En Suiza, un quesero y un grupo de científicos decidieron poner a prueba una idea insólita: hacer que el queso escuche música mientras madura. El experimento demostró que las ondas sonoras sí pueden influir en el sabor del queso, por más escépticos que lo pusieron en duda.
Crédito: Smithsonian Magazine, AFP, Reuters
¿Qué crees que sucedería si le pusieran “Stairway to Heaven” de Led Zeppelin o La flauta mágica de Mozart a unas ruedas de… queso? ¿Y si te dijéramos que se comprobó que las ondas sonoras influyen en el sabor de este derivado lácteo? Aunque no lo creas, ¡sucedió en Suiza!
Resulta que un quesero llamado Beat Wampfler, junto con un equipo de investigadores de la Universidad de las Artes de Berna, decidió colocar nueve ruedas de queso Emmental de 10 kilos en cajas de madera individuales, dentro de una cava de maduración.
Durante seis meses, cada queso fue expuesto a un bucle continuo de 24 horas de una sola canción, correspondiente a diferentes géneros musicales, a través de un mini transductor: un dispositivo que dirigía las ondas sonoras directamente al interior de cada rueda.
Un grupo de quesos fue sometido a las notas clásicas de La flauta mágica de Mozart, mientras que otros “escucharon” Stairway to Heaven de Led Zeppelin, Monolith de Yello, e incluso los beats del hip-hop de la agrupación neoyorquina A Tribe Called Quest.
Y eso no es todo: el techno también tuvo cabida bajo los tonos de UV de Vril. Para poder comparar, un queso maduró medio año en completo silencio, mientras que otros tres fueron expuestos a tonos de alta, media y baja frecuencia.
¿El resultado? Increíble

Tras las sesiones de música, las nueve ruedas fueron analizadas por tecnólogos alimentarios del Grupo de Investigación en Percepción de Alimentos de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Zúrich. Y, ¡oh sorpresa! El sabor de los quesos expuestos a la música era más suave en comparación con el que maduró en silencio. Además, encontraron que el queso expuesto a la canción de hip-hop tenía un aroma y un sabor más intensos que los demás.
Por otro lado, un jurado de expertos culinarios también participó tras degustar a ciegas cada queso en dos ocasiones. Coincidieron con los resultados científicos: el queso más suave fue el sometido a los ritmos del grupo neoyoquino considerado uno de los colectivos más influyentes del hip hop alternativo y conscientepor sus letras inteligentes, su fusión con jazz y su estilo relajado pero profundo en lo político y cultural.
Los expertos señalaron que el queso era “sorprendentemente afrutado, tanto en olor como en sabor, y significativamente diferente comparado con las demás muestras”.
Sin embargo, parece que las bacterias también hicieron “un buen trabajo” en el “queso clásico de Mozart”. Para el chef y jurado Benjamin Luzuy, aquella dulce melodía clásica “le hizo bien al queso” (y eso que no es fan de la música clásica).
¿Acaso se trató de un experimento demasiado subjetivo?

Lo cierto es que las muestras serán sometidas a una evaluación biomédica para analizar y validar si realmente hay diferencias estructurales cuando se les pone música a los quesos. Aunque el quesero Wampfler sostiene que muchos factores afectan el sabor y la textura del queso, incluido el sonido.
Por supuesto, las bacterias son responsables del sabor a través de las enzimas que influyen en su maduración. Pero también la humedad, la temperatura, los nutrientes, los ultrasonidos y, por supuesto, la música, pueden tener efectos físicos en cada rueda.
Ante el escepticismo hacia la teoría del quesero Wampfler, Michael Harenberg, director del programa de música en la Universidad de las Artes de Berna, investigó más de cerca y puso sobre la mesa la posibilidad de que los quesos hayan sido influenciados por ondas sonoras, produciendo un efecto como cuerpos sólidos que son. En otras palabras, fueron producto de una rama de la química llamada soniquímica.
Efectivamente, las ondas y sonidos sí influyeron, aceleraron y modificaron sus propiedades químicas.
Como dato curioso: cuando un cuerpo sólido se somete a ultrasonido, se producen burbujas que crecen y colapsan, generando altas temperaturas y presión. Esto crea microambientes ideales para que se presenten reacciones químicas —como suavizar un sabor, por ejemplo.
Así que el quesero Wampfler sí que se salió con la suya. Y ahora planea exponer sus quesos a otros géneros musicales para ver si los efectos se repiten. Es más: ¡planea comercializar quesos según la música con la que maduraron! Ya ha recibido solicitudes de fans que quieren probar el sabor de AC/DC en su queso.
Puede que en esta oportunidad, el queso ganador del experimento fue el más funky de todos, pero eso nos deja varias puertas abiertas a la idea de que una canción adecuada sí puede cambiar el sabor final de un producto.