Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
¡Perdón por existir (y por hablar español)!

¡Perdón por existir (y por hablar español)!

“España no tiene nada de qué pedir perdón”, y punto.

Estoy totalmente de acuerdo con la postura del historiador mexicano Juan Miguel Zunzunegui (quien varias veces ha sido invitado al programa), ante las grandilocuentes declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel Albares, emitidas hace unos días durante la inauguración de una exposición sobre la mujer en el México indígena, organizada por el Gobierno de Claudia Sheinbaum.

Albares reconoció “el dolor e injusticia que España causó a los pueblos originarios durante la conquista de México, a los que se ha tratado injustamente, además de reconocerlos y enmendarlos”. Efectivamente, se abre de nuevo el debate trillado sobre si España debe o no pedirle perdón a México por la Conquista.

Albares sí que le “pegó una cachetada” a la opinión pública española. También a la oposición, porque al propio exministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo le “saltó” el comentario, y lo calificó como un “error histórico y de falta de perspectiva”. Por su parte, el PP, a través de su líder Alberto Núñez Feijóo, afirmó no avergonzarse “de la historia del país”, mientras reprochó al Gobierno de Pedro Sánchez que “pida perdón por hechos de hace cinco siglos, pero no por lo que hace hoy”.

De paso, el ministro Albares también cedió a los caprichos de AMLO. Recordemos que, en 2019, el presidente envió una carta al rey Felipe VI y otra al papa Francisco, pidiéndoles disculparse por los abusos cometidos durante la Conquista, abogando por un acto de reconciliación. España la rechazó, y el Vaticano reconoció los excesos cometidos, aunque no emitió una “disculpa formal”.
En 2021, una vez más AMLO reiteró la petición, esta vez en el marco del bicentenario de la Independencia de México. Insistió de nuevo en que debían ofrecer disculpas formales, pero en esa ocasión el presidente Pedro Sánchez afirmó que “no le correspondía juzgar hechos ocurridos hace siglos” y más bien hizo un llamado a que ambos gobiernos miraran hacia el futuro, cooperaran y se respetaran.

No debo pedir perdón por hablar español

Y ahora llega el mismo pronunciamiento, de boca de Albares, a principios de este mes, que más bien parece un distractor, una cortina de humo ante la inseguridad, la corrupción y la falta de mano dura contra el narcotráfico que transpira por toda la República.

Entra en escena la respuesta de Zunzunegui en sus redes sociales: “que España pida perdón por la Conquista sería como pedir disculpas por el hecho de que México exista”, porque “España no tiene nada de qué disculparse”. Y eso que el Gobierno mexicano insiste en que “falta una disculpa explícita” y continúa con ese dejo de víctima de un pasado que poco o nada calma la tempestad de críticas.

Basta con hojear el libro del historiador, Al día siguiente de la conquista, para convencerse de que España no debe pedir perdón por nada, porque la colonización encabezada por Hernán Cortés hizo que América no siguiera aislada del mundo y dio vida a una nueva civilización: nuestro México, fruto de la fusión de dos mundos.

Pensar que la Conquista y la caída de un emporio como Tenochtitlán fueron obra de 400 españoles es absurdo. Zunzunegui explica en sus entrevistas (siempre contrario a “esta trama de la Conquista”) que “la ciudad cayó ante 100.000 guerreros, y de esos 100.000, prácticamente todos, más de 99.000, eran indios: tlaxcaltecas, cholultecas, chichimecas, chalcas, totonacas…, todos aliados de Hernán Cortés”.
Una vez cayó el imperio, entonces sí comenzó a construirse México, ese México que nos gusta y que tanto queremos; el que fue hecho a mano entre españoles e indígenas, tras firmar alianzas, porque el verdadero enemigo no eran los españoles, sino los mexicas, opresores de otras culturas.

Esa historia que nos quieren vender, de que llegaron, nos conquistaron y se llevaron todos nuestros recursos, se cae por su propio peso. De hecho, los españoles que llegaron se quedaron a vivir aquí y construyeron ciudades.

¿Y qué sucede cuando nos dicen que “los españoles construyeron sus templos encima de las pirámides”? Zunzunegui explica que no, que los pueblos indígenas construyeron sus nuevos templos encima de las pirámides.
¿Y entonces hubo una conquista espiritual? Zunzunegui dice que no, y explica que “la religión de los mexicas fue impuesta a los demás pueblos, incluido el sacrificio humano y los rituales de canibalismo”.
¿Y dónde está el oro que nos robaron los españoles? La respuesta: “en cien ciudades, en catedrales, en acueductos, en universidades, en colegios, en hospitales…”, asegura el historiador.

Entonces, ¿qué viene ahora tras “el reconocimiento del dolor e injusticia que España causó a México”, según Albares, y para quienes piensan que España debe pedir perdón explícitamente?
¿Tendremos que prohibir hablar español y poner al 94% de los mexicanos a aprender náhuatl? Les regresaremos la arquitectura, las universidades y los apellidos? ¿Seguiremos creyendo este discurso de descolonización, de odio y progresista, contra nosotros mismos? ¿Mentiremos sobre nuestra historia en lugar de reconocer lo que realmente sucedió y sentirnos orgullosos?

Inspirado en Zunzunegui, los invito a ceñirnos a la verdad, a no dejarnos lavar el cerebro y a reconocer los fuertes lazos de hermandad con España. Sabemos que no nos robaron nada, nunca.

No dejemos politizar más a México con ese discurso. En vez de andar como una pelota de izquierda a derecha, defendamos nuestra hispanidad y dejemos de despreciar lo que somos.

¿No será que los tlaxcaltecas son los que deben disculparse por haberse aliado con Cortés, o Moctezuma por haberse rendido? Más bien perdonemos a Albares por seguir discutiendo por lo mismo cinco siglos después.

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