Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
El papel más difícil y doloroso de su vida

El papel más difícil y doloroso de su vida

En este papel, el más difícil y doloroso de su vida, el actor principal debe perder la memoria, la atención, el juicio, la orientación… Tiene dificultades para comunicarse y, pasados dos años desde los primeros síntomas, sigue empeorando más y más. Aún nadie sabe con certeza si es un caso de locura o de demencia.

Pronto, su familia —interpretada por su exesposa, su esposa y cinco hijas de ambos matrimonios— comienza a notarlo, porque su comportamiento se vuelve irracional, extravagante, excéntrico; a veces peligroso, otras veces agresivo, y poco a poco “se va saliendo de la norma”.

El protagonista tiene pensamientos desorganizados; a veces se agita, otras veces se retrae. No delira, no escucha voces que no existen, nadie lo persigue ni controla su mente, pero a veces se comporta como un maníaco y otras veces entra en depresión en cuestión de segundos.

La esposa, Emma, pasa por alto “los primeros signos” porque asume que estos comportamientos son propios de “problemas de pareja”, y jamás se le pasa por la mente que su esposo padece una enfermedad, y muy grave.

Cuando lo visita, su exesposa —interpretada por una famosa actriz de Hollywood— nota que su pensamiento y su conducta están alterados; que pierde el control sobre sí mismo. Ella asume que “esto es progresivo” y que quizás no haya nada que se pueda hacer.

Al principio, las hijas piensan que su padre, el protagonista, tiene algo así como “una locura senil”.

El último papel: el de su vida y sin guion

Mientras tanto, el protagonista se encierra en el baño, se mira al espejo, trata de reconocerse a sí mismo, de recordar:

—¿Qué me sucede? No encuentro las palabras. Las reemplazo por otras que no tienen sentido; a veces ni sé qué significan.
—Hoy, mi mente quería decir “quiero café”, pero terminé señalando la taza.
—Quiero contar anécdotas, historias de cuando era famoso, pero mi mente se nubla, se queda en blanco…
—Me irrita querer que me pasen el plato y terminar diciendo: “páseme el círculo”.

En esta escena, al salir del baño, su esposa, su exesposa y sus cinco hijas lo esperan para cuidarlo. Todas están serias y tristes, pero el protagonista se ríe de ellas a carcajadas. Además, les hace comentarios muy ofensivos y sin filtro. En contraparte, ellas lo abrazan.

Se sientan en la mesa y el protagonista come dulces en exceso. De repente, pasa de la apatía a la irritabilidad, y luego al menor grado de sensibilidad emocional. Mientras tanto, las mujeres de la casa hablan entre ellas, y todas lo recuerdan cariñoso, aunque esta semana el protagonista se muestra muy distante, frío y callado. No lo tomen personal: es la enfermedad.

En la siguiente escena, se ve al protagonista desaliñado y descuidado, sentado en un sillón, tartamudeando como si fuera un niño aprendiendo sus primeras palabras. De repente, saca “esa risa que toda su familia conoce”, muy típica de él, junto con una mirada vivaz que a todas les produce ternura por la vulnerabilidad de su condición. Su esposa lo cuida, su exesposa lo abraza, sus hijas lo rodean de amor. Puede que esté enfermo, pero su familia no lo abandona ni un solo minuto.

Juntas, esposa, exesposa e hijas de dos matrimonios (la mayor de 37, la menor de 11 años) velan por el bienestar del protagonista. No se puede dejar de lado el papel del cuidador 24/7, encargado de realizarle terapias como logopedia y psicoterapia, para mejorar su calidad de vida y frenar el inevitable deterioro. Es importante que todos sepan que lo único que queda por hacer es brindarle cuidados paliativos, y mucho amor, porque para esta demencia no hay cura, ni medicina, ni tecnología alguna que la detenga.

A la semana siguiente, el papel del protagonista cambia drásticamente. Ahora, su condición es extrema. En la escena en que una de sus hijas se sienta a su lado, él no habla, no porque no quiera, sino porque el lenguaje se ha ido. A partir de ahora, el protagonista no debe leer ninguna línea: solo debe limitarse a estar presente, como compañía, sin palabras. Y como si fuera poco, ya no reconoce a nadie, no lee, no camina. Solamente se sienta en el sillón, con la mirada perdida.

El protagonista debe comenzar a prepararse para el final de este, el papel más difícil y doloroso de toda su vida, porque los neurólogos dicen que su esperanza de vida es de entre 7 y 13 años desde el inicio de los síntomas, pero todo depende del paciente. Ya van dos… Pronto, perderá su papel protagónico, a causa de una demencia frontotemporal que le extingue la vida poco a poco, hasta que un día apague su llama.

¿Qué sucedería si te dijera que la empatía del actor principal —un hombre de 70 años que padece demencia frontotemporal desde 2023, al que su esposa y exesposa cuidan— fue tan grande que terminó convirtiéndose en ese paciente? ¿Que no hay diferencia entre el actor y el enfermo? ¿Que ha sido tal la conexión entre personaje y enfermedad que pareciera que estuviera “actuando su propia enfermedad” para una película?

Bruce Willis, el héroe de acción de Duro de matar, 12 Monos, El quinto elemento, Armageddon, El sexto sentido, Unbreakable, entre otras, ahora es un hombre vulnerable, frágil, al que le tocó el turno de interpretar el papel más difícil y doloroso de toda su carrera: luchar contra una enfermedad cruel que borra su memoria y sus palabras, sus gestos y sus recuerdos; que lo ha vuelto vulnerable, pero que ha unido a toda su familia —incluida su exesposa— alrededor del amor, que, sin duda alguna, es el verdadero protagonista de esta historia real y de cualquier guion de película, en este, el papel más difícil y doloroso de su vida.

 

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