La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en Tianjin, considerada el Pacto de Varsovia de en la era moderna, confirma la consolidación de un bloque que busca ganar protagonismo en el tablero geopolítico mundial. Entre alianzas militares, tensiones con Occidente y el liderazgo compartido de China y Rusia, la OCS se perfila como una alternativa al orden global dominado por Estados Unidos, aunque sus objetivos y su eficacia siguen generando dudas.
Por: Alide Flores Urich Sass*
* Especialista en asuntos internacionales con experiencia en gestión de proyectos, consultoría e investigación. Instagram: @afus_fus
OCS y su cooperación militar
La membresía completa de la OCS incluye a Bielorrusia, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Pakistán, Tayikistán y Uzbekistán. Originalmente concebida como un contrapeso a la influencia estadounidense en Asia Central, la organización incorporó a India y Pakistán en 2017, a Irán en 2023 y a Bielorrusia en 2024, ampliando así su alcance geopolítico y económico. Muchos analistas han comparado a la OCS con el Pacto de Varsovia en esta era moderna, y destacan que China pretende aprovechar la cumbre para promover una alternativa al orden global liderado por Estados Unidos, al mismo tiempo que busca reparar y fortalecer sus relaciones con India en un contexto geopolítico marcado por la administración de Donald Trump.
Tanto la Federación Rusa como China han utilizado la OCS como un marco para la cooperación militar regional
Dentro de este bloque, algunos Estados constituyen adversarios claros de Occidente, particularmente Irán y Bielorrusia, aliado estratégico de Rusia.
Otros, como India, China y Rusia, mantienen relaciones más ambiguas y complejas con el mundo occidental, considerando la postura vacilante de Washington frente a la guerra en Ucrania y la implementación de aranceles que han alterado significativamente las relaciones comerciales con China e India.
Desde su fundación en 2001, la OCS ha estado dominada por China, la potencia económica regional, mientras que Rusia ha buscado consolidar su influencia sobre las exrepúblicas soviéticas de Asia Central: Kazajistán, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán.
El futuro de la OCS
A pesar del declive sostenido de la influencia económica rusa, exacerbado por sanciones occidentales cada vez más estrictas, tanto Rusia como China han utilizado la OCS como un marco para la cooperación militar regional, aunque ésta se limita principalmente a ejercicios conjuntos y competencias de tiro.
La adhesión posterior de Bielorrusia, Irán, Pakistán e India parece responder a un interés estratégico en beneficiarse de la creciente influencia de la organización, aunque la efectividad de su membresía es debatible: Irán y Bielorrusia han enfrentado condena internacional por sanciones y violaciones a los derechos humanos, mientras que Pakistán depende de China para su equipamiento militar.
En conjunto, la OCS emerge como un actor regional con ambiciones globales, representando un laboratorio de poder geopolítico alternativo donde convergen intereses económicos, militares y estratégicos divergentes.
Su evolución sugiere que, en un mundo caracterizado por la multipolaridad creciente y la volatilidad de la política estadounidense, los bloques regionales como la OCS podrían redefinir los equilibrios de poder global, desafiando la hegemonía tradicional y ofreciendo una visión alternativa de cooperación internacional, económica y militar.