Te encantaba su risa… hasta que sonó como hiena resfriada. Lo admirabas… lo deseabas…pero ya no, y el amor se fue de repente. No es maldad, es la ick: llega sin avisar, se instala sin permiso… y se lleva todo el encanto.
Crédito: The New York Times
Si de pronto esas tonterías, mensadas o tarugadas que hace tu pareja —y que antes ni te afectaban— comienzan a disgustarte, incomodarte y “ponerte bien de malas”, puede que estés experimentando “la ick” o atravesando una crisis con nombre propio: la ick.
“La ick” es un fenómeno emocional que se detona por esos detallitos triviales —y bastante insignificantes— que empiezas a notar en tu pareja: gestos, actitudes, formas de hablar, de moverse, de reír, hábitos… Y, sin darte cuenta, comienzas a perder el deseo, la atracción, el romanticismo que sentías. Básicamente, el amor se te va “de a poquitos”.
Algo me preocupa. Lo más delicado de este nuevo hallazgo —tan popular en redes sociales— es que “la ick” es una reacción emocional instintiva: no se controla. Y disuelve, casi de inmediato, ese interés que antes sentías por esa persona a la que solías ver “con otros ojos”.
Sé que suena superficial, pero es real. Porque, queramos o no, los vínculos humanos son delicados, frágiles… ¡y se rompen tan fácil! De ahí la importancia de ser empáticos y comunicarnos bien si, de verdad, queremos que algo funcione; y también de detectar si sentimos “la ick” y saber cómo enfrentarla.
Por un lado, quiero hablarte de la popularidad del término, que se ha viralizado tanto en redes, normalizando esta sensación.
La ick: “Detalles insignificantes” que te empiezan a calar y se va el amor
Parece que “la ick” está influida por esas expectativas poco realistas que nos hacemos del otro(a) cuando nos enamoramos, sumadas a la absurda búsqueda de perfección en la pareja. Expectativas que, créelo o no, terminan por dañar cualquier relación. A ver: ni tú ni yo somos —ni seremos— perfectos. Entonces, ¿por qué exigimos perfección en el otro? (A propósito: esa búsqueda de la perfección, en general, es muy común en personas del signo Virgo… como yo).
Por otro lado, la aparición de “la ick” también es un llamado a la autorreflexión. Porque esas “nuevas incompatibilidades” que detectas quizás hablen más de ti que de tu pareja. Tal vez son aspectos emocionales no resueltos… pero tuyos. Y por eso los proyectas en la persona que tienes al lado. Algo así como el “efecto espejo”.
También puede ser que sientas “la ick” porque estás evitando el compromiso, porque te autosaboteas, porque te escudas —consciente o inconscientemente— en esos defectos menores del otro con tal de no construir relaciones auténticas, duraderas y saludables.
Lo cierto es que esos “detalles insignificantes” te empiezan a calar… y a calar, hasta que detonan la ick. Ahora los rechazas, ya no los pasas por alto, porque te causan molestia y algo peor: repulsión. Así es. Esa persona que antes “idolatrabas”, ahora te genera rechazo.
Aquí no hay lógica que valga. No puedes meterle mente ni raciocinio a “la ick”, porque es un instinto, como otros impulsos humanos: el de supervivencia, reproducción, conservación, el maternal/paternal, el social (necesidad de pertenencia), el territorial, el de estatus o poder…
A ver, les cuento algunas historias. Alguna vez me pasó que una chica que me gustaba mucho tenía vello en la espalda y, de un día para otro, dejó de gustarme. Luego me ha pasado que me “desenamoro” por malos olores corporales o del aliento, porque roncan, o por el mal humor que tienen al despertar. También me ha pasado con parejas que, cuando acordamos que se encargarían de organizar la segunda parte de un viaje, todo sale mal; o que prometen cosas como: “yo me encargo de las reservaciones”… y las hacen mal. En otras palabras, empiezo a chocar con esas expectativas idealizadas que quizás tenía sobre esa persona.
Repito: sí, es trivial… aparentemente. Pero puede cambiar por completo la percepción que tienes de tu pareja y, en consecuencia, el rumbo de la relación, que podría ir directo al abismo del fracaso.
Así que, si al leer esta columna estás empezando a reconocer que tienes “la ick” y te identificas, déjame decirte que estás frente a la decadencia de esas expectativas que tú mismo(a) creaste en la fase inicial del enamoramiento. Porque seamos honestos: una vez que se acaba el enamoramiento, bajan las hormonas… ¡y sube la criticadera!
Pero aquí entra la parte crucial: necesitas tener self-awareness, conciencia emocional, porque esa “ick” que estás sintiendo puede ser producto de tus propias inseguridades o traumas que estás proyectando como defectos en el otro. Así que cuidado: menos crítica, más amor real. Amor consciente, empático, inclusivo, sabiendo que la perfección no existe.