Si alguna vez has tomado una copa de vino y te detuviste a observar las botellas, seguramente notaste que casi todas tienen una hendidura profunda en la base. Esta peculiaridad, lejos de ser un simple capricho de diseño, guarda un sinfín de explicaciones que combinan historia, funcionalidad, tradición y hasta mitos. A esa hendidura se le conoce como punt en inglés o picada en español, y su origen se remonta a los primeros tiempos de la vidriería.
Un vestigio de los sopladores de vidrio
En los siglos XVII y XVIII, las botellas de vino se elaboraban a mano mediante la técnica del soplado de vidrio. Cuando los artesanos terminaban de moldear una botella, quedaba una especie de “cicatriz” o protuberancia en la base, llamada “punto de la caña”. Para evitar que la botella quedara inestable sobre la mesa, los vidrieros empujaban hacia adentro esa parte, formando la famosa hendidura. Así, no solo se corregía un defecto estético y práctico, sino que además daba mayor resistencia a la estructura del recipiente.
Curiosamente, este origen explica por qué aún hoy en día, aunque la tecnología moderna ya no lo requiere, muchas botellas mantienen la picada: se ha convertido en una tradición estética y simbólica.
Refuerzo y resistencia estructural
Desde un punto de vista físico, una superficie curva es mucho más resistente que una plana. Al tener la hendidura, la botella distribuye mejor la presión interna. Esto resulta especialmente importante en vinos espumosos como el Champagne o el Cava, cuyos gases ejercen gran presión sobre el vidrio. Sin el refuerzo del punt, sería más probable que la botella explotara.
Dato curioso: una botella de Champagne puede contener presiones de hasta 6 atmósferas, ¡el equivalente a la presión de las llantas de un autobús!
Facilita el servicio del vino
Seguro has visto a sommeliers o meseros profesionales sostener la botella de vino con el pulgar dentro de la hendidura y el resto de los dedos por fuera. Este estilo de servicio no solo es elegante, sino que proporciona un mejor agarre y control al momento de servir, sobre todo con botellas grandes o pesadas.
De hecho, hay botellas de gran formato como el Magnum (1.5 L) o el Jeroboam (3 L) que son mucho más fáciles de manipular gracias a la hendidura profunda.
El mito de “más hondo, mejor vino”
Entre los amantes del vino circula la idea de que una hendidura más profunda es sinónimo de mejor calidad. Sin embargo, esto es más mito que realidad. Aunque es cierto que muchas casas vinícolas de alta gama optan por botellas con punt pronunciados, lo hacen por tradición y estética más que por necesidad. En cambio, vinos económicos suelen tener bases planas o hendiduras apenas perceptibles, pero no significa que sean malos.
Ayuda a recoger sedimentos
En vinos que envejecen por largos periodos, suelen formarse sedimentos naturales. Gracias al diseño de la hendidura, los residuos se concentran alrededor del borde interior, evitando que se mezclen con el líquido al momento de servir. Esto facilita el trasvase o decantación, práctica habitual en vinos añejos para separar el vino limpio del sedimento.
Dato curioso: los antiguos romanos ya decantaban el vino, aunque en su época se hacía con ánforas y no con botellas de vidrio.
Razones comerciales y de marketing
Más allá de la funcionalidad, la hendidura también se ha convertido en un símbolo de sofisticación. Botellas con bases profundas suelen dar la impresión de ser más pesadas y, por ende, de contener un vino más prestigioso. El peso extra, aunque no influya en el sabor, genera en el consumidor la sensación de lujo y calidad.
Algunas bodegas incluso utilizan la forma y la profundidad de la hendidura como parte de su estrategia de marca, diferenciando sus botellas de las demás en el mercado.
Una cuestión de estabilidad
Otro detalle práctico: las botellas con hendidura tienen más estabilidad al ser almacenadas horizontalmente en cavas o estantes, ya que el borde exterior del fondo se apoya con mayor firmeza. Esto evita que rueden fácilmente y facilita apilarlas.
En grandes bodegas, donde miles de botellas reposan durante años, este detalle puede marcar una diferencia en la seguridad y organización del espacio.
Curiosidades y anécdotas
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Champagne y cañones: Durante el siglo XIX, se decía que el punt profundo permitía que las botellas de Champagne pudieran ser usadas como proyectiles improvisados en celebraciones… y batallas de brindis.
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La superstición: En algunos países, existía la creencia de que mirar a través de la hendidura podía revelar el futuro, como si fuese una bola de cristal de bolsillo.
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Diversidad de formas: No todas las botellas tienen la misma hendidura. Por ejemplo, las botellas bordelesas (las más comunes) suelen tener punt moderados, mientras que las borgoñonas y champañeras tienden a ser más pronunciados.
La hendidura en el fondo de las botellas de vino, lejos de ser un simple detalle de diseño, encierra siglos de historia, funcionalidad y tradición. Nació de la necesidad técnica de los vidrieros, se consolidó como un refuerzo para soportar la presión y el sedimento, y hoy se mantiene como un símbolo de elegancia y prestigio.
La próxima vez que descorches una botella, observa la base con otros ojos: no es solo una hendidura, sino un pedacito de historia del vino que ha viajado desde los antiguos hornos de vidrio hasta tu mesa.
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