Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Tres tristes tigres y un vino: la nueva farsa de Profeco

Tres tristes tigres y un vino: la nueva farsa de Profeco

Estoy indignado. Hace unos días, el diario El Siglo de Torreón, publicó una nota que decía que “el laboratorio” de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), seleccionó el mejor vino tinto de México. Hago un paréntesis a ver si estamos de acuerdo: Profeco debería es estar pendiente de defender los ultrajados derechos de los consumidores, y de detener el ingreso de tantos productos nocivos para la salud, que lo único que hacen, es elevar las estadísticas de diabetes e hipertensión de la población, que ya de por sí, están por las nubes. Un dato curioso: en 2023, 55.885 mexicanos murieron por causa diabetes mellitus, de acuerdo con el INEGI.

Punto aparte, volvamos al tema que me tiene indignado. Es que no entiendo, por qué Profeco le dio por realizar un estudio para escoger el mejor vino tinto mexicano. ¡No lo sé!

Les confieso que me causa escozor, porque, evidentemente, Profeco no tiene ni la más mínima idea ni de lo que es un vino, ni un buen vino, ni un buen vino tinto, ni mucho menos un buen vino tinto mexicano.

 ¿Cómo habrán hecho “sus evaluaciones”?, ¿En qué experiencia se habrán basado para escoger cuál es el mejor vino tinto mexicano?, ¿Con qué panel de enólogos, wine makers, sommeliers y expertos contaron para emitir un dictamen tan relevante? En otras palabras, ¿cómo se atreven a decir cuál o cuáles son los mejores vinos tintos mexicanos?

Aquí va el dictamen de Profeco: la mejor opción en el mercado mexicano es… (ruido de tambores) la marca Orlandi. La nota no dice a qué bodega pertenece y dónde se encuentra ubicada, pero yo se los complemento: es una referencia de viñedos La Redonda, ubicada en Querétaro.

En cuanto a las cepas y porcentajes utilizados en la elaboración de Orlandi, dice, “a secas”, que “es un vino, producido con mezcla de uvas merlot y cabernet sauvignon y envejecido en barrica de roble americano.” Falta detallar los porcentajes de cabernet y merlot que el blend ganador de Profeco contiene; al igual que cuánto tiempo fue conservado en barricas de roble francés, americano o ambas. Falta contexto. Falta responsabilidad al momento de evaluar o considerar un producto, basándose en criterios personales, experiencias, conocimientos, o valores.

¿Y qué más analizó Profeco de Orlandi y en general de los vinos mexicanos? Bueno, aquí viene otra “apreciación”. Dice que “se analizó la cantidad de alcohol, cantidad de metanol, contenido neto, olores y sabores.” Esos valores analizados tienen que ver es con la composición química y producción de cualquier vino como tal, más que con la calidad. Así que  dichos criterios, poco o nada, justifican que Orlandi fuera calificado “altamente con cinco estrellas de cinco.”

Aquí van más razones por las cuales “supuestamente” ganó Orlandi. Dicen que “la botella cuenta con 12.57 grados de alcohol” y que su precio oscila “entre 360 y 490 pesos por 750 ml.” ¿Y eso qué tiene que ver con que haya ganado cinco estrellas de cinco?

Hay referencias que obtuvieron una calificación de cuatro estrellas, como Galileo El Cielo Tempranillo, con 14.37 grados de alcohol y cuyo precio es de 599 pesos; L. A. CETTO Cabernet Sauvignon, con 13.68 grados de alcohol y un precio de 195 pesos en el mercado; y L. A. CETTO Petite Sirah, 13.98 grados de alcohol y un precio de 195 pesos. En este punto, no entiendo por qué Profeco insiste tanto en mencionar los grados de alcohol, si hay vinos con porcentajes de alcohol más altos o más bajos que los mencionados, y de esos valores no depende su calidad.

El grado de alcohol no es sinónimo de calidad en un vino

Hablemos del alcohol en un vino. El objetivo de cualquier enólogo es que sus vinos lleguen, al menos, a 12 grados de alcohol con una fermentación natural, es decir,  sin necesidad de agregar azúcares; con algunas excepciones en algunos países europeos, que producen vinos de menor grado alcohólico, pero de buena calidad, como algunos pinot noir alemanas, que llegan a los 11 grados y son bastante buenos.

Es importante tener claro que el grado de alcohol depende del calor y de las condiciones climáticas que hubo ese año de la vendimia, al igual que de la latitud en que se encuentre ubicado el viñedo, y en general, del terroir. De ahí que un gran vino de Burdeos tenga normalmente 12.5 grados de alcohol, mientras que los syrah australianos lleguen a 14 grados,  y no por eso son mejores o peores.

Ante tanta falta de profesionalismo y criterio a la hora de emitir un juzgamiento sobre cuál es el mejor vino tinto mexicano, me di a la tarea de consultar el informe completo de Profeco que, a  propósito, se llama ¡Por mis vinos, bohemios! Digamos que, escarbé “entre sus tripas”, las razones por las cuales dicen que Orlandi es el mejor vino tinto mexicano.

¡Por mis vinos, bohemios!, dice que se analizaron 19 vinos tintos mexicanos, de menos de $400 pesos, comercializados en Ciudad de México, y que se pudieran adquirir “al menudeo”. Primera falla: ¡el informe comienza sesgado! Porque una muestra técnica de 19 ejemplares no es un universo significativo, si se tiene en cuenta que la Guía Peñín 2024, por ejemplo, incluyó 410 vinos mexicanos que fueron catados por un panel de especialistas.

Ahora bien, si el objetivo de ¡Por mis vinos, bohemios!, se ciñe a los mejores vinos tintos, mexicanos, de menos de 400 pesos, que solo se consiguen por menudeo en Ciudad de México, ¡entonces especifíquenlo desde el principio! No se tomen el atrevimiento de enviar comunicados de prensa a todos los medios de comunicación, ni generalicen diciendo que X o Y marcas son las mejores de México.

Quiénes y cómo realizaron el análisis sensorial de los 19 vinos “preferitti”?

Sigamos con el “valiente” informe de Profeco y detengámonos en un tema que me interesa: quiénes realizaron el análisis sensorial de los 19 “preferitti”. Dice que un panel de tres catadores (léase bien) tres catatores, independientes, realizaron un análisis sensorial de las muestras, a ciegas, bajo un “protocolo de catación” que permitiera emplear los mismos criterios para todas las muestras. En otras palabras, dejaron en manos de «tres tristes tigres» la decisión del mejor vino tinto mexicano. Discúlpenme, pero tres personas, por más profesionales que sean, no son la cantidad representativa para realizar un ejercicio de estos. En el Concurso Mundial de Bruselas, por ejemplo, normalmente hay entre cinco y siete catadores por mesa… ¡Pero hay entre 50 y 60 mesas en el recinto!

Otra curiosidad, en cuanto a la valoración organoléptica del informe,  es que los tres catadores se basaron fue en “buscar defectos como turbiedad, olores acéticos, sulfurosos, a moho, humedad o solventes, y sabores agrios o desbalanceados”, y no en analizar de manera integral cada muestra. Y es que más adelante, en el informe, salen las supuestas fichas de cata de cada muestra, en donde se evaluó: precio, variedad de uva, presentación, contenido de alcohol, clase de vino por el contenido de azúcares y evaluación sensorial. ¿Cuál evaluación sensorial si salen son estrellas?

Hablando de fichas profesionales de cata, desde 1969, Wine and Spirit Education Trust de Londres (WSET), es una entidad que brinda la mejor educación y calificaciones para capacitar a profesionales y entusiastas del vino. Su metodología, llamada Técnica Sistemática de Cata, es una de las más reconocidas y serias del mundo. Así que invito a Profeco a que le eche una leída.

Podrán ver que, en valoraciones como apariencia, se encuentran variables como claridad, intensidad (pálido, medio o intenso) y color (púrpura, rubí, granate o teja). Y en nariz, se evalúa la condición, la intensidad y las características del aroma (frutal, floral, especias, vegetal, roble, otros). En tanto en boca, variables como dulzor (seco, casi seco, medio, dulce), acidez (baja, media, alta), tanino (bajo, medio, alto), cuerpo (poco, medio, mucho), características de sabor, aroma (frutal, floral, especias, vegetal, roble, otros) y final (corto, medio, largo) son un must. Ni que decir de las conclusiones, en donde se evalúa la calidad, si la muestra es pobre, aceptable, buena, muy buena o excelente.

Queda por decir que si a Profeco le da por hacer otro estudio sobre cuáles son los mejores vinos, ya sean tintos, blancos, mexicanos, extranjeros, económicos, costosos por favor sean responsables; y desde el principio, informen a la opinión pública de que su muestra es segmentaba bajo determinados criterios. Asimismo, aumenten sus paneles de catadores (en México existen excelentes profesionales dedicados al mundo del vino, que han estudiado, y que están capacitados para valorar estas muestras), apliquen un sistema técnico de cata serio como el del WSET,  y eso sí: caten más vinos porque 19 es muy poco comparado con la producción de ejemplares que hay en nuestro país.

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