Las nuevas joyas del vino mexicano: Nebbiolo y Cabernet Franc en nuestros terroirs

Las nuevas joyas del vino mexicano: Nebbiolo y Cabernet Franc en nuestros terroirs

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vino mexicano

Por: Carlos Andrés Ramírez C. * IG @carlosandresramirezc

*Administrador hotelero, Whisky MasterSommelier, asesor de vinos y licores certificado por WSET, catador certificado de destilados mexicanos. Gerente en Pernod Ricard México, con más de 15 años de experiencia en el sector de bebidas en Latinoamérica.

En las últimas décadas, México ha dejado de ser visto como un actor periférico en la escena vitivinícola mundial para consolidarse como un país productor con identidad, personalidad y ambición.

Si bien su historia vinícola es una de las más antiguas del continente americano, es en tiempos recientes que ciertas variedades han comenzado a encontrar su voz en los diversos terruños del país.

Luego de que comenzamos a entender, comparar y conocer el buen desarrollo de cepas como Cabernet Sauvignon, Syrah y Tempranillo, debo confesar que las cepas que más me han sorprendido, por la elegancia y estilo que están produciendo son Nebbiolo y Cabernet Franc. Ambas se han distinguido no solo por adaptarse bien a condiciones desafiantes, sino por entregar vinos que rivalizan en complejidad, elegancia y estructura con los mejores ejemplares del mundo.

Pero, ¿por qué han tenido tanto éxito en tierras como el Valle de Guadalupe en Baja California y en los viñedos de Guanajuato? La respuesta está en el matrimonio entre genética, clima y el ingenio del productor mexicano.

Nebbiolo: del Piamonte al desierto con bruma

Crédito: Travel and Leisure.

Originaria de las colinas neblinosas del Piamonte italiano, la uva Nebbiolo es célebre por su temperamento difícil: exige climas soleados pero no demasiado cálidos, suelos con buen drenaje y largas temporadas de maduración. Sin embargo, en Valle de Guadalupe, una región semidesértica con noches frías gracias a la influencia marina del Pacífico, ha encontrado un nuevo hogar.

La bruma costera que llega cada tarde al valle, junto con los suelos graníticos y arcillosos, ofrece condiciones ideales para una maduración lenta, permitiendo que la Nebbiolo desarrolle su característico perfil de taninos firmes, notas de cereza ácida, pétalos de rosa y una marcada mineralidad.

Aunque más concentrados y con mayor extracción que los Barolo o Barbaresco tradicionales, los Nebbiolo mexicanos revelan una interpretación local: vinos poderosos pero balanceados, a menudo envejecidos en roble para domar su estructura y añadir profundidad especiada.

Si quieren conocer el espíritu del Nebiolo de Guadalupe, les recomiendo que prueben el Nebbiolo Literal de la bodega Vinsur, uno de los mejores «ranqueados» en la guía Peñin de vino Mexico de 2024.

Cabernet Franc: el actor secundario que se convirtió en protagonista

Crédito: Concours Mondial.

Mientras tanto, la Cabernet Franc, una variedad originaria del suroeste de Francia, ha pasado de ser un «padre genético» (junto con Sauvignon Blanc, progenitor del Cabernet Sauvignon) a convertirse en una estrella por mérito propio. En Guanajuato, un estado con altitudes elevadas, suelos volcánicos y un clima continental moderado, esta uva ha encontrado las condiciones ideales para expresarse con gracia y carácter.

A diferencia de su par más famoso, el Cabernet Franc prefiere ambientes menos calurosos, donde pueda preservar su acidez natural y desarrollar perfiles aromáticos más frescos: frutos rojos, pimiento dulce, hierbas secas y, en algunos casos, una elegante nota de grafito.

Las altitudes de hasta 2,400 metros en viñedos como los de San Miguel de Allende, Dolores Hidalgo y San Felipe permiten ciclos de maduración prolongados, lo que resulta en vinos de medio cuerpo, taninos sedosos y una expresión varietal precisa. En estas regiones, el manejo cuidadoso del riego y la viticultura de precisión han sido clave para equilibrar el vigor de la planta y concentrar los sabores.

El resultado: Cabernet Francs con frescura, estructura y una notable capacidad de guarda, que muestran la versatilidad del terruño guanajuatense. Mi favorito es Canva, producido por la bodega Tres Raíces.

Un nuevo rostro para el vino mexicano

Tanto Nebbiolo como Cabernet Franc no solo se han adaptado bien a México, sino que lo han hecho con una voz propia.

Ya no son solo variedades importadas, sino embajadoras de una nueva identidad vitivinícola nacional, capaces de mezclar tradición y terroir con osadía y creatividad. Y lo que hace aún más interesante este fenómeno es cómo estas uvas, que provienen de contextos climáticos muy distintos (el frío Piamonte y el templado Valle del Loira, respectivamente), han florecido en territorios mexicanos que ofrecen microclimas únicos gracias a altitudes extremas, variaciones térmicas y suelos con carácter.

Además, productores como Monte Xanic, Casa de Piedra, Vena Cava, Cuna de Tierra, Dos Búhos o Tres Raíces, por mencionar algunos, han apostado por vinificaciones cada vez más cuidadosas, menos intervencionistas y con una búsqueda constante de expresión local. Esto ha llevado a reconocimientos internacionales y a un creciente interés por parte de sommeliers y consumidores globales.

La historia del vino mexicano se sigue escribiendo, y Nebbiolo y Cabernet Franc son capítulos destacados de esa narrativa. Su adaptación exitosa no solo valida la riqueza de los terroirs nacionales, sino que reafirma la capacidad del vino mexicano para trascender lo experimental y posicionarse como una propuesta sólida, de calidad y con identidad. En un país donde el sol es intenso, la tierra desafiante y la pasión por el vino innegable, estas variedades han encontrado no solo un suelo fértil, sino un nuevo hogar.

¡Salud!

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