Una investigación reciente publicada en PLOS One sugiere que el uso previo de LSD no aumenta la resiliencia psicológica y puede incluso aumentar la angustia psicológica después de eventos estresantes.
El estudio, liderado por el psicólogo Benjamin Korman, analizó los datos de una encuesta pública alemana que involucraba a 15,854 adultos que habían perdido sus empleos en el último año y estaban buscando empleo. Entre estos, 520 informaron haber consumido dietilamida de ácido lisérgico anteriormente, encontrando que este pequeño porcentaje de consumidores, experimentaban una mayor angustia psicológica.
El estudio encontró que los consumidores tenían entre 1,6 y 1,7 veces más probabilidades de reportar problemas psicológicos graves que los no consumidores. Un análisis complementario que evaluó el malestar psicológico moderado en usuarios de LSD también mostró resultados similares.
El autor Korman, destacó que estos hallazgos cuestionan los estudios que demuestran que el uso de LSD puede fortalecer la resiliencia psicológica. En lugar de eso, sugiere que el uso previo de LSD se asocia con una mayor angustia psicológica después de una pérdida posterior del trabajo.
Korman desaconsejó el uso de este ácido como medio para que las personas sanas adquieran resiliencia psicológica y alentó a los investigadores a cuestionar los estudios que demuestren lo contrario.
Sin embargo, el estudio también tiene algunas limitaciones. No pudo controlar el tiempo entre el uso de LSD y la pérdida del empleo, por lo que sus hallazgos no pueden usarse para sacar conclusiones sobre los efectos a corto plazo del LSD. Además, el estudio solo examinó la pérdida de empleo y no abordó si el LSD afecta la resiliencia ante otros factores estresantes de la vida.
¿Qué es el LSD y cúal es su historia?
La dietilamida de ácido lisérgico (LSD) es una potente droga alucinógena, conocido por sus efectos psicodélicos, que pueden incluir alucinaciones visuales y auditivas, alteraciones en la percepción del tiempo y del espacio, y cambios profundos en el estado de ánimo y el pensamiento.
El LSD fue sintetizado por primera vez por el químico suizo Albert Hofmann en los laboratorios Sandoz en Basilea, Suiza. En el año 1938 Hofmann estaba investigando derivados del ácido lisérgico, que se encuentra en un hongo llamado cornezuelo del centeno.
El 19 de abril de 1943, Hofmann realizó un experimento consigo mismo ingiriendo 250 microgramos de LSD. Este día es conocido como «Día de la Bicicleta» porque, durante su viaje de regreso a casa en bicicleta, experimentó los efectos alucinógenos de la droga. Este incidente marcó el primer reporte documentado de un viaje de LSD.
Durante las décadas de los 50s y 60s, el LSD fue ampliamente investigado por sus posibles usos psiquiátricos. Se creía que podría ser útil para tratar condiciones como la depresión, la ansiedad y la adicción al alcohol. Investigadores notables como Timothy Leary y Richard Alpert (más tarde conocido como Ram Dass) en Harvard realizaron estudios y experimentos con la droga.
Lucy, otro nombre coloquial utilizado frecuentemente en contextos informales, se convirtió en un símbolo de la contracultura de los años 60. Fue popularizado por figuras como Timothy Leary, quien acuñó la frase «Turn on, tune in, drop out» (Enciende, sintoniza, déjate llevar). El LSD se asoció con el movimiento hippie, la música psicodélica
La creciente popularidad y uso recreativo del LSD llevó a que muchos gobiernos comenzaran a tomar medidas para controlarlo. En los Estados Unidos, el gobierno federal restringió su uso, y en 1968 el LSD fue declarado ilegal.
En 1970, fue clasificado como una sustancia de la Lista I en la Ley de Sustancias Controladas de los Estados Unidos, lo que significa que fue considerado como una droga con un alto potencial de abuso y sin usos médicos aceptados. Esto llevó a una drástica reducción en la investigación legal sobre sus efectos y posibles beneficios terapéuticos.
A partir de la década de 1990, ha habido un resurgimiento en el interés por la investigación sobre los posibles usos terapéuticos de esta droga y otros psicodélicos. Estudios recientes han investigado su potencial para tratar la depresión resistente al tratamiento, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y la ansiedad en pacientes con enfermedades terminales.
Créditos: EPOCH HEALTH
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