Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

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El Alzheimer no se ha ido, pero ya no corre: la esperanza de frenar el olvido

El Alzheimer no se ha ido, pero ya no corre: la esperanza de frenar el olvido

alzheimer

El Alzheimer no se ha ido, pero ya no corre. Lo estamos alcanzando, y esa sola idea ya es un acto de amor.

Créditos: U.S. Food and Drug Administration, CNN, The Guardian, Science Daily, WashU Medicine.

Noticias esperanzadoras para los pacientes que pueden llegar a sufrir, o ya sufren de Alzheimer —y, por supuesto, para sus familias—, especialmente para quienes en este momento viven la dificultad de tener un ser querido cuya memoria y funciones neurocognitivas se desvanecen lentamente.

Como ustedes saben, mi mamá cumplió 103 años hace unos días y tiene demencia senil, que es una variante del Alzheimer. A partir de la operación que tuvo cuando se rompió la cadera el año pasado, la demencia se le incrementó un 200%, y ya no me reconoce. Cuando voy a visitarla, le llevo una bolsita con pan, conchas, cuernitos y chocolate, y le digo: “Mami, soy yo, soy Eddy”. Y ella me responde: “A ver, ¿qué traes ahí…?”

Pues resulta que el miércoles pasado, la revista Lancet Neurology publicó un estudio llamado Dominantly Inherited Alzheimer’s Network (DIAN), que afirma que, gracias a un tratamiento, un medicamento biológico llamado Gantenerumab, un anticuerpo monoclonal diseñado para tratar la enfermedad de Alzheimer, se logró retrasar hasta en un 40% el deterioro cognitivo y funcional de los pacientes que participaron en el estudio. Los resultados son impactantes: en personas sin síntomas, el riesgo de desarrollar Alzheimer se redujo a la mitad.

Esto no significa que ya se haya descubierto cómo detener la progresión del Alzheimer como tal, pero sí cómo retrasar la enfermedad, y eso es maravilloso. Porque si te iba a dar a los 60 años —o incluso antes, como en la película Siempre Alice, donde a la profesora interpretada por Julianne Moore le diagnostican Alzheimer en su quincuagésimo aniversario—, pues ahora se podrá retrasar el proceso de demencia, producto de la enfermedad, tal vez 10, 15 o hasta 20 años.

La diferencia entre la demencia y el Alzheimer es que, en este último, los órganos dejan de funcionar: el cerebro ya no les manda instrucciones y es ahí cuando la persona muere. En la demencia, afortunadamente, eso no sucede: simplemente, poco a poco se va perdiendo el conocimiento, hasta llegar a un deterioro lamentable, a decir verdad.

Ahora bien, esta terapia que se utilizó en el estudio —realizado en 22 personas— actúa directamente sobre unas placas de fragmentos de proteína llamadas beta amiloides, que se adhieren a la corteza cerebral y son las principales causantes del Alzheimer. Normalmente, el cuerpo desecha esas placas, pero en este caso se pegan al cerebro.

Si te hacen un TAC, por ejemplo, pueden detectar si tienes Alzheimer al observar esas placas de beta amiloide. Y es que estas placas obstruyen las conexiones entre las neuronas, y ahí es donde comienza la demencia. Es como si en tu casa hubiera un switch con un interruptor que no funciona… simplemente no prende la luz.

Entonces, el nuevo medicamento lo que hace es reducir la carga de beta amiloides, lo que desacelera los cambios neuro degenerativos del cerebro. Los estudios realizados con imágenes de PET confirmaron que esta terapia logró reducir de manera cuantificable las placas. En consecuencia, este medicamento ayuda a que el deterioro sea más leve, y los pacientes pueden obtener beneficios cognitivos en su día a día.

¿Es prometedor? Sí, muy prometedor. Porque quizás pronto, con una receta médica de tu neurólogo o psiquiatra, puedas ir a la farmacia a comprar una medicina que te va a “amortiguar” los efectos del Alzheimer. Y eso que apenas están comenzando estas investigaciones… Afortunadamente, la ciencia y la tecnología avanzan a una velocidad increíble, y esta nueva alternativa se perfila como una ventana terapéutica llena de fe y esperanza, porque el deterioro podría detenerse.

Hablando de deterioro, hace poco me encontré con un amigo en el restaurante Roca, aquí en Monte Atos, y me dije a mí mismo: “¿Qué le pasó?” Iba con su papá, y de hecho, su papá caminaba más derecho que él. Yo lo recuerdo del deportivo, cuando de chavos íbamos a jugar squash… y ahora camina como viejito, como si tuviera 90 años. Es más, mi amiga —que venía conmigo— me dijo: “Oye, ¡qué bien te ves!”. Y eso que somos de la misma edad. Pero él se veía muy envejecido. Entonces, ¿qué está pasando?

Es una realidad que el deterioro de los huesos por la vejez o por enfermedad nos va impidiendo caminar. Y lo mismo sucede con el cerebro. Así que, si empezamos a tomar estas medicinas preventivas, podríamos ahorrarnos 10 o 15 años de demencia, si somos propensos a desarrollarla o a padecer Alzheimer. Porque, por supuesto, hay protocolos: se recomienda una selección rigurosa de los pacientes a través de una resonancia magnética, una imagenología PET amiloide y biomarcadores en sangre. Estos llegan al cerebro durante el examen. Luego hay un monitoreo general de tres a seis meses para evaluar el ritmo cardíaco y las funciones cerebrales. Obviamente, hablamos de tratamientos que pueden durar hasta ocho años…

Aquí viene el golpe de realidad: este estudio, que está activo desde 2008, al parecer a los directores y financieros, les dio Alzheimer porque se les olvidó dar recursos suficientes para continuar. ¡Ironías de la vida! Ha sido cancelado dos veces por falta de financiamiento. Y si en mayo de este año no se revisa su presupuesto, podría perderse para siempre.

Me preocupa que, si se esfuma el financiamiento, los pacientes perderán acceso total a estos medicamentos experimentales, sobre todo en países donde aún no han sido aprobados. Y sin seguimiento a largo plazo, nunca sabremos si esta terapia realmente funciona.

Quizá aún no tengamos la cura, pero hoy tenemos algo que ayer no: una ventana que se abre tímidamente entre tanta incertidumbre, gracias a la ciencia, la perseverancia de los investigadores y la valentía de 22 pacientes que prestaron su cuerpo y su tiempo para que otros no olviden tan pronto.

El Alzheimer no se ha ido, pero ya no corre. Lo estamos alcanzando, y esa sola idea ya es un acto de amor.

 

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