Del cowboy con tabaco al político con nicotina sueca bajo el labio: Zyn, la bolsita que promete un futuro sin humo, está haciendo más ruido del que imaginamos. Y sí, el nuevo rostro de la dependencia, podría llevar saco y corbata.
Créditos: Financial Times, Time
¿Qué tienen en común las películas Gran Torino (2008) de Clint Eastwood, Platoon (1986, sobre la guerra de Vietnam) y The Hateful Eight (2015) de Quentin Tarantino? Que en todas aparece un tipo —ya sea un vaquero, un soldado o un malhumorado adulto mayor— mascando tabaco.
A lo largo de la historia, mascar tabaco se ha asociado con el macho del oeste, como símbolo de masculinidad, rudeza y cierta nostalgia por lo anticuado.
Bueno, pues mira: ahora vemos a Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, en plena conferencia, sacando “algo” del bolsillo de su saco y llevándoselo de forma muy discreta a la boca, al mejor estilo de Clint Eastwood en un western.
En esta ocasión no fue tabaco ni los famosos chicles Nicorette para dejar de fumar. Era Zyn, una nueva bolsita de nicotina, desarrollada por Swedish Match; una empesa sueca, no solo famosa por sus productos de tabaco sin humo -como snus, rapé húmedo y tabaco de mascar-, sino por producir fósforos y encendedores. Sin embargo, desde 1992 se especializaron en productos sin humo, como una alternativa al cigarrillo tradicional.
Lo más curioso del caso es que en 2014, Swedish Match lanzó Zyn con sabor a menta, y en 2022 Philip Morris International vio una mina de oro en esta empresa y la adquirió por alrededor de 16 mil millones de dólares; fue así como Zyn pasó a ser parte del portafolio de Philip Morris, junto a otros productos como IQOS y VEEP.
Sin embargo, la estrategia de la transnacional tabacalera va dirigida a ofrecer un futuro sin humo, alejándose cada vez más de los cigarrillos tradicionales. Por ahora, quedémonos con la idea de que Zyn forma parte del Philip Morris International, que cada vez más, impulsa su expansión global.
En ese orden de ideas, me surge una duda, y es que el secretario Kennedy, quien afirma haber dejado de fumar pero admite ser adicto a la nicotina, ya puso de moda a Zyn. Qué ironía: quien debería promover programas de salud, termina llevándose las bolsitas a la boca en audiencias públicas, frente a millones de televidentes. ¿Acaso hay mejor publicidad para Zyn que un personaje público lo use en vivo?
Y hay más controversia: tras asumir su cargo como secretario, Kennedy tomó medidas contra empleados de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), lo que generó preocupación sobre cómo se regularán los productos de nicotina. ¿Se priorizará la reducción de daños? ¿Habrá más restricciones? ¿O simplemente se aligerará el proceso para aprobar alternativas al cigarro?
Lo cierto es que estas bolsitas —pads, pouches, colchoncitos, como quieran llamarlas— fueron aprobadas por la FDA como una alternativa “más segura” que supuestamente representa un riesgo “potencial” menor para los jóvenes… Veremos si es cierto.
Zyn parece una bolsita de té que se coloca entre la encía y la mejilla. Contiene pulpa de madera, sales de nicotina, edulcorantes y saborizantes. Según expertos, su riesgo es comparable al de productos farmacéuticos como las gomitas o parches de nicotina. El tiempo dirá si tienen razón…o no.
Como Zyn llegó hace un mes a México, vale la pena explicar de qué se trata y analizar qué tipo de adicción podrían generar. Quizás tengan efectos secundarios como los famosos vapes… vaya uno a saber.
Y aquí viene algo que no me encaja, y es que la FDA sostiene que las bolsas Zyn presentan “un riesgo menor de cáncer y otras enfermedades graves” en comparación con los cigarrillos tradicionales o el tabaco de mascar. Pero, ¿dónde están esos estudios científicos que lo demuestran? Parece que la agencia solo revisó datos relacionados con el uso en jóvenes, y encontró que es todavía bajo, y esa data la llenó de razones para darle el visto bueno.
Cuando el tabaco se convierte en política
Y, como siempre, cualquier tema controversial termina salpicado de política. Los liberales en EE. UU. alertan sobre el atractivo de Zyn entre los adolescentes, mientras que los conservadores lo promueven como una herramienta para salvar a los fumadores adultos.
Resulta que la politización de las bolsas de nicotina toca de lleno a la salud pública. Philip Morris asegura que la decisión de la FDA de mantener a Zyn en el mercado es “un paso importante para proteger la salud pública”, ya que proporciona alternativas a mayores de 21 años que de otro modo consumirían cigarrillos o tabaco.
Sin embargo, parece que a los adolescentes no les interesa cambiar el vape por una bolsita de Zyn. The Financial Times reportó que, en una encuesta reciente a estudiantes de último año de preparatoria en EE. UU., solo el 6 % dijo haber usado una bolsa de nicotina en el último año. Es una cifra baja si se compara con el resto de la población.
Me pregunto si la caída del consumo de tabaco (y de paso de alcohol) entre centennials y generación Alfa está relacionada con el aumento del consumo de drogas sintéticas como cristal, fentanilo, tachas, keta, trips, tusi, etc.
Quizá Zyn tenga más éxito entre millennials, generación X y baby boomers. Estará disponible en sabores como menta, canela, café y cítricos, y con dos concentraciones de nicotina: 3 y 6 miligramos, según el grado de dependencia del consumidor.
Así que prepárense porque pronto veremos estas bolsitas anunciadas en vallas publicitarias, programas de TV y redes sociales —dirigidas, eso sí, a mayores de 21 años—,de la misma manera que alguna vez vimos al Hombre Marlboro, en un paisaje desértico, con su sombrero y sus botas, fumando con un atardecer de fondo. Ojo: Philip Morris se comprometió a no usar modelos menores de 35 años. Me pregunto qué edad tendrían los actores que encarnaron al Hombre Marlboro durante tantos años… Curioso: muchos de ellos murieron de cáncer y EPOC, como lo reportó Time.
Queridos lectores: siento que poco o nada servirá reemplazar cigarrillos por pouches de nicotina. Aunque digan que son menos dañinos, el riesgo sigue ahí. La nicotina es una sustancia psicoactiva, un alcaloide adictivo que genera dependencia física y psicológica. Causa irritación bucal, aumenta el ritmo cardíaco y, sobre todo, libera dopamina —la hormona del placer—, lo que se percibe como recompensa.
Y honestamente, dudo que un hombre como Kennedy —que quizá esté mascando su dosis de Zyn mientras lees esto— vaya a priorizar la regulación de una sustancia a la que sigue siendo dependiente. Fin de la historia: pasaremos del Hombre Marlboro al Hombre Zyn.