En una revisión histórica, el Museo de North Hertfordshire de Reino Unido decidió que comenzará a referirse al emperador romano Heliogábalo con el pronombre femenino de ‘ella’. Antiguos escritos muestran que se trataba de una persona transgénero que se quería ser llamada como “dama”. Según historiadores clásicos Heliogábalo usaba ropa de mujer, maquillaje y pelucas, y organizaba sangrientas orgías. Su muerte fue tan controversial como su vida.
Créditos: Wikipedia, Clarín, Perfil, National Geographic, Infobae

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La identidad de Heliogábalo, el emperador romano que gobernó durante solo cuatro años en el siglo III D.C., ha sido objeto de especulación y curiosidad a lo largo de la historia.
Sin embargo, durante la exposición que hará en su honor, el Museo de North Hertfordshire del Reino Unido, ha decidido dar un paso significativo al reclasificar a Heliogábalo como mujer trans, reconociendo su identidad de género y utilizando pronombres femeninos para referirse a “ella”.
Tanto el presente como el pasado están siendo reinterpretados desde una perspectiva de género. Hoy en día se busca revisar la historia desde claves de género y diversidades para repensar cómo se ha narrado la historia, sobre todo en una cultura sexualmente variada como la que vivió en la antigua Roma.
El fundamento principal por el que se concluye que el gobernador del Imperio Romano (desde el año 218 hasta 222) se autopercibía como mujer surge de lo que cuenta en sus textos Cassius Dion en el siglo III d.C. Supuestamente, cuando un hombre atractivo se refirió a Heliogábalo como “mi señor emperador”, el líder le respondió: “No me llames señor, pues soy una dama”.
En un supuesto acto de reparación de su identidad de género, los historiadores utilizarán los pronombres de ‘ella’ y ‘ellas’ para referirse al líder.
La política del museo , que alberga en su colección una moneda de plata de Heliogábalo, establece que los pronombres utilizados en las exposiciones respetarán el deseo de la persona.
Desde el museo, explicaron que Heliogábalo “sin duda prefirió este pronombre y eso es algo que reflejamos cuando hablamos de ella en época contemporánea”, según consignó The Daily Telegraph.
Por otra parte, el mismo portavoz del museo, sostuvo ante la BBC que “ser sensible a la hora de identificar pronombres de personas del pasado» era un acto de “cortesía y respeto” hacia ellas.
¿Quién era Heliogábalo?

Heliogábalo, también conocido como Marco Aurelio Antonino Augusto, fue un emperador romano que gobernó desde el año 218 D.C. hasta el 222 D.C.
Su nombre original era Varius Avitus Bassianus, pero pasó a la historia con el nombre de Heliogábalo, derivado del dios solar sirio Helios y de la ciudad sagrada Emesa, donde nació.
Más allá de la actual polémica con su autopercepción, Heliogábalo fue una figura inmensamente controversial durante su breve mandato, siendo que hizo caso omiso a las tradiciones religiosas y a los tabúes de Roma.
Es por ello que ha sido incluido en la lista de “los emperadores malos” o escandalosos del Imperio Romano.
Heliogábalo y su fama de promiscuidad
Heliogábalo no solo escandalizó a la nobleza de Roma por sus ideas y cambios en la religión, sino también por su comportamiento no convencional y supuesta promiscuidad.
Según las crónicas de Cassius Dion, senador y contemporáneo de Heliogábalo en el siglo III d.C el emperador ganó fama por su forma de ejercer la sexualidad y por por su unión conyugal.
Cuenta que el emperador estuvo casado cinco veces, cuatro con mujeres y una vez con un ex esclavo, además de otros amantes varones. En este matrimonio final, Dion escribe que el emperador “fue otorgado en matrimonio y fue llamado esposa, amante y reina”.
También, de acuerdo a este historiador, Heliogábalo se vestía como mujer, usaba pelucas y maquillaje, participaba en orgías.
En una sociedad que valoraba la virilidad en los hombres, esto fue considerado inaceptable, especialmente tratándose del emperador.
No obstante, hay historiadores que postulan que la referencia a su uso de maquillaje y pelucas podría haber sido una táctica para desacreditar al impopular emperador.
Aunque los romanos eran conscientes de la fluidez de género, el Dr. Shushma Malik, profesor de clásicos en la Universidad de Cambridge, sugiere que el lenguaje afeminado se utilizaba más en contextos mitológicos y religiosos que para describir personas reales.
Heliogábalo: su llegada al poder fue tan pronta y controversial como su caída

Como Emperador romano tuvo un mandato efímero, ya que sólo reinó desde el año 218 hasta la fecha de su muerte, un total de cuatro años.
Su abuela Julia Mesa fue quien, con sus influencias políticas, tramó un complot contra el emperador Marco Opelio Macrino para levantar a su nieto Heliogábalo.
Tras ascender al poder a los catorce años, muchos historiadores sostienen que su mandato como emperador fue una especie de festival constante de erotismo. Y esta característica fue el caldo de cultivo para la fabulación en torno a su figura.
Una gran cantidad de historiadores especializados en la Antigua Roma, coincidieron en definir a Heliogábalo como «uno de los peores de su clase».
Su muerte llegó tan pronto como su asunción a cargo del imperio romano, y si bien planeaba como morir, esta se dio como no lo imaginaba.
Heliogábalo siempre creyó en la profecía de un sacerdote sirio quién le dijo que tendría una muerte violenta. Debido a esto, Heliogábalo armó su propia escena para morir.
Si había problemas, tenía ideado colgarse con un lazo de seda púrpura y escarlata. Si ello fallaba, había preparado un cuchillo de oro para apuñalarse. El tercer plan para su muerte era saltar de una torre suicida especialmente construida para ese momento final.
Sin embargo, Heliogábalo nunca tuvo chances de usar la torre, el cuchillo o el lazo de seda. En marzo de 222, luego de sólo cuatro años en el poder, los soldados de Roma finalmente se rebelaron contra el emperador.
Después de matar a sus siervos fueron tras Heliogábalo y lo encontraron escondido en una letrina. Lo asesinaron junto a su madre y ambos murieron abrazados.
Antes de que sus restos fueran arrojados al Tíber, los decapitaron y arrastraron sus cuerpos desnudos por las calles de Roma. Como era de esperar, el amante de Heliogábalo corrió la misma suerte.