Roma conocida como la «Ciudad Eterna» por los muchos monumentos que han sobrevivido desde el Imperio Romano, su centro histórico, delimitado por las murallas Aurelianas, que representa el patrimonio histórico, artístico y cultural del mundo occidental europeo y los restos de la Roma Antigua, de la Edad Media, palacios renacentistas, plazas, fuentes e iglesias barrocas, y muchos ejemplos de estilos artísticos del siglo XIX y XX, siempre será reconocida y recordada por eso.
Sin embargo, su rica historia también está marcada por políticas a menudo brutales y despiadadas, donde la traición y el asesinato parecían estar en el ADN de los emperadores, quienes ejercían un poder absoluto y eran capaces de cualquier cosa para perpetuarse en el trono. Uno de los nombres oscuros y misteriosos de esta época es el de Locusta, una mujer que ha calificada como la primera asesina en serie de la historia
¿Quién era Locusta?
Locusta de la Galia, considerada la primera asesina en serie registrada de la historia, fue una envenenadora profesional que vivió en el siglo I d.C. en la antigua Roma. Su historia es fascinante y oscura, reflejando la corrupción y las intrigas del poder en la Roma imperial.
De origen galo, Locusta llegó a Roma cuando aún era una adolescente, y en seguida se hizo muy popular gracias a sus grandes conocimientos botánicos. En un tiempo donde las luchas de poder y las conspiraciones eran comunes, sus servicios se volvieron muy solicitados.
Locusta tenía una tienda de remedios y elixires cerca del monte Palatino, pero sus clientes no buscaban solo aliviar sus dolores. Expertamente, Locusta preparaba pociones mortales que dejaban pocas sospechas de envenenamiento.
En Roma, era la aliada perfecta para esposas engañadas, hijos impacientes por heredar y políticos ambiciosos que querían acumular fortunas rápidamente. Sus servicios siempre eran recompensados generosamente. Sin embargo, su peligrosa ocupación finalmente la llevó a la cárcel y a ser condenada a muerte.
Al servicio de Agripina y Nerón
Su fama llegó a oídos de una de las persona más importantes de Roma en aquellos tiempos, Agripina la Menor, la madre del futuro emperador Nerón y esposa del emperador Claudio.
Descrita por los historiadores como una mujer ambiciosa en extremo y con unas ansías de poder sin límites, Agripina ordenó sacar a Locusta de la cárcel y de inmediato la introdujo en el mundo de las intrigas palaciegas y decidiendo usar sus habilidades para asesinar a su esposo Claudio.
Aprovechando el gusto de Claudio por los champiñones, Agripina envenenó su plato favorito, logrando su objetivo de acelerar la ascensión de Nerón al trono.
Con Nerón como emperador, Locusta encontró protección y favor en la corte imperial. Nerón, consciente de su habilidad, no solo la mantuvo cerca, sino que también la utilizó para eliminar a otros enemigos políticos. Incluso se dice que Locusta estableció una especie de «escuela de venenos» donde entrenaba a otros en el arte de la toxicología.
La fortuna de Locusta cambió drásticamente tras la muerte de Nerón en el 68 d.C. Con el ascenso al poder de Galba, el nuevo emperador buscó purgar la corte de los elementos más corruptos y peligrosos asociados con el régimen anterior. Locusta fue arrestada y, en el año 69 d.C., fue ejecutada por sus crímenes, aunque los detalles de su muerte siguen siendo inciertos.
Legado
La historia de Locusta ha perdurado a lo largo de los siglos como un símbolo de la depravación y las intrigas de la antigua Roma. Su vida y acciones reflejan la brutalidad y la complejidad del poder en una de las épocas más fascinantes de la historia.
Aunque sus métodos eran mortales y su moralidad cuestionable, su figura sigue siendo objeto de estudio y fascinación, destacando cómo el conocimiento y la habilidad pueden ser utilizados tanto para el bien como para el mal.
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