Aunque la agenda oficial incluía asuntos como los incendios forestales, la economía mundial y la guerra en Ucrania, la mayoría de los líderes asistieron con el objetivo primordial de reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y evitar confrontaciones abiertas con él.

Esta dinámica recordó episodios pasados, como la cumbre de 2018 también celebrada en Canadá, donde se produjo un fuerte desencuentro entre Trump y el entonces primer ministro Justin Trudeau, y de la que emergió una imagen icónica de Angela Merkel enfrentando al mandatario estadounidense.

G7 en conflicto

La edición de 2025 no estuvo exenta de momentos críticos. La intensificación del conflicto entre Israel e Irán dominó las discusiones y provocó la salida anticipada de Trump. En respuesta, los miembros del G7 lograron emitir una declaración conjunta expresando su apoyo al derecho de Israel a defenderse, calificando a Irán como “la principal fuente de inestabilidad y terrorismo en la región” y llamando a que la resolución de la crisis iraní condujera a una desescalada más amplia en Medio Oriente.

Asimismo, acordaron de forma provisional crear un plan para diversificar el suministro global de minerales críticos mediante inversiones en nuevos proyectos, según informaron varios medios de comunicación.  Las recientes restricciones de China a la exportación de tierras han puesto de relieve su dominio en este sector. Aunque el borrador de la declaración no menciona a China por su nombre, sí critica las “políticas no basadas en el mercado”, en una clara alusión a las prácticas comerciales del gigante asiático.

En los últimos años, las cumbres del G7 habían servido como plataforma para adoptar sanciones conjuntas contra Rusia. 

Sin embargo, las divisiones internas impidieron consensos más amplios. Canadá, como país anfitrión y bajo la presidencia del primer ministro Mark Carney, decidió cancelar la tradicional declaración final de la cumbre ante la imposibilidad de lograr un texto conjunto.

Esta falta de acuerdo reflejó las crecientes tensiones dentro del grupo, en particular por el enfoque de Trump hacia el comercio internacional, su política exterior confrontativa y su reiterado llamado a readmitir a Rusia en el G7, a pesar de que algunos miembros consideraban imponer nuevas sanciones a Moscú por su comportamiento en Ucrania.

En los últimos años, las cumbres del G7 habían servido como plataforma para adoptar sanciones conjuntas contra Rusia y coordinar respuestas multilaterales a desafíos globales. No obstante, en esta ocasión, el escepticismo respecto a la posibilidad de alcanzar consensos sustantivos fue evidente desde el inicio. Aunque se esperaba que las reuniones bilaterales dieran lugar a algunos anuncios menores, la falta de una visión común entre los principales actores limitó el alcance diplomático del encuentro.