Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
«Vino espacial», con corazón fuera de este mundo

«Vino espacial», con corazón fuera de este mundo

¿Vino espacial? Parece que si. Leyendo la revista Decanter, autoridad británica en el tema de vinos, me encontré con la noticia de que por primera vez en la historia, enviaron al espacio (más exactamente a la Estación Espacial Internacional que orbita alrededor de la tierra), 12 botellas de Château Petrus cosecha 2000. Pasaron más de un año orbitando la tierra, en cápsulas presurizadas, dentro de una nave de carga. Junto a ellas, también viajaron vides, 230 en total.

¿Acaso ya andan buscando nuevos horizontes, quizás un terroir en el espacio en donde el cosmos aporte una nueva dimensión sensorial al vino?, ¿qué tal si muy pronto tenemos la primera Denominación de Origen Espacial (DOE)?

Los artífices de esta osadía fueron la empresa Space Cargo Unlimited, y el instituto de vinos de la Universidad de Burdeos (ISVV).

Lo que más me alegra, es que menos mal todo el vino sobrevivió, porque una botella “normal” de Petrus 2000 “que no ha ido al espacio”,  cuesta alrededor de $113,573 pesos! En tanto una de las “botellas espaciales” fue subastada en Christie’s, por un precio estimado de un millón de dólares!

¿Pero qué querían averiguar enviando vino y vides al cosmos?

Mi experiencia con Petrus 2012: una cata inolvidable

Antes de continuar, quiero contarles que solo dos veces he probado estos vinos, que son algo espectacular e increíble, si te gustan los sabores y aromas como los de un Petrus cosecha 2012.

Particularmente, fue un año excepcional en las cosechas de Pomerol, por lo tanto, benefició a Petrus, porque recordemos que no todos los años en el mundo del vino son iguales ni buenos; de hecho, en muchas ocasiones, no producen vino si no alcanza la calidad excepcional que el enólogo y el Wine Maker espera o requiere. La primera vez que probé un Petrus, no recuerdo qué año fue, pero pero sí era un súper vino. El punto es que, años después, probé el 2012 en una cata, y sí que viví una  experiencia muy especial.

Al acercar la copa a la nariz, noté los esperados aromas de flores y frutas negras como cerezas y zarzamoras, pero también percibí olores a trufa que «me volaron la cabeza», además chocolate negro junto con un toque increíble, mineral, suave pero presente y muy fino, que reflejaba su crianza en barricas de roble. Al probarlo, los sabores fueron intensos pero extrañamente suaves! Paradójico, ¿no?

En cuanto al sabor, distinguí licor de cereza y ciruelas negras, con un dulzor agradable del muy peculiar regaliz, que en México se conoce poco. La textura era seda pura, y los taninos estaban bien integrados, haciendo que el vino fuera fácil de disfrutar.

Finalmente, los aromas y sabores que se desarrollaron con el tiempo, mostraron notas más fuertes y repito: trufa, especias y chocolate negro. El final fue largo y delicioso, dejando una sensación elegante y equilibrada. Petrus 2012 me pareció un vino con mucha potencia y a la vez sofisticación, ¡así son los mejores y grandes vinos de Pomerol!

Vino espacial: ¿ciencia, marketing y futuro?

Bueno, volviendo al tema de por qué enviaron Petrus y vides al cosmos, lo hicieron básicamente para explorar la agricultura del futuro, abrir nuevas puertas al cultivo de plantas y de la vid en condiciones extremas, y lo más importante: saber si la microgravedad (es cuando los objetos están en caída libre constante, lo que genera una sensación de ausencia de peso), afectaba o no el envejecimiento de los vinos.

Menos mal no fue un capricho de un millonario, muy al estilo de Elon Musk, sino que fue una “apuesta por el conocimiento agrícola”, en donde la industria vitivinícola se ve beneficiada.

Si bien es cierto que con este tipo de hallazgos la ciencia aporta “su grano de arena” a la seguridad alimentaria futura, me causa conflicto saber cuánto dinero se gastaron enviando botellas de Petrus al espacio, mientras que en la Tierra nadie ha podido resolver la crisis alimentaria que se vive en muchos países!

A 2025, no hay acceso suficiente a alimentos por culpa de dictaduras, guerras, desplazamientos, destrucción de cultivos, sumado a sequías, inundaciones, efecto invernadero, hiperinflación, desempleo, devaluación de las monedas, y por supuesto, políticas bastante inadecuadas que proponen y proponen… pero no resuelven ni salen con nada.

Lo sorprendente del vino del espacio es que a su regreso, 438 días después, realizaron una cata a ciegas comparativa entre uno de los Petrus que no fue al espacio y el que sí. El resultado fue asombroso, (afortunadamente los Petrus del espacio no cambiaron su calidad y conservaron su carácter, o sino hubiese sido una hecatombe para el mundo del vino).

Sí que había diferencias, porque los Petrus viajeros mostraron “taninos más pulidos y aromas florales más marcados”, de acuerdo con el panel de catadores de la Universidad de Burdeos.   

Como me encanta cuestionar todo, me queda la duda si este “esfuerzo” fue por el bien de la ciencia, o más bien fue “publicidad de lujo”, porque la narrativa nos hace pensar que se trata de una artimaña de marketing muy show off: ser los primeros en subastar “un vino especial…perdón: espacial”…

En cuanto a las 230 vides que fueron y volvieron “sanas y salvas”, quedan sobre la mesa temas como la biotecnología y la microgravedad; y cómo el siguiente paso puede ser transformar el cultivo en la Tierra, y finalmente manejar el tema de la resiliencia a plagas y sequías de otra manera; digamos que el espacio puede convertirse en un gran laboratorio para crear las vides del futuro.

Lo anterior me recuerda a la filoxera, ya verán por qué. Varias veces les he platicado sobre cómo esta plaga arrasó con los viñedos de Europa en el siglo XIX; y cómo “la salvación” fue injertar las vides europeas en portainjertos provenientes de vides americanas, resistentes a la filoxera.  Bueno, gracias a América los viñedos europeos fueron “reconstruidos”, así que, visto de esa manera, todo vino europeo tiene su corazón americano.

Es que ni Petrus se salvó de la catástrofe,  porque la plaga llegó a Burdeos, más exactamente a su pueblo de origen, Pomerol, en la década de 1860 y se extendió rápidamente…

Les comento todo esto para inferir que quizás los vinos que bebamos en unos 50 o 100 años, tengan su corazón “fuera de este mundo.”

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