Un chico de campo se convirtió en una de las figuras más influyentes de la historia estadounidense. Fundador de la Standard Oil Company, impulsó la economía y la filantropía. Y aunque su éxito estuvo rodeado de controversias, dejó un legado perdurable tanto en los negocios como para en el bienestar social.
Crédito: History Facts
Una de las familias norteamericanas más ricas y poderosas de la historia. Eso son los Rockefeller. La dinastía, que aveces se confunde con realeza, comenzó con John Davidson Rockefeller, patriarca de la familia, en la industria del petróleo; impulsando no solo la economía e industria del país, sino también la filantropía y la preservación del patrimonio cultural y artístico del “gigante del norte.”
Rockefeller: el nacimiento de un magnate

La riqueza de los Rockefeller no tiene precedentes, incluso está por encima de multimillonarios de hoy en día como Bill Gates y Jeff Bezos; de hecho John D. fue considerado como el primer magnate de la historia de los Estados Unidos, heredando su emporio a las siguientes generaciones.
Nacido en 1839 en Richford, un pueblo rural del norte del estado de Nueva York, fue hijo de un vendedor ambulante. Desde muy pequeño, el futuro magnate ganaba dinero criando pavos, vendiendo dulces y haciendo trabajos para los vecinos. De hecho, comenzó en los negocios a los 12 años, cuando le prestó 50 dólares a un vecino. Un año después, tras recibir de vuelta su dinero más intereses, supo de manera reveladora que a partir de ese día, “pondría a trabajar su dinero”, en vez de trabajar para conseguirlo. Una idea muy audaz, si tenemos en cuenta de que se trataba de un chico de campo que supo desde el principio moldear el mundo de los negocios “a su antojo”.
En 1853, la familia Rockefeller se mudó al área de Cleveland, Ohio, donde John D. asistió a la escuela secundaria antes de estudiar contabilidad. Poco tiempo después, inició su propia empresa de comercio agrícola, pero pronto se dio cuenta que el verdadero negocio estaba en impulsar la materia prima, por lo cual cambió de industria y se dedicó al negocio del petróleo desde los 24 años, en 1863 cuando invirtió su dinero en una refinería en Cleveland, Ohio.
Siete años después, fundó Standard Oil, que más adelante se convertiría en Exxon y Chevron. Y un par de décadas después, ya controlaba alrededor del 90 por ciento de las refinerías y oleoductos de Estados Unidos.
Tras su éxito multimillonario, fue acusado de realizar acuerdos secretos y cooperaciones con el propósito de engañar o defraudar a la industria, perjudicando la competencia justa y manipulando el precio y el mercado del crudo. También fue señalado de crear un monopolio al comprar a su propia competencia. Y es que al momento de su muerte, en 1937, su fortuna ascendía a caso 30 millones de dólares hoy en día, en tanto sus donaciones a proyectos altruistas, destinados a yudar a los demás y a contribuir al bienestar de la sociedad, fueron de 530 millones de dólares. Nada más para ser el hombre más rico del planeta en esa época.

Continuando con su historia, en 1864, John D. se casó con Laura Celestia “Cettie” Spelman, cuyo padre era comerciante y político muy próspero que trabajaba en la industria de ferrocarriles de Ohio. Los Rockefeller tuvieron cinco hijos: John D. Rockefeller, Jr., Edith Rockefeller McCormick, Elizabeth Rockefeller Strong, Alta Rockefeller Prentice y Alice Rockefeller, quien murió cuando tenía 13 meses.
En 1865, Rockefeller pidió dinero prestado para comprar las participaciones de algunos de sus socios y tomar el control de la refinería, que se había convertido en la más grande de Cleveland. En los años siguientes, adquirió nuevos socios y amplió sus intereses comerciales. Cinco años después, formó la Standard Oil Company de Ohio, junto con su hermano menor William entre otrods socios. Pronto, John D. se convirtió en presidente y mayor accionista.
El monopolio de Standard Oil y la controversia

Es importante resaltar que Standard Oil obtuvo el monopolio en la industria del petróleo, al comprar refinerías rivales y desarrollar empresas para distribuir y comercializar sus productos en todo el mundo. De hecho, en 1882,Standard Oil Trust, controlaba alrededor del 90 por ciento de las refinerías y oleoductos de la nación’ y para aprovechar las economías de escala, Standard Oil fabricaba desde sus propios barriles de petróleo, hasta el desarrollo de nuevos usos para los subproductos del petróleo. Un negocio bastante redondo.
La enorme riqueza y éxito de Rockefeller lo convirtieron en blanco de periodistas investigadores y políticos reformistas que lo veían como símbolo de la avaricia corporativa. Además criticaban los métodos con los que había construido su imperio. De hecho, The New York Times en 1937 afirmó que: “aplastaba a la competencia, se enriquecía con los descuentos de los ferrocarriles, sobornaba y espiaba a las empresas competidoras, hacía acuerdos secretos, coaccionaba a los rivales para unirse a la Standard Oil Company bajo amenaza de ser obligados a cerrar y acumulaba una fortuna a partir de la ruina de otras personas”, entre otras acusaciones.
En 1911, después de años de litigios, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que Standard Oil de Nueva Jersey violaba las leyes antimonopolio, la obligó a desmantelarse y convertirse en más de 30 empresas individuales.
Sin embargo, aunque los Rockefeller hicieron su fortuna a partir del petróleo, a mediados de la década de 2010, decidieron que dos de sus organizaciones benéficas, se desvincularían por completo del negocio del crudo. Señalaron que las razones eran “por el impacto ambiental de los combustibles fósiles y por los efectos devastadores del cambio climático.” Suena bastante contradictorio e irónico que una parte de una empresa dedicada 100% al petróleo, decidiera dejar de invertir en el negocio que los hizo millonarios. Lo más curioso es que la Fundación Hermanos Rockefeller —que destina aproximadamente 15 millones de dólares al año a los esfuerzos contra el cambio climático— afirmó que su cartera “libre de petróleo”, registró mayores rendimientos que cuando participaban del petróleo, durante el mismo período de tiempo.
«El petróleo es obviamente una parte definitoria del pasado de mi familia», dijo Valerie Rockefeller, tataranieta de John D. Rockefeller y presidenta de la junta de fideicomisarios de RBF. «Pero no tiene lugar en nuestro futuro.»
Retiro de John D. Rockefeller y su legado filantrópico

John D. se retiró de las operaciones comerciales de Standard Oil a mediados de la década de 1890, e inspirado por su compañero, el magnate Andrew Carnegie–quien hizo una gran fortuna en la industria del acero y luego se convirtió en filántropo y donó la mayor parte de su dinero—, donó más de 500 millones de dólares a causas educativas, religiosas y científicas a través de la Fundación Rockefeller. De hecho, financió la creación de la Universidad de Chicago y el Instituto Rockefeller para la Investigación Médica, ahora Universidad Rockefeller.
John D. fue un ávido golfista. De hecho cada año celebraba el aniversario de su primer trabajo, el cual bautizó como «la fiesta más alegre del año». Lo que sucedió es que a los 16 años, ingresó a una empresa llamada Hewitt and Tuttle en Cleveland, como asistente de contabilidad, y Rockefeller consideraba que todo su futuro dependió de aquella decisión que tomó aquel 26 de septiembre de 1855. A propósito, su primer salario fue de 50 dólares. Muchas veces se preguntaba qué hubiese pasado si no hubiese dicho sí a ese empleo…
Entre las celebraciones, jugaba una ronda de nueve hoyos con sus amigos. Enseguida celebraba un almuerzo, en el que contaba todos los detalles de cómo fue la búsqueda de aquel empleo al que le debía la vida entera.
Y aunque soñaba con cumplir los 100 años, murió a los 97, en 1937, en Ormond Beach, Florida’; y fue sepultado en el Cementerio Lake View en Cleveland.
John D. Rockefeller, nació en un entorno rural y humilde, y eso no fue una excusa para convertirse en una de las figuras más influyentes y ricas de la historia estadounidense a través de su dominio de la industria petrolera. Su éxito, sin embargo, no estuvo exento de controversias. A pesar de esto, dedicó gran parte de su fortuna a la filantropía, y dejó un legado perdurable tanto en los negocios como en promover el bienestar de la sociedad.