Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
¿Adolescentes con ataque de ira? Aprende a escucharlos “con los ojos”

¿Adolescentes con ataque de ira? Aprende a escucharlos “con los ojos”

Cada vez más mamás y papás se quejan de que no pueden (ni saben) manejar esos ataques de enojo e ira que les dan a sus hijos e hijas adolescentes. ¡No saben lo que les está pasando!

Esa es la dura realidad que viven muchas familias. Incluso tú, como mamá o papá que estás leyendo esta columna, ya ni sabes cómo manejar el mal humor, la volatilidad y los cambios bruscos en su temperamento. Tienes la esperanza de que algún día su carácter “se les va a componer”.

Aprovechando que la serie Adolescencia de Netflix está tan de moda, conversamos en el programa de radio con María Amelia Aguilar, logoterapeuta de niños y adolescentes. Incluso ella está muy preocupada por la cantidad de casos que recibe en su consulta de adolescentes acosados en las escuelas y a través de redes sociales. Y por cómo las instituciones no tienen ni idea de cómo abordar este tema, mucho menos de cómo manejar la “montaña rusa emocional” que viven estos jóvenes. La realidad es que en estos espacios no existen psicólogos especializados capaces de darse cuenta de que hay niños buleados, lastimados, heridos, que reprimen una ira terrible.

Y es que, como dice el dicho: “más vale soldado advertido que muerto en guerra”. Porque la ira —esa emoción intensa que surge ante una ofensa, una injusticia, una amenaza o una frustración, y que causa mucho enojo y furia— puede terminar en una explosión de rabia descontrolada que lleva a lastimar al compañero acosador o bully (que siempre va a existir, queramos o no), e incluso a un amigo, una novia, un profesor, un hermano, un vecino, una madre, un padre… Adolescencia sí está basada en hechos reales. De hecho, el productor leyó en un periódico un caso similar al de la historia y quiso abordarlo para ayudar a la sociedad a lidiar con estos jóvenes.

En los casos de bullying, no se puede perder de vista a un personaje bastante siniestro: el observador. Ese que da “like” al comentario ofensivo, que comparte un video o foto de una compañera de clase (en vez de borrarlo o no enviarlo), que “expone” al otro a través de emojis, todo por la búsqueda de reconocimiento social.

Hablando de este tema, María Amelia expuso el caso de una niña en Vallarta, a quien sus compañeros le deshicieron la vida al reenviar una foto suya. Y es que, en el momento en que un joven tiene en su poder una imagen y decide compartirla, pierde el control sobre ella, volviendo vulnerable a esa niña.

Ningún adolescente entiende la magnitud del problema ni siente empatía por el dolor que va a infligir, porque toma decisiones desde la emoción, desde la adrenalina, no desde la razón. Y eso tiene que ver con que su cerebro todavía está en formación.

Por otro lado, ¿qué papel juegan las redes sociales en este contexto de irascibilidad? Bueno, es que el bullying en estas plataformas es su principal detonante. María Amelia habla mucho de la cantidad de niños en México que son buleados y lastimados por redes sociales, y que no están siendo atendidos por los responsables en las secundarias o universidades. A esto hay que sumarle otro gran problema: los adultos no comprendemos el slang que usan los adolescentes en redes, a través de emojis. Ese tema ya lo habíamos tocado en la columna del domingo, y queramos o no, esa es la forma en que los jóvenes se están comunicando. Van dejando mensajes clarísimos de hostilidad que no pueden pasar desapercibidos.

Entonces, no esperes a que tus hijos “exploten” esa ira —peleándose en la escuela, buscando problemas o hiriendo a alguien— para preguntarte: ¿en qué fallamos?, ¿qué hicimos mal?, ¿por qué este hijo reacciona así y el otro no, si los educamos igual?, ¿dónde la hemos regado si les hemos dado todo?

Es aquí donde entra el mejor consejo que María Amelia puede dar a todos estos padres que están sufriendo y viviendo este drama de no saber cuáles son los detonantes o triggers de ira que se activan en sus hijos. Palabras más, palabras menos: “aprendan a escuchar a sus hijos con los ojos.”

Eso significa que, si notas que tu hijo ya no socializa, se encierra en su recámara y ya no quiere salir con sus amigos (cuando un adolescente típico siempre pondrá los planes con ellos por encima de todo), es porque algo está pasando. Y es grave.

Aquí va otra red flag para los papás: cuando veas a tus hijos metidos en su recámara navegando por internet, chateando con sus amigos, jugando videojuegos o haciendo scroll en sus redes, seguramente pensarás que están más seguros en casa que en la calle, expuestos a quién sabe qué peligros… Cuidado: porque cuando tú no estás acompañando a tus hijos, internet lo hace.

“Escuchar con los ojos a tus hijos” también significa buscar la razón de por qué llega borracho todos los fines de semana. No es que sea alcohólico, dice María Amelia: “es que está abusando de esa sustancia por alguna razón.”

“Escuchar con los ojos a tus hijos” es estar pendiente de sus cambios y actuar: no normalizar, no minimizar, no decir “ya se le pasará”. Si no están durmiendo bien, tienen bajo rendimiento académico, si la escuela te llama todo el tiempo para reportes de mal comportamiento; incluso si azotan la puerta más fuerte de lo normal, gritan o te enfrentan… ya no es solo enojo: ¡es pura ira a punto de estallar!

Conoce a tus hijos, detecta sus cambios de comportamiento. Es el mayor acto de amor, cariño y comprensión que puedes tener hacia ellos. No esperes a ver si “se le pasa”: ¡actúa de inmediato antes de que sea demasiado tarde!

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