¿Recuerdan cuando visitábamos a nuestros abuelos y siempre nos quejábamos del “olor a viejito”? A ver, eso no significaba que no los quisiéramos o que los criticáramos por ser adultos mayores, pero la realidad es que las personas sí van adquiriendo un aroma “característico” conforme pasan los 30 años de edad. Y eso sucede por una simple razón: queramos o no, nuestra piel se va oxidando con el paso de los años, gracias al aumento de una molécula llamada 2-nonenal. De ahí que cambiemos de aroma… ¡y no solo en nuestro cuerpo! También en nuestra casa, nuestra ropa y nuestros objetos, todo va adquiriendo ese característico “olor a viejito”, que tiene notas como a rancio, a aceite viejo, a metálico, incluso parecidas al aroma del pasto seco o del cartón húmedo.
Díganme si no tengo razón: es un olor como a ropa guardada por mucho tiempo, a cajón de madera que no se ha abierto desde la época del Porfiriato…
Se preguntarán por qué sucede. Bueno, pues de acuerdo con un estudio publicado en el Journal of Investigative Dermatology en 2001, la culpa la tiene la molécula 2-nonenal, que sí o sí tiende a aumentar con la edad. Resulta que el olor corporal humano está compuesto por componentes odoríferos, y estos cambios en el aroma están directamente asociados con el envejecimiento.
En la investigación que les platico, participó un grupo de hombres y mujeres de entre 26 y 75 años, a quienes se les realizó una cromatografía de gases —es decir, se descompusieron uno por uno sus aromas para saber qué contenían exactamente y en qué cantidades— y una espectrometría de masas, que descompuso las sustancias presentes en la muestra de cada uno.
Palabras más, palabras menos, el resultado fue poco alentador: en los mayores de 40 años se detectó la famosa molécula 2-nonenal, que es una partícula aromática muy fuerte, con un olor desagradable, grasoso y herbal…
Y eso no es todo: también se descubrió que las grasas naturales presentes en nuestra piel cambian y aumentan conforme envejecemos. Y es que, cuando hay más de estas grasas y peróxidos presentes, aparece más 2-nonenal o “olor a ancianito”. Así que mientras más envejecemos, más cambia nuestra piel, y va cambiando nuestro olor corporal. Básicamente, nos vamos oxidando…
Eso sí: no vayan a creer que este aroma está relacionado con la falta de higiene, afirman los expertos en biotecnología y medicina. Así que, por más que nos bañemos, restreguemos, aseemos y echemos miles de cremas y perfumes (aprovecho para contarles que a mí me gustan los amaderados), el aroma del 2-nonenal no se eliminará por completo. No todas las fragancias lograrán disimularlo, porque es un proceso ligado a cambios hormonales y a la reducción de la capacidad antioxidante de nuestros cuerpos.
¿Cómo lo ven? ¿Será que con tanta ciencia, tecnología e IA en estos días, no sería bueno que se pusieran a trabajar en el tema y crearan un perfume anti “olor a viejito”, que frene la proliferación de la molécula 2-nonenal?
En mi opinión, el aroma anti-viejito debería tener notas amaderadas… pero del estilo Loewe, Hermès, Balenciaga o Jo Malone, no del cajón del Porfiriato.
También podrían desarrollar una línea de velas aromáticas, aromatizantes de hogar, sachets para cajones y closets…
¿Será que alguno de ustedes se quiere asociar conmigo y creamos la línea de aromas «anti viejito»? ????