mares, una vez más; aunque no existan registros que indiquen (aún) que tengan inversiones directas en Tesla, SpaceX, Neuralink, The Boring Company. Pero, personalmente, creo que es imposible “tratar de tapar el sol con las manos”.
Durante la pasada campaña electoral, Musk se convirtió en destacado aliado y donante de Trump, aportando 120 millones de dólares para apoyar su candidatura, hasta donde se sabe…
Y es que esta alianza millonaria hizo que la fortuna de Musk alcanzara los 314,000 millones de dólares. Y ahora Chewbacca Musk ha sido designado por Han Solo-Trump para liderar reformas gubernamentales que favorecen sus empresas; ¡son evidentes los beneficios mutuos!
Mucha suerte en su conquista del espacio, señores. Puede que, al final, el verdadero proyecto secreto de SpaceX no sea conquistar Marte, sino reinventar Star Wars —y de paso los fuegos artificiales a gran escala—.
Quizás la próxima misión del Starship incluya confeti; mientras tanto, Chewbacca Musk y Han Solo-Trump pueden seguir practicando maniobras evasivas, tanto en el espacio como en la política.
¡Larga vida a la exploración espacial! Y, por supuesto, que la fuerza (y el presupuesto público) los acompañe.