Astrólogo (y a la vez católico por obligación), médico, escritor, consejero político… Nostradamus alcanzó la fama mundial gracias a sus profecías escritas en prosa, en las que mencionó que la humanidad caería ante figuras como Napoleón y Hitler. Hoy lo recordamos, mientras conmemoramos el aniversario de su fallecimiento, ocurrido un 2 de julio de 1566.
Créditos: EBSCO y The Riddle of Nostradamus: A Critical Dialogue de Johns Hopkins
Nacido en Saint-Rémy-de-Provence, en el sur de Francia, en 1503, Michel Notredame se convirtió en un personaje fascinante por sus enigmáticas profecías, que han cautivado a sus lectores durante siglos gracias a su estilo alusivo, lleno de misterio y ambigüedad. Todos podemos ver en sus palabras lo que deseamos encontrar.
Veamos un ejemplo. ¿Recuerdas que, tras el atentado del 11-S en 2001, se decía que Nostradamus lo había predicho? De hecho, en la Cuarteta VI, 97 de sus profecías, dice literalmente:
«Cinco y cuarenta grados cielo arderá,
Fuego se acerca a la gran ciudad nueva,
Al instante gran llama se esparcirá,
cuando se quiera probar a los normandos.»
Muchos interpretaron que “la gran ciudad nueva” era Nueva York, que el cielo ardiente aludía a los aviones, y que “los normandos” representaban al mundo occidental. Ahí te dejo con la incertidumbre.
Del dolor a la profecía: el origen del mito de Nostradamus
De baja estatura, contextura robusta y barba poblada, Nostradamus fue médico (siempre llevaba un gorro de cuatro puntas, característico de los médicos de su época) y maestro durante varios años, pero su vida estuvo marcada por una tragedia: toda su familia murió a causa de la peste, lo cual se vio reflejado en sus obras apocalípticas.
Enérgico y temperamental, era elogiado por su rapidez mental, memoria aguda y generosidad, aunque tales descripciones podrían parecer hoy algo genéricas. Se le representa típicamente con el característico gorro médico de su tiempo.
Todo comenzó cuando Nostradamus empezó a publicar sus almanaques astrológicos en 1550, para luego dar vida a su colección de profecías titulada Les Prophéties: cuartetas que pronostican el destino de la humanidad hasta el año 3797 de nuestra era.
Si has tenido la oportunidad de leer o escuchar algunos de sus versos, notarás que son bastante sombríos y que mezclan referencias locales con predicciones generales. De ahí que hayan despertado tanto admiración como escepticismo entre la gente de la época y sus colegas astrólogos.
Su obra llamó incluso la atención de la corte francesa, al punto de que Nostradamus se convirtió en consejero de la reina Catalina de Médicis, quien lo buscaba para guiar las decisiones de su familia.
Sumado a su don para pronosticar el futuro, el joven Michel vivió en una Europa convulsionada, marcada por el caos político y los conflictos religiosos. Sin embargo, su legado continúa hechizando no solo a estudiosos que buscan desentrañar el enigma detrás de sus palabras, sino también a quienes buscan sentido y conexiones en sus profecías. Tenía una asombrosa capacidad para reflejar los temores e incertidumbres de su tiempo, lo que ha hecho que sus predicciones sigan siendo relevantes hasta hoy.
¿Acaso Nostradamus poseía desde joven el don de interpretar cómo los planetas, las estrellas y la Luna influyen en los acontecimientos humanos y en la personalidad de las personas?
Curar bajo las estrellas: los orígenes médicos y astrológicos de Nostradamus

De su infancia se sabe que quizá su padre y su abuelo fueron médicos, aunque otros creen que eran comerciantes de granos. Lo que sí es cierto es que la familia se convirtió del judaísmo al cristianismo para poder permanecer en la Francia católica. También se sabe que Michel fue un alumno prometedor que estudió en Aviñón y Montpellier, y que su currículo incluía no solo matemáticas, sino también astronomía y astrología.
En 1522 ingresó a la Universidad de Montpellier para estudiar medicina, donde la astrología seguía siendo parte del programa junto con anatomía y cirugía. Allí se especializó en farmacología, especialmente en el tratamiento de la peste. Practicó la medicina durante varios años y fue aprendiz del médico y erudito Jules-César Scaliger en Agen.
Poco después se casó y tuvo dos hijos. Pero entonces ocurrió la tragedia: su esposa e hijos murieron de peste en 1537, mientras él viajaba atendiendo a otros enfermos. A raíz del dolor y tras discutir con su mentor —quien lo acusó de herejía—, se dedicó a viajar, enseñar y practicar medicina tanto en Francia como en Italia.
Tiempo después encontró nuevamente el amor y se casó con Anna Ponce Gemelle en Salon-de-Provence, en 1550. Tuvieron seis hijos.
A partir de ese momento, Nostradamus se dedicó a publicar los almanaques astrológicos que mencionamos anteriormente, muy populares en su tiempo. También publicó tratados de fórmulas médicas y cosméticas, así como otros documentos de origen dudoso.
“Les Prophéties”: el legado ambiguo que convirtió a Nostradamus en mito eterno

¿Cómo hablar de Nostradamus sin mencionar su obra más famosa y ambigua, Les Prophéties? Estas anticipaban eventos sin un orden cronológico claro. Las “centurias”, llamadas así porque teóricamente contenían cien versos cada una, sumaban en total cerca de mil cuartetas (estrofas de cuatro versos).
Sus profecías combinan la inestabilidad política de Francia y Europa con predicciones de desastres naturales —una apuesta segura, según los escépticos—. Si bien sus habilidades poéticas son dignas de atención, su sintaxis resulta incierta e incoherente. ¿Qué pretendía expresar realmente Nostradamus? ¿Era el lucro su motivación?
Por un lado, las clases altas interpretaban su oscuridad como signo de erudición; por otro, el pueblo lo rechazaba por su creciente riqueza y su supuesta conexión con lo sobrenatural. Incluso otros astrólogos lo criticaban por errores técnicos. Sin embargo, sus obras se vendían muy bien.
La fama de Nostradamus creció rápidamente, hasta llegar a la corte francesa, y en particular a Catalina de Médicis, quien quedó tan impresionada que lo llevó a París en 1556. Allí leyó los horóscopos de los príncipes y princesas, y predijo que algunos de ellos serían reyes (algo bastante probable, por cierto).
Aunque era astrólogo y católico ortodoxo, estos roles no se consideraban contradictorios en su época. Sin embargo, un conjunto de cartas descubierto por el académico Jean Dupèbe reveló que Nostradamus simpatizaba con el protestantismo. Esto pudo haberle costado la vida en la Francia ultracatólica. ¿Qué habría sido de Nostradamus si esas cartas hubieran caído en manos equivocadas? Tal vez hoy no estaríamos contando esta historia.
Finalmente, Nostradamus regresó al sur de Francia y aumentó sus ingresos prestando dinero. Incluso financió parcialmente un proyecto para canalizar los ríos Ródano y Durance, el cual se completó con éxito en 1559.
Siete años después, murió a los 63 años en su casa en Salon-de-Provence, tras sufrir de artritis, gota e insuficiencia cardíaca. Curiosamente, una de sus profecías decía que “su cuerpo sería hallado cerca de su cama y banco”. Y efectivamente, había colocado un banco para ayudarse a subir a la cama y fue encontrado allí tras su muerte.
¿Por qué es tan importante su legado como el profeta más famoso de la historia? Porque vivió en una época dividida entre lo oculto y lo sobrenatural de la Edad Media, y la razón científica del Renacimiento. Porque vivió el caos político, la rivalidad entre protestantes y católicos, las pestes que azotaban Europa… y porque perdió a su primera familia. No es de extrañar su obsesión con las catástrofes, los desastres y la inseguridad personal. Obligado a convertirse al catolicismo, su fe terminó inclinándose hacia el protestantismo.
A más de 450 años de su muerte, Nostradamus sigue despertando curiosidad, debate y asombro. Más allá de la exactitud de sus profecías, su obra nos recuerda que siempre hemos buscado respuestas en el cielo, y en ese anhelo de comprender el caos, Nostradamus, el profeta enigmático fue el espejo de nuestras incertidumbres.