Mientras veo reels y videos de Siyaram Baba -santo indio, figura religiosa y sabia, muy venerada en el estado de Madhya Pradesh-, quien fue protagonista de un video viral en redes sociales en donde aseguraban que tenía 188 años y que afirmaba que la muerte “se había olvidado de él”; no puedo evitar sentir una compasión, y a la vez, admiración profunda, además de preguntarme si podemos, debemos y queremos vivir tanto.
En contraste extremo, ¡es increíble descubrir por el camino que Siyaram Baba tiene cuenta Instagram, @siyaram_baba00, y cuenta con 248 mil seguidores!
Siyaram camina descalzo, casi doblado por la mitad y se sostiene con ayuda de un bastón. Solo viste un taparrabo desarrapado y de su pelo cuelgan un par de rastas. Su cuerpo se ha deshidratado al extremo con el paso de los años, y sus costillas se definen bajo su piel acartonada y lijosa, que parece pergamino. Sus pies están repletos de llagas, incluso en un video, se ven varias moscas revoloteando. Sin ánimo de juzgar, vive en condiciones de extrema pobreza y es evidente que sus necesidades básicas están más que insatisfechas.
El hombre, pasa la mitad del día sentado sobre una mesa, encorvado, recibiendo miles de feligreses que hacen fila para recibir su bendición. Me pregunto qué come.
Seguramente una estricta dieta vegetariana o vegana, que le ayuda a mantener la pureza del cuerpo y la mente, fundamental en las prácticas espirituales y religiosas que practica, para así alcanzar el más anhelado nivel de conciencia.
Longevidad: ¿vida prolongada o supervivencia desafiante?
Y es que esta impactante historia rompe completamente con el paradigma que teníamos de que la longevidad, esa duración o extensión o prolongación de la vida; se relaciona directamente con los avances científicos, médicos y tecnológicos de nuestra sociedad.
¿Cuál será la fuente de longevidad extraordinaria que alimenta “el hilo de vida” de un hombre como Siyaram? Por que la medicina y los avances científicos no es. Estoy seguro de que jamás recibió una vacuna de niño o ha tomado antibiótico; mucho menos acetaminofén o ibuprofeno para un dolor de cabeza. ¡Quizás ni se vacunó contra el COVID!
Si bien es cierto que la ONU asegura que 621.000 personas de al menos 100 años, viven en el mundo (¡una de ellas es mi mamá que tiene 102!), y que se espera que ese número supere el millón para finales de esta década, vale la pena detenerse a pensar si los centenarios del presente y del futuro están (estarán) preparados física, mental y emocionalmente para superar la barrera de la longevidad.
Comencemos con el plano físico y mental. Ya les he platicado varias veces que mi mamá tiene demencia. Físicamente, «está presente» pero, lamentablemente, no sabe que «está»: su mente se ha ido. A veces revive recuerdos de la infancia, pero no me reconoce, aunque sabe que soy un ser querido. ¡Y eso que toma medicamento y tiene el cuidado adecuado!
Yo, por ejemplo, quería vivir 120 años, siempre y cuando fuera al baño sin ayuda. Pero cuando tienes demencia como mi mamá, o una enfermedad que te mantiene postrado en una cama y no te deja llevar a cabo tu día a día con total libertad, no está para nada padre vivir así, ni para ti ni para quienes te rodean.
Desafío de la longevidad en la era digital: ¿podrán los centenarios adaptarse al futuro tecnológico?
Hace poco, conversé con un nonagenario, una eminencia en el campo de la medicina en su época, sobe Apps de IA conversacionales: ChatGPT, Gemini, Perplex City. Incluso le instalé la APP en su Android para que se familiarizara con ella.
Tras horas de práctica, no lo podía creer, “no cabía en su cabeza” que un programa de IA pudiera aprender, razonar, solucionar problemas, tomar decisiones y comprender el lenguaje de los humanos. Su cara de asombro, me impactó porque se veía perturbado.
En su mente de cirujano, “no cabía” esta nueva interacción con un sistema. Ahí me di cuenta, que no estaba preparado para asumir la realidad de 2024.
Ahora vamos hacia el futuro e imaginemos cómo será en unos 100 años la sociedad, la tecnología, la salud, la medicina, la ciencia, y lo más importante: el bienestar físico, mental y emocional de los centenarios. ¿Podrán adaptarse a las nuevas tecnologías del mañana?
¿Cuáles serán las repercusiones en su salud mental al tener que lidiar con robótica, IA, realidad virtual aumentada, Big Data e Internet de las cosas en su máxima expresión?
Hablamos de aproximadamente 426 millones de adultos mayores en 2050, según la OMS; que seguirán sufriendo de demencia en todos los niveles, ansiedad, depresión, e incluso suicidio; porque, actualmente, 1/4 parte de los 1000 millones de personas con 60 años o más, muere por causa del suicidio (27,2%).
Es una realidad que en el futuro, las presiones para adaptarse y poder sobrevivir en un ecosistema digital que aún “no nos cabe en la mente” -como a mi amigo nonagenario-, aumentarán.
Seguramente, muchos centenarios se adaptarán. Otros no porque su salud mental colapsará. Algunos, serán transhumanos y se mantendrán “vivos”. Y otros, como Siyaram, se quedarán aislados del mundo, y serán igual o más longevos que él.
Los retos de saber si podremos, debemos y queremos vivir, tanto son enormes. Yo por lo pronto, espero vivir 120 años, yendo al baño solo.