
¿Y si el Ratón de los Dientes fuera el verdadero pionero de la odontología regenerativa? En Londres, parece que sí.
Antes, ir al dentista para que te reemplazara un diente, era como ir y regresar del mismísimo infierno. El arquitecto dental se armaba de mazo y cincel e insertaba un tornillo en el hueso maxilar del pobre paciente (que, aunque le aplicaran anestesia, aullaba del dolor), para luego esperar varios meses a que se formara una especie de raíz artificial. Si corría con buena suerte, el cuerpo no rechazaba la prótesis; de lo contrario, había que retirarla. Solo entonces se colocaba una corona o funda.
Resulta que ahora, dentistas regenerativos intentan cultivar dientes “como si fueran lechugas hidropónicas” en el laboratorio del King’s College de Londres, mientras buscan la manera más viable de implantarlos directamente en la mandíbula del paciente.
Cultivo de dientes a partir de células del Ratón de los Dientes

El proyecto del King’s College va avanzado gracias al Ratón de los Dientes. Así como lo lees.
Resulta que en 2012 lograron cultivar un diente a partir de células humanas y de roedores. ¡No vaya a ser que el Ratón de los Dientes se lo robe y se lo implante para quedar con la “sonrisa perfecta de Hollywood” de Simon Cowell, famoso por ser juez en American Idol! En otras palabras, sin el Ratón de los Dientes no podrían crear los dientes en cuestión.
Mientras que para cultivar lechugas hidropónicas, por ejemplo, se crea un “entorno” a partir de sustrato, macro y micronutrientes fertilizantes y un pH-metro, estos odontólogos se esfuerzan por “crear un entorno”, andamio o scaffold, a partir de un hidrogel: un polímero con alto contenido de agua que imita los alveolos dentales. Luego recolectan las células producidas a partir de embriones de ratón, las mezclan, las centrifugan y obtienen una cápsula celular que inyectan dentro del hidrogel. Solo queda esperar ocho días a que crezcan esas estructuras semejantes a dientes, con raíces y esmalte dental incluidos.
El siguiente reto será reemplazar las células de roedores por células humanas adultas y así obtener un diente real. Personalmente, me da un poco de impresión recibir un trasplante de un diente cultivado en un laboratorio sabiendo que viene de un amigo roedor, pero debo aceptar que el reto de fabricar un diente no debe ser nada fácil.
¿Y si una vez implantada esta estructura semejante a un diente es rechazada por el cuerpo humano por venir de un ratón? ¿Cómo lograrán reemplazar las células embrionarias de un roedor por células humanas adultas? ¿Acaso estos experimentos con animales no van en contra de sus derechos? ¿Qué dice PETA?
En cuanto a cómo lo van a solucionar, una alternativa es esperar que el diente se desarrolle en el famoso andamio y luego insertarlo en el alveolo dental —es decir, en el hueco que quedó cuando se perdió el diente— y esperar que crezca como un diente biológico, integrándose con el hueso y el ligamento. La otra opción es que cultiven el diente en el laboratorio y luego lo implanten mediante cirugía. Habrá que esperar a ver cuál alternativa será más viable, menos dolorosa e invasiva.
Imaginen el día en que recibamos dientes a partir de nuestras propias células, por ejemplo. Obviamente no generarán inflamación ni rechazo, y serán aceptados por los tejidos. Mal que bien, será un diente real, que se siente y es elástico, a diferencia de uno que “pegan” en la mandíbula y ya.
Lo cierto es que van por buen camino, creando una matriz que regenere totalmente el diente a partir de las propias células.

Mientras en Londres trabajan con ratones, en Japón, en el Medical Research Institute del Kitano Hospital, desarrollan un tratamiento basado en anticuerpos que promueve el crecimiento de los dientes en pacientes con anodoncia, es decir, con ausencia congénita de dientes.
¿Y en la Universidad de Washington? Han logrado cultivar células madre a partir de células extraídas de muelas del juicio donadas por humanos.
Y en Boston, en la Escuela de Medicina Dental de la Universidad de Tufts, lograron cultivar dientes similares a los humanos, pero cambiaron de animal: en vez de células de ratón, utilizaron de cerdo —de Babe, el cerdito valiente, o de Miss Piggy. Lo bueno de las células dentales del cerdo es que se regeneran varias veces a lo largo de su vida. Además, gracias a estos simpáticos porcinos, se han implantado riñones, hígados y corazones modificados en receptores humanos.
Pero, de nuevo, todos van por el mismo premio: lograr que crezcan nuevos dientes en la mandíbula sin necesidad de recurrir a células de animales. Es cuestión de tiempo que descifren la formación del diente humano y recreen ese proceso en el laboratorio desde cero.
Por ahora nos enfrentamos a un futuro sin implantes: podremos reparar o reemplazar dientes reales y no tener que usar más cajas de dientes o someternos a implantes del infierno, como la pobre Demi Moore, que perdió dos dientes frontales por estrés, o Jim Carrey, que aprovechó la pérdida de un diente para interpretar a Lloyd Christmas en Dos tontos muy tontos (1994).

