Las mujeres han sido, son y serán líderes de la tribu humana. De mi tribu, admiro a mi mamá, a mis hijas, amigas y colegas. Y es que desde tiempos inmemorables, continúan siendo símbolo de unidad social. Resguardan nuestro origen, creencias, costumbres, cultura. La figura femenina ha sido venerada a través de los siglos. Es sinónimo de vida, esperanza. Acoge, protege, es guía espiritual. Formadora.
Desde la antigüedad, su rol en las estructuras sociales, comenzando por la familia y la comunidad, ha sido vital en actividades como la agricultura y la alimentación; en la transmisión de oficios y saberes artesanos; en la educación, la salud, la maternidad, la cocina… Mujeres “chingonas”, siempre comandadas por ese espíritu valiente que toma decisiones y resuelve conflictos; colmado de poder y autoridad; que promueve libertades, derechos y participación ciudadana; que negocia, fomenta; que aplica diplomacia, que administra y delega.
Mujeres virtuosas a la hora de gobernar
Las mujeres tiene muchas virtudes y habilidades a la hora de gobernar. La mayoría son equitativas y justas. Muestran empatía y compasión. Algunas son grandes comunicadoras, comunicativas y se expresan de manera clara. Trabajan en equipo, promueven la transparencia y la responsabilidad. Buscan soluciones pacíficas, incluyen, son justas, innovan, crean, son emocionales pero siempre bajo el manto del equilibrio. Son resilientes y perseverantes.
Rindo un homenaje a esas mujeres a lo largo de la historia, que admiro, porque han sabido influir, guiar y dirigir a sus pueblos de manera asertiva.
Comenzando por Margaret Tatcher, “la dama de hierro”, “la primera Primer Ministra” del Reino Unido. A “la Tatcher” no “le temblaba la mano” para apoyar firmemente a la OTAN y ejercer presión sobre la Unión Soviética para finalmente terminar con la Guerra Fría. Creía y defendía el liberalismo económico, privatizó empresas estatales, fomentó la competencia, limitó las huelgas debilitando el poder de los sindicados.
Sí, Tatcher tenía su “estilo de liderazgo”, era controversial, autoritaria, firme y “confrontaba”, pero fomentó el espíritu empresarial de los británicos, fortaleció la defensa de su país (envió tropas para recuperar las Islas Malvinas tras la invasión argentina en 1982); reestructuró la minería y la manufactura, promovió que las personas compraran su casa a precios reducidos, controló la inflación.
¿Y qué decir de Golda Meir y su liderazgo en la creación y consolidación del Estado de Israel? Encarnó el espíritu resiliente de una nación que apenas nacía.
Además de ser Primer Ministra, fue Ministra de Trabajo; y de Asuntos Exteriores. Digamos que rompió con “las barreras de género” por allá a finales de los años sesenta, así que inspiró a generaciones enteras a participar en la política. Fue una gran diplomática, trabajó para lograr el apoyo internacional a Israel, sobre todo de parte de Estados Unidos; y siempre tuvo una postura firme hacia los árabes palestinos y su rechazo inicial a las conversaciones con la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) ante la coyuntura que se vivía en ese momento.
A Margartet y Golda se unen otras líderes como Isabel Díaz Ayuso, Presidenta Comunidad de Madrid, con su estilo directo, firmeza y postura decidida, que trabaja día a día para convertir en Madrid en un centro de inversiones, negocios e innovación, atrayendo inversionistas y talento.
O cómo no mencionar a la primera presidenta del mundo, Vigdís Finnbogadóttir, quien gobernó Islandia durante tres veces seguidas entre 1984 y 1992. Fue profesora, directora de teatro, fomentó la identidad cultural de su país. Defendió los derechos de las mujeres, la igualdad de género. Y lo más importante: demostró que las mujeres eran líderes eficaces y respetadas. Se me quedan en el tintero Angela Merkel, Michelle Bachelet, entre muchas otras líderes. A todas las respeto, las admiro y les agradezco su labor.