Crédito: CNN
¿Se imaginan que las plantas hablaran y escucharan? ¿Que se convirtieran en espías, al mejor estilo del agente 007?
Desde su propia esquina, escucharían y grabarían todo tipo de secretos, datos valiosos, conversaciones, complots y hasta conspiraciones.
Incluso, podrían armar un sistema organizado para obtener información estratégica, militar, política, económica, corporativa… Básicamente, se trataría de una red de espionaje perfecta, porque nadie sospecharía de estas gigantes verdes; nadie las interceptaría y no necesitarían identidades falsas para proteger a sus miembros.
Lo anterior no se trata de ciencia ficción, ahora es más real que nunca: porque a las plantas sí las escucha alguien muy particular: las polillas gusano cogollero de algodón egipcio, o Spodoptera littoralis.
Estos insectos tienen el poder mágico de “escuchar” a las plantas.
Resulta que, al igual que una persona, las especies vegetales no se quedan calladas cuando están estresadas, y muchas de ellas “lloran”; es decir, emiten un rango ultrasónico agudo, imperceptible para el oído humano.
Aunque desde hace varios años existen dispositivos para captar los “lamentos” de las plantas, lo novedoso del caso es que unos investigadores del Departamento de Zoología de la Universidad de Tel Aviv, en Israel, documentaron a las polillas escuchando e interpretando las señales que emiten las plantas de tomate y de tabaco cuando están deshidratadas.
Así es: las células encargadas de transportar agua y nutrientes —desde las raíces hasta las hojas— generan sonidos. Increíble, ¿no?
Cuando estas plantas sufren estrés por falta de agua, forman burbujas que se expanden y colapsan, produciendo pequeñas vibraciones que suenan como “clics”.
Así que las hojas de estas plantas se convierten en las candidatas perfectas para que la Spodoptera littoralis ponga sus huevos y críe a sus larvas.
Lo sorprendente y fascinante del caso es que estos animalitos escuchan, perciben, reaccionan y saben diferenciar entre las plantas estresadas y no estresadas; y algo más increíble aún: utilizan esa información para tomar decisiones sobre si reproducirse —o no— en sus hojas.
¿Ven por qué les digo que este descubrimiento es el inicio de una forma de conexión con las plantas a través de los sonidos que emiten? ¿Qué tal que podamos crear un alfabeto fonético vegetal? Definitivamente, este hallazgo es solo la punta del iceberg.
Así que, la próxima vez que le hables a tu monstera de la sala como si fuera tu confidente, cuidado: quizás no solo te esté “escuchando”… puede que ya esté enviando tu chisme directamente al cuartel general de las polillas. No me sorprendería que las Spodoptera littoralis pronto monten su propia agencia de noticias. ¡Ahora, si me disculpan, voy a regar mis plantas… pero en silencio, no vaya a ser que estén grabando!