Cuidado: otra vez se presenta nueva ola de contagios de COVID en Estados Unidos. En contexto en donde la gripe, el VSR, la influenza y el COVID convergen, hay que aprender a ‘surfear’ sobre estas olas que se seguirán presentando. No esperemos a que nos impongan medidas de prevención: “¡es hora de adaptarnos a vivir en esta nueva realidad y volvernos a poner el cubrebocas!
Lo pronostiqué. Lo anuncié: “vendrá otra ola de COVID”. Pero me tiraron de loco. Incluso, lo conversamos varias veces con nuestra colaboradora Carol Perelman -química, farmaceútica y bióloga por la UNAM- en varios programas. De hecho, se anunció el regreso del cubrebocas y si sigue aumentando la ola, volverán a cerrar lugares públicos. ¡Se los dije!
Y es el COVID parece no tener fin. Tarde o temprano convertirá en ese amigo “incómodo” que a todos les cae mal, pero nos toca aprender a convivir con él.
Cada mes surgen variantes, subvariantes, descendientes de subvariantes y mutaciones de la cepa original de SARS-CoV-2. Alguna vez fue Ómicrom, otras veces Pirola y ahora la variante JN.1.
De manera paralela, las grandes farmaceúticas y la comunidad científica trabajan en nuevas vacunas, de acuerdo con la variante que esté de moda.
La realidad es que surge una y otra variante escoltada por su subvariante, que varía de país en país. En España aparece una, en Estados Unidos otra…
Recientemente, Perelman escribió un tuit en la plataforma X que decía que “según muestras de frenaje en Estados Unidos, en esta ola invernal por la variante JN.1 hay 2 millones de nuevos casos de COVID al día, las salas de emergencia repletas de pacientes mayores de 70 años y 1,500 muertes a la semana.”

¿Y cómo anda la situación en México? Pues no lo sabemos. Porque si ni el gobierno ni las entidades de salud hacen pruebas de drenaje en la población, ni proveen información, ni registran pruebas o enfermos, mucho menos van a monitorean el avance de la nueva ola.
¿Dónde está el Secretario de Salud? ¿Acaso hay uno?
Lo que sí se sabe es que el Sistema de Información de la Red IRAG (Infección Respiratoria Aguda Grave) reporta saturación de hospitales por pacientes de COVID. Incluso se estima que la ocupación oscia entre un 80 hasta un 100 por ciento en varios hospitales.
¿Será que muy pronto las salas de urgencias volverán a “no dar a basto” y nos estaremos peleando otra vez por los respiradores? ¿Volveremos a usar cubrebocas obligatorio?
La gran ola de COVID se veía venir desde el horizonte. ¿Pero realmente qué tan grande es? ¿Acaso tendremos que convertirnos en expertos en “sacarle el quite” a cada variable y subvariable que aparezca cada tres meses?
¿O acaso nos tenemos que resignar a vivir enfermos, ya que las vacunas creadas a partir de la última variable y que fueron lanzadas en Estados Unidos hace unas semanas, ni se consiguen en México?
La que se consigue gratuita, la cubana Abdala, está muy desactualizada porque fue creada para combatir el virus SARS-COV-2; y ya vamos en la variante JN.1. Además, no me la pondría “ni porque me pagaran”.
Hemos llegado a un punto de confusión en el que la gripe, el virus sincicial respiratorio (VRS), la influenza y la nueva ola de COVID conviven juntos y revueltos en pleno invierno. Incluso, algunas personas experimentan dos de estas enfermedades al mismo tiempo.
¿Qué tan grande es esta nueva ola? ¿Cómo nos debemos preparar?

A partir de métricas utilizadas para rastrear la propagación del virus en Estados Unidos -como extraer datos a partir de aguas residuales- la curva de COVID en algunos gráficos aparece bastante pronunciada. Así lo asegura un informe de The New York Times.
Abro paréntesis: así como hacen en Dinamarca -país que superaremos este año en servicio de salud según prometió el presidente AMLO-; o como hacen en el primer mundo, podríamos monitorear la cantidad de virus detectado en aguas residuales. Y no solo hacer seguimiento. También detectar, prever y hacer un recuento de los casos de infectados.
Volviendo al tema, los modeladores -que utilizan modelos matemáticos o estadísticos para predecir-, confirman que la oleada podría alcanzar su punto máximo la otra semana o poco después; sumado a niveles elevados de transmisión esperados para febrero.
Y es que si bajamos esta predicción a nuestro día a día, no hay diferencia alguna. De 10 personas a mi alrededor, siete están contagiadas y/o acabaron de pasar por una enfermedades respiratoria. Y estoy más que seguro que en la mayoría de los casos, andaba camuflada la nueva variante JN.1.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos andan preocupados por la variante JN.1.
Son conscientes de que muchas personas están enfermas de gripa, influenza, Virus Sincitial Respiratorio (VSR) u otros virus invernales comunes. Pero JN.1 también está devastando a la población.
Además ya no rastrean el número de casos de COVID-19, lo que dificulta saber qué amplia y rápidamente mente se está propagando el virus, pero según las estimaciones de las agua residuales, “todos los días, más de un millón de personas en Estados Unidos pueden estar recién infectadas en el pico de esta gran ola”.
Al igual que todos los años desde 2021, 2024 comienza con un aumento de casos de COVID, para el cual los estadounidenses se preparan una vez más para vivir en su «nueva normalidad». Parece que nos la pasaremos de «nueva normalidad» en «nueva normalidad».
La epidemióloga Katelyn Jetelina consultada por la revista Time lo sentencia de la siguiente manera: “desafortunadamente, los signos indican que este será un ciclo de enfermedad, interrupción y enfermedad, al que nos enfrentaremos en los próximos años».
Vuelve el uso de cubrebocas

Vuelven los cambios y con ellos, los ajustes a nuestro estilo de vida. Esas prácticas cotidianas a las cuales ya estamos tan acostumbrados.
Hace poco, anunciaron que regresa el tapabocas a México; y de seguir la propagación de la variante JN.1, nos atenemos al cierre de lugares públicos.
Esas medidas de adaptación de nuestra sociedad ante la presencia constante del COVID y su descendencia -que ya no es tan riesgosa como hace cuatro años-, de acuerdo con el Dr. Robert Wachter, presidente de medicina de la Universidad de California.
Vale la pena recordar, una vez más, que cumplir estas normas y formas de comportamientos son por nuestro propio bien, el de nuestras familias y el de nuestros colegas y vecinos.
No hay que esperar a que el gobierno -si es que lo hace- nos obligue de nuevo a usar cubrebocas en lugares públicos, a mantener un distanciamiento social, a lavarnos bien las manos como nos enseñaron en la pandemia, y a esparcirnos gel antibacterial.
Tenemos que aprender a adaptarnos a estas nuevas circunstancias, nos guste o no. Y buscar la manera de aprender a “surfear” sobre esta y otras olas de COVID que seguirán presentándose.
Tal y como dice el Dr. Wachter: «De alguna manera tenemos que reprogramar nuestras mentes para pensar en esto como una amenaza que simplemente no es tan profunda pero existe.” Luego no digan que se los advertí.