Neil Armstrong pisó la Luna en 1969, pero fue Thomas Glennan quien, en 1958, preparó el terreno para ese salto histórico. Esta es la historia del hombre que fundó la NASA con más visión que espectáculo, y sin traje espacial, pero con traje y corbata.
Crédito: NASA.gov, The New York Times
Aunque el presidente Eisenhower fue quien impulsó oficialmente “el nacimiento de la NASA” (Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio), al firmar la Ley Nacional del Espacio y la Aeronáutica (National Aeronautics and Space Act) en 1958, fue Thomas Keith Glennan el elegido directamente por él para ser su primer administrador y dirigirla como tal, gracias a su experiencia en ciencia y administración, y sus excelentes relaciones con el sector industrial, adquiridas durante su liderazgo como presidente del Case Institute of Technology en Cleveland, Ohio, desde 1947.
Por si no lo sabías, la NASA fue creada para consolidar una agencia líder en la exploración y carrera espacial, tras el lanzamiento del satélite Sputnik por la Unión Soviética un año antes.
A propósito, a pesar de la urgencia que provocó en Estados Unidos el lanzamiento del Sputnik I, el Dr. Glennan nunca se mostró entusiasta por competir con los rusos. “Nunca lo vi como una carrera”, declaró después. “Siempre estuve convencido de que los alcanzaríamos.”
Entre 1958 y 1961, Glennan fue el encargado de integrar las agencias y programas militares y civiles que ya existían y estaban relacionados con la investigación aeroespacial. También lideró los primeros pasos del programa Mercury, el cual eventualmente llevaría a los primeros astronautas estadounidenses al espacio. Promovió el desarrollo de la infraestructura tecnológica y científica que permitiría misiones más ambiciosas en el futuro; definió la estructura, el presupuesto y la credibilidad de la NASA, y preparó el terreno para la era del programa Apolo que llegaría años después.
Según el Dr. John M. Logsdon, director del Instituto de Política Espacial de la Universidad George Washington, el Dr. Glennan fue “un visionario conservador que compartía con Eisenhower la desconfianza hacia los grandes gobiernos y las organizaciones enormes.” Su salario como funcionario público era de 22,000 dólares.
Conocer quién fue un personaje como Glennan es fundamental porque, como primer administrador de la NASA, sentó las bases de una de las instituciones científicas más influyentes del mundo. Entre sus grandes logros, Glennan defendió una NASA civil, independiente de los intereses militares, y promovió alianzas estratégicas con universidades, centros de investigación y la industria, estableciendo un modelo de cooperación que aún sigue vigente.
Y es que su gestión no solo consolidó la estructura organizativa y presupuestal de la agencia, sino que también preparó el terreno para hitos históricos, demostrando que el liderazgo con visión técnica y ética puede tener un impacto duradero en la historia de la humanidad.
La versatilidad de Thomas Glennan: pionero en la industria, guerra, ciencia y educación

Nacido el 8 de septiembre de 1905 en Enderlin, Dakota del Norte, obtuvo su título en Ingeniería Eléctrica en la Escuela Científica Sheffield de la Universidad de Yale en 1927.
Una de las curiosidades de su vida es que, al graduarse, se incorporó a la industria del cine sonoro, y más tarde se desempeñó como superintendente asistente de servicios generales en una subsidiaria de Western Electric Company, empresa que años más tarde se convertiría en la principal compañía de fabricación y suministro del sistema Bell, el brazo industrial de AT&T.
Y eso no es todo: también fue gerente de estudios en Paramount Pictures, Inc. y Samuel Goldwyn Studios, además de trabajar en Vega Airplane Corporation, que construía principalmente aviones militares.
De la misma manera, Glennan se unió a la División de Investigación Bélica de la Universidad de Columbia, donde sirvió durante la Segunda Guerra Mundial como administrador y como director de los Laboratorios de Sonido Submarino de la Armada de EE. UU.
Sumado a su brillante currículum, se encuentra su experiencia trabajando en Ansco Corp., una de las principales competidoras de Kodak en EE. UU., para luego dirigir el Case Institute of Technology, que bajo su liderazgo pasó de ser una institución local a convertirse en una de las principales escuelas de ingeniería del país. Asimismo, fue miembro de la Comisión de Energía Atómica de EE. UU., presidió la junta del Institute for Defense Analysis, fue miembro de la Fundación Nacional de Ciencia y del Consejo de Ayuda Financiera a la Educación.
Fue nombrado Fellow de la Academia Estadounidense de Artes y Ciencias y recibió también varios doctorados honorarios en Ciencias.
El arquitecto silencioso de la NASA: orden, visión y conquista del espacio
Como administrador de la NASA, Glennan se enfrentó al desafío de absorber el Comité Asesor Nacional para la Aeronáutica (NACA), que incluía no solo 8,000 empleados, sino un presupuesto anual de 100 millones de dólares, laboratorios de investigación y numerosas instalaciones de prueba, para integrarlos en la nueva NASA.
Una de sus primeras acciones fue convencer al ingeniero alemán de cohetes Wernher von Braun de dejar al Ejército —para quien construía misiles— y unirse a la agencia para trabajar en sondas espaciales y otros proyectos relacionados con los vuelos espaciales. “Intuí casi de inmediato que él no estaba interesado en construir misiles”, dijo el Dr. Glennan sobre el científico alemán. “Lo que le interesaba era salir al espacio.”
También integró a la agencia otras organizaciones y proyectos de exploración espacial para establecer un programa científico viable a largo plazo; fundó el Centro de Vuelo Espacial Goddard en Greenbelt, Maryland; e incorporó programas de satélites, sondas lunares y el desarrollo de un motor de cohete proveniente de la Fuerza Aérea.
En 1958, obtuvo el control del Jet Propulsion Laboratory (JPL) y, dos años después, gestionó el traspaso a la NASA de la Agencia de Misiles Balísticos del Ejército en Huntsville, Alabama, que fue renombrada como Centro de Vuelo Espacial Marshall.
El objetivo de Glennan era asegurarse de que la NASA se convirtiera en la agencia principal del gobierno federal para llevar a cabo todas las actividades espaciales, mientras que delegaba funciones de satélites de reconocimiento, misiles balísticos y proyectos en fase de estudio al Departamento de Defensa.
Es importante mencionar que, bajo su dirección, la NASA propuso un plan para enviar una misión tripulada a la Luna en algún momento después de 1970. Antes de que la administración Kennedy tomara el control en 1961, también “luchó por mantener a la NASA como una agencia pequeña”, afirmó Logsdon. El presidente John F. Kennedy expandió significativamente la NASA y aceleró su cronograma. El administrador saliente consideró esto imprudente.
Tras dejar la NASA en 1961, Glennan regresó a la vida académica hasta 1966, cuando se retiró para dedicarse a promover la educación superior en el país y representar a Estados Unidos ante la Agencia Internacional de Energía Atómica en Viena. Luego se radicó en Virginia, y en la década de 1980 se mudó a Maryland.
Glennan falleció el 11 de abril de 1995, tras sufrir un derrame cerebral. Siempre será recordado como el educador que supo organizar de manera asertiva y ordenada la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA).
Puede que Glennan no fuera astronauta, pero sin él, los viajes espaciales tal vez no hubieran despegado con la misma fuerza. Con visión, orden y discreción, construyó desde cero una institución que cambiaría la historia de la humanidad.