Diseñando impacto: educación entre pantallas y valores

Diseñando impacto: educación entre pantallas y valores

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Descubre cómo, a través de un proyecto que crea impacto social desde la innovación,  la lectura y la creatividad pueden transformar vidas y unir a miles de niños en un movimiento global orgullosamente mexicano. 

Por: Valerie Kramis, emprendedora, autora y conferencista mexicana, experta en innovación social. Fundadora de Agenda28 linkedin.com/in/valeriekramis

Este año, Agenda28 cumple diez años, una década que comenzó con un sueño en Harvard Innovation Labs y que, paso a paso, se transformó en un estudio internacional dedicado a diseñar estrategias con impacto social.

Diez años que me han permitido acompañar organizaciones y emprendedores sociales en distintos rincones del mundo, siempre con una pregunta en mente y es:

¿cómo podemos usar la creatividad y la innovación para mejorar vidas?

Por eso, abro esta serie editorial llamada Diseñando impacto, para compartir con ustedes las historias y aprendizajes más valiosos de esta década.

Hoy empezamos con un caso que me toca el corazón y la cabeza a partes iguales, el de Ariadna Trapote, una mujer mexicana que está revolucionando la educación.

De Boston a México: el inicio de un sueño

La historia arranca en Boston, cuando estudiaba la maestría en Harvard. Allí conocí a Ariadna. En su búsqueda de actividades enriquecedoras para sus hijos mientras vivían en Massachusetts, descubrió el Boston Public Library y su espectacular sección infantil: salas pensadas para que la curiosidad hiciera de las suyas, y paredes que susurraban “lee, explora e imagina”.

Ari volvió a México con una idea clara: contagiar ese amor por leer. Así nació Little Bookmates, un servicio de suscripción y alquiler de libros infantiles que funciona como un modelo de biblioteca a domicilio; y que, además, se convirtió en un hito para Agenda28: fueron la factura número 001, es decir, nuestra primera cuenta formal.

Con el paso del tiempo, Ari se ha consolidado como una voz prominente en el sector del fomento de la lectura. Pero no se quedó ahí. En 2024 volvió a buscarnos con un reto mayor: transformar no solo la experiencia de unas familias, sino la de miles de niños en distintos países.

Fue entonces cuando empezó la aventura de 311Literacy, un proyecto que ahora va de la mano de líderes en el sector, como Geoffrey Drayton, Beth Zemble, Buck Buckley y el increíble Paul Vallas.

Educación en tiempos de pantallas

En medio de un mundo saturado de notificaciones, redes sociales y algoritmos, la educación enfrenta un reto apasionante: ¿cómo lograr que la tecnología no solo capte la atención de los niños, sino que encienda en ellos el deseo genuino de aprender?

La respuesta de Ariadna y su equipo fue tan audaz como simple: convertir la lectura en un torneo digital completamente gratuito.

Así nació The Great Reading Tournament. En tan solo año y medio, lo que empezó como un experimento, hoy es un movimiento global con participación de más de 75,000 niños en 33 diferentes países, 500 ciudades y 400 escuelas leyendo en inglés y español.

De pronto, leer dejó de ser un acto solitario para convertirse en una celebración compartida. Cada minuto suma; cada página, una pequeña victoria. El resultado colectivo es asombroso: más de 5 millones de minutos leídos y 200,000 libros terminados.

Por supuesto que el impacto de The Great Reading Tournament se mide en números, pero sobre todo en historias de éxito, que les compartiré a continuación:

En comunidades Rarámuri, niños que nunca habían participado en una competencia digital descubrieron The Great Reading Tournament. Lo hicieron suyo, demostrando que, aun desde las zonas más alejadas, podían sumarse a una experiencia global y sentirse parte de algo más grande.

Asimismo en Tlaxcala, un grupo de niños soñaba con ganar el premio: un viaje a Six Flags en la Ciudad de México. El deseo fue tan grande, que convencieron a sus maestros de abrir la escuela por las tardes para tener acceso a Internet y así poder quedarse leyendo más tiempo y completar la mayor cantidad de horas.

Esta organización colectiva, nacida de la ilusión, es una prueba de que la lectura puede mover montañas… o, al menos, autobuses rumbo a un parque de diversiones.

¿La tecnología es la llave?

Antes de continuar, hagamos una pausa ya que vale la pena preguntarnos: ¿será realmente la tecnología la llave para mejorar la educación en el mundo?, ¿queremos que los niños pasen aún más horas frente a pantallas?, ¿no deberíamos protegerlos de la dependencia tecnológica en lugar de alimentarla?

La realidad es que ya vivimos rodeados de dispositivos, y la atención de nuestros niños compite con miles de estímulos cada minuto.

Si las pantallas ya son parte inevitable de nuestra vida, ¿por qué no transformarlas en ventanas de aprendizaje? ¿Por qué no aprovechar esa misma fuerza tecnológica para abrir caminos educativos donde nunca antes habían llegado los maestros?

En una era marcada por la inteligencia artificial y la hiperconexión, la tecnología puede convertirse en una aliada o en una amenaza. La clave reside en cómo diseñamos esa tecnología y de qué valores pongamos en su centro. Está en nuestras manos decidir si será un vehículo de distracción o un motor de propósito. Y ahí es donde 311Literacy resulta tan fascinante.

Conscientes de que la tecnología solo es verdaderamente transformadora cuando está anclada en valores humanos, decidieron enlazar sus torneos de lectura con The Great People Manual: un programa de aprendizaje en formato de libros, videos, guías y actividades que fomenta en niños y adolescentes valores como la amabilidad, el respeto, la honestidad y la solidaridad. La apuesta no es solo leer más, sino formar ciudadanos capaces de convivir y de construir un futuro con propósito.

311Literacy está todavía en sus primeros capítulos, pero ya prepara el siguiente: herramientas de inteligencia artificial que ayudarán a que los niños no solo lean más, sino que comprendan mejor lo que leen. Siempre con valores humanos como brújula.

Lecciones para no olvidar

De Little Bookmates a 311Literacy, de comunidades Rarámuri a las comunidades de Tlaxcala, y de nuestra factura 001 a esta columna, me quedo con tres lecciones que quiero dejar en ustedes:

1. Escala: la tecnología tiene el poder de ayudarnos a llegar a miles, no solo a unos pocos. Lo que empieza como una chispa local puede convertirse en un movimiento global.

2. Propósito y valores: la tecnología sin dirección es ruido pasajero. Así que si queremos diseñar herramientas que realmente generen impacto positivo, los valores deben ser siempre su cimiento.

3. La chispa humana: detrás de cada innovación transformadora hay una persona que se atrevió a empezar. Una visita a una biblioteca en Boston, un servicio de renta de libros en México, una idea que parecía simple y terminó por movilizar a más de 75,000 niños… Puede que la tecnología amplifique, pero son las personas —con su imaginación, su coraje y su propósito— quienes encienden el cambio.

La historia de Ariadna Trapote es un recordatorio de que los grandes cambios empiezan con una semilla de inspiración. Por eso quería abrir esta serie con su ejemplo, porque demuestra que cualquiera que detecte una necesidad y tenga el valor de responder puede convertirse en emprendedor social.

No se trata de tener todas las respuestas, sino de empezar con una pregunta poderosa y un deseo genuino de transformar realidades.

Para finalizar, me gustaría saber ¿qué te deja esta historia?, ¿dónde ves el mayor potencial para que la tecnología potencie —y no reemplace— lo humano en la educación?

Me encantará leerte en: [email protected]

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