¿El idioma que hablas te hace ver el tiempo diferente? Spoiler: sí, y es alucinante

¿El idioma que hablas te hace ver el tiempo diferente? Spoiler: sí, y es alucinante

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El tiempo es una de esas realidades universales que todos experimentamos de manera inevitable. Sin embargo, ¿sabías que la forma en que percibimos y entendemos el tiempo puede variar dependiendo del idioma que hablamos?

Investigaciones en lingüística, psicología y neurociencia han demostrado que el lenguaje no solo es un vehículo para expresar ideas, sino que también moldea la manera en que pensamos y percibimos el mundo. El idioma influye en cómo conceptualizamos conceptos abstractos como el tiempo, y eso afecta nuestra experiencia cotidiana.

El tiempo como concepto lingüístico y cultura

El tiempo es una dimensión intangible que los seres humanos han tratado de entender desde siempre. Para hacerlo, utilizamos metáforas, comparaciones y estructuras gramaticales. El lenguaje refleja estas herramientas y las adapta a la cultura y cosmovisión de cada pueblo.

En muchos idiomas, el tiempo se expresa a través de metáforas espaciales. Por ejemplo, en español o inglés, solemos hablar del futuro como «delante» o «adelante» y del pasado como «detrás» o «atrás». Decimos cosas como “mirar hacia adelante” para referirnos a pensar en el futuro, o “dejar atrás el pasado”. Estas expresiones implican que percibimos el tiempo a lo largo de una línea horizontal, donde el futuro está delante y el pasado detrás de nosotros.

Sin embargo, no todos los idiomas conceptualizan el tiempo de la misma manera. Algunas culturas lo representan de forma vertical, circular o incluso de derecha a izquierda, lo que altera la manera en que sus hablantes visualizan mentalmente los eventos temporales.

Ejemplos de diferencias lingüísticas en la percepción del tiempo

idiomas y tiempo

 

Un estudio famoso realizado por el lingüista Lera Boroditsky ha puesto en evidencia cómo el idioma afecta la percepción del tiempo. Por ejemplo, en su trabajo con hablantes de diferentes lenguas encontró que los hablantes de inglés suelen pensar en el tiempo como una línea horizontal que va de izquierda a derecha, mientras que los hablantes de árabe, cuyo idioma se escribe y lee de derecha a izquierda, tienden a imaginar el tiempo en dirección opuesta.

Otro caso muy interesante es el de los hablantes de lenguas como el mandarín, que conceptualizan el tiempo de forma vertical. En chino mandarín, para referirse a eventos futuros se usa la palabra “shàng” que literalmente significa «arriba» y para eventos pasados “xià” que significa «abajo». Por ello, para ellos el tiempo puede imaginarse como una línea vertical en lugar de horizontal.

Además, en algunas lenguas indígenas como el pueblo Aymara en los Andes, la concepción del tiempo es aún más sorprendente: ellos ven el pasado como lo que está delante de ellos, porque es conocido y visible, mientras que el futuro está detrás, ya que es desconocido y no puede verse. Esto va completamente en contra de la manera en que la mayoría de los hablantes de lenguas occidentales entienden el tiempo.

Cómo el lenguaje afecta nuestra cognición temporal

Estas diferencias lingüísticas no son solo curiosidades culturales, sino que impactan directamente en la cognición temporal. Los experimentos muestran que el lenguaje puede influir en cómo recordamos eventos pasados, planeamos el futuro e incluso cómo organizamos información temporalmente.

Por ejemplo, cuando los hablantes de diferentes lenguas realizan tareas que involucran ordenar imágenes en una secuencia temporal, lo hacen de manera distinta según la dirección en que su idioma se lee y escribe. Esto implica que el idioma que utilizamos afecta nuestra habilidad para visualizar mentalmente el paso del tiempo.

Asimismo, la manera en que se habla del tiempo puede influir en cómo las personas manejan la planificación y la percepción de la duración de eventos. Hay estudios que indican que los hablantes de idiomas que enfatizan mucho el futuro (como el inglés, con su forma verbal en futuro explícito) tienden a ahorrar menos y se preocupan menos por el medio ambiente, comparado con hablantes de lenguas donde el futuro se expresa menos explícitamente.

El lenguaje y la experiencia subjetiva del tiempo

Más allá de las metáforas espaciales y la gramática, el idioma puede influir en la experiencia subjetiva del tiempo, es decir, cómo sentimos que pasa el tiempo. Por ejemplo, algunos estudios han sugerido que en culturas donde el idioma no enfatiza tanto la puntualidad o el paso estricto del tiempo, las personas pueden tener una percepción más relajada y fluida del tiempo, mientras que en culturas con un lenguaje más rígido en términos temporales se puede experimentar el tiempo como algo más estricto y urgente.

Esto se relaciona con la idea de que la lengua no solo transmite información, sino que también transmite valores culturales y formas de ver el mundo, que moldean nuestras emociones y percepciones.

Implicaciones y reflexiones finales

Que el idioma pueda cambiar nuestra percepción del tiempo nos invita a reflexionar sobre lo flexible y moldeable que es nuestra experiencia de la realidad. El lenguaje no es solo un sistema de comunicación sino también un marco interpretativo que da forma a cómo pensamos, sentimos y actuamos.

Esta conexión entre idioma y percepción temporal tiene implicaciones en campos como la educación, la psicología, la comunicación intercultural y la negociación internacional. Comprender cómo el lenguaje influencia el tiempo puede ayudar a mejorar la empatía y la cooperación entre personas de distintas culturas.

Además, nos recuerda que conceptos aparentemente universales, como el tiempo, pueden ser interpretados y vividos de maneras muy diferentes, dependiendo del idioma que hablamos y la cultura que habitamos.

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