Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Columna de opinión:

Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
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Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman
Esta es la factura pendiente que la píldora tendrá que pagar…

Esta es la factura pendiente que la píldora tendrá que pagar…

El uso de la píldora, entre otros anticonceptivos hormonales, podría aumentar el riesgo de desarrollar cáncer de mama… ¿Qué tan seguras son realmente las hormonas que millones de mujeres consumen a diario para decidir sobre su fertilidad?

Sí, esa píldora que fue sinónimo de revolución femenina, símbolo de libertad sexual y pesadilla de los sectores más conservadores, vuelve a estar en el banquillo de los acusados.

La famosa píldora anticonceptiva, creada por el biólogo norteamericano Gregory Pincus y el ginecólogo John Rock, a partir del desarrollo científico liderado por la filántropa Katharine McCormick y Margaret Sanger —la enfermera activista que tuvo el atrevimiento de abrir la primera clínica de planificación familiar en Brooklyn (y sí, terminó en la cárcel por ello)—, hoy abre un nuevo debate: aumenta el riesgo de cáncer de mama.

¡Como si no llevara más de seis décadas sacudiendo los escenarios de política, religión, ciencia, feminismo y hasta revolución social desde 1960!

Y ahora, ¡sorpresa! Un estudio publicado en JAMA Oncology —una de las revistas médicas más prestigiosas del mundo, o sea, no un TikTok de salud alterna— asegura que el consumo de anticonceptivos hormonales está vinculado con un mayor riesgo de cáncer de mama.

En 2022, 665,648 mujeres fallecieron por esta enfermedad a nivel mundial. Y para finales de 2025, se estima que 316,950 nuevos casos serán diagnosticados en Estados Unidos. En México, solo en 2024, más de 20,000 mujeres fueron diagnosticadas.
Sé que son números fríos, pero contundentes… y, curiosamente, nunca figuran en los comerciales rosas y floreados, donde mujeres sonríen mientras deciden sobre su fertilidad.

Pastillas, implantes, inyecciones, sistemas intrauterinos… la artillería hormonal completa estuvo frente al banquillo. Todos estos métodos de planificación —que contienen progestina o estrógeno y progestina, versiones sintéticas de la hormona que el cuerpo fabrica de manera natural— fueron estudiados durante 13 años, con excepción de las píldoras de emergencia.

Los investigadores, financiados por la Sociedad Sueca del Cáncer, el Consejo Sueco de Investigación y la Fundación Sjöberg, analizaron seis tipos de progestina usados en anticonceptivos hormonales y descubrieron que los que contenían desogestrel y etonogestrel estaban vinculados con un mayor riesgo que los productos con levonorgestrel.

No todos los métodos y píldoras salieron tan mal paradas

Ojo: no todos los métodos salieron tan mal parados. Los anillos vaginales (NuvaRing) con etonogestrel, la inyección Depo-Provera y las píldoras combinadas con drospirenona (Radiance, Yasmin, Ilimit) no mostraron un aumento significativo en el riesgo.

Pero… según la NORM-005-SSA2-1993, el PLM, la COFEPRIS y las guías de la ISMM, los medicamentos que sí contienen desogestrel son: Cerazette, Desogestrel Liomont, Desogestrel Sandoz, Desogestrel Cinfa y Exluton; mientras que los que contienen levonorgestrel incluyen: Nordette, Microgynon, Rigevidon, Ciclomex, Noriday, y los dispositivos intrauterinos Mirena y Kyleena.
Seguramente estos nombres no son desconocidos para ninguna mujer.

El estudio, realizado en la Universidad de Uppsala, en Suecia, analizó datos de 2,095,130 mujeres de entre 13 y 49 años. Excluyeron a quienes ya tenían antecedentes de cáncer, tratamientos de fertilidad o cirugías de ovarios.

El resultado: 1.28 millones usaban anticonceptivos hormonales, y de los 16,385 casos de cáncer de mama reportados entre 2006 y 2019, 8,485 ocurrieron en ese grupo.

Y es que los efectos secundarios de los anticonceptivos hormonales no son novedad. Según The Epoch Times, ya se habían documentado efectos adversos; por ejemplo, un estudio de agosto de 2023 halló que las mujeres que usan píldoras anticonceptivas no experimentan la misma reducción en los niveles de cortisol, la hormona del estrés, durante una interacción social.
En otras palabras: las mujeres que toman la píldora siguen con el cortisol a tope en plena conversación.

El punto es que casi todas las mujeres han usado algún método anticonceptivo en su vida. Según el CDC, el 54.3 % de las mujeres de entre 15 y 49 años usaban anticonceptivos en 2022 y 2023, siendo las píldoras orales el método más común.

Y claro, el hallazgo de que el desogestrel aumenta el riesgo de cáncer de mama más que otras progestinas es el nuevo ingrediente del eterno debate. Un dato que no se había reportado antes, y que ahora obliga a los ginecólogos y ginecólogas a “mirar con lupa” lo que recetan; y a las mujeres, a ser conscientes de lo que consumen.

Espero que este hallazgo no “demonice” aún más a la píldora ni a los anticonceptivos hormonales. No es momento de volver a la Edad Media…

Así como en los años sesenta la píldora significó libertad, hoy la evidencia invita a la prudencia. Porque la anticoncepción ya no puede verse solo como planificación familiar, sino como una cuestión de salud integral.

Amigas, hermanas, tías, primas, esposas, hijas, sobrinas: ustedes tienen el derecho a decidir, y ese derecho también implica el derecho a saber qué riesgo eligen correr cuando optan por métodos hormonales que contengan desogestrel y levonorgestrel.

Porque la que liberó, hoy podría también poner el cuerpo —literalmente— en jaque mate.

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