El Caos del Transporte Turístico en Cancún: Una Amenaza para el Turista
La imagen de Cancún como un paraíso turístico se ve empañada por una realidad que muchos visitantes enfrentan al llegar: un sistema de transporte turístico caótico, desregulado y, en muchos casos, abusivo. Lo que debería ser una experiencia cómoda y segura para los viajeros se convierte rápidamente en una pesadilla que deja una amarga impresión de uno de los destinos más visitados de México.
Una reciente experiencia vivida en el trayecto del Hotel Barceló al Aeropuerto de Cancún ilustra de manera alarmante esta problemática. El viaje comenzó con un conductor de taxi que, tras una actitud inicialmente cordial, reveló una conducta temeraria al volante, excediendo los límites de velocidad y prestando más atención a su teléfono celular que al camino. Esta actitud, lejos de ser una excepción, se ha vuelto común en un entorno donde la falta de supervisión permite que cualquier individuo se ostente como transportista sin consecuencias claras.
Uno de los aspectos más preocupantes de este viaje fue la insistencia del conductor en recibir el pago anticipado, argumentando que en el aeropuerto no funcionaban las terminales para tarjetas. Esta táctica, diseñada para acorralar al pasajero y evitar que explore otras opciones, refleja una dinámica de presión que no debería tener lugar en una industria orientada al servicio y la hospitalidad.
Ya en el aeropuerto, el abuso se volvió más evidente. El taxista intentó cobrar el viaje en dólares a un tipo de cambio completamente arbitrario: 14 pesos por dólar, cuando el valor real rondaba los 20 pesos. Este tipo de fraude, disfrazado de “cotización del día”, es una práctica sistemática que busca sacar provecho del desconocimiento o la urgencia del turista. Al reclamar, fui confrontado con agresividad y una negativa rotunda a emitir un recibo oficial, una acción que no solo es ilegal, sino que pone en evidencia la falta de rendición de cuentas por parte de estos prestadores de servicio.

Lo más indignante es que, ante el reclamo, la respuesta fue que el recibo debió pedirse a los «botones» del hotel. Esta evasión de responsabilidad es inaceptable, especialmente cuando se trata de un servicio contratado directamente con un conductor. Lo único que se obtuvo fue un papel en blanco, sin datos ni valor fiscal, que raya en la burla para cualquier consumidor.
Un Sistema Fuera de Control: “Piratas y Bucaneros” en la Riviera Maya
Lamentablemente, lo ocurrido no es un caso aislado. Cancún, al igual que otros destinos de playa como Los Cabos o Playa del Carmen, enfrenta una grave crisis de regulación en su transporte turístico. Los taxistas y “transportistas autorizados” operan bajo un esquema que muchos describen como mafioso: tarifas infladas, falta de transparencia, presión indebida y un ambiente de total desorganización. La presencia de decenas de supuestos vendedores autorizados en el aeropuerto, muchos con credenciales poco claras, solo refuerza la percepción de una red corrupta que opera sin freno.
Esta falta de orden representa un enorme riesgo para los turistas. Para muchos, el primer y último contacto que tienen con el destino es precisamente con el transporte que los lleva del aeropuerto al hotel y viceversa. Si esa experiencia es negativa, todo el viaje queda manchado por la desconfianza y el mal sabor de boca.
La Indiferencia de las Autoridades y la Complicidad Silenciosa del Sector Hotelero
Uno de los factores más desalentadores es la aparente indiferencia de las autoridades locales. La gobernadora Mara Lezama, quien proviene del ámbito periodístico, ha mostrado hasta ahora una tibia respuesta ante una situación que daña la reputación del estado y del país entero como destino turístico. Es urgente que el gobierno estatal y municipal actúe con firmeza para regular el transporte, sancionar los abusos y proteger al visitante.
Pero no solo las autoridades tienen responsabilidad. Las grandes cadenas hoteleras, como Barceló, también deben asumir su parte. La falta de atención a los detalles, desde un servicio a la habitación mediocre hasta la omisión de medidas para garantizar un transporte seguro, demuestra un preocupante enfoque en la cantidad por encima de la calidad. Los hoteles, que deberían ser aliados del turista, en ocasiones terminan siendo cómplices pasivos del desorden.
Un Llamado Urgente al Cambio
La experiencia en Cancún debería ser sinónimo de descanso, lujo y disfrute. Sin embargo, mientras el transporte turístico siga siendo una lotería plagada de riesgos y estafas, este destino corre el peligro de perder la confianza de millones de visitantes. El turismo es una de las principales fuentes de ingresos para Quintana Roo, pero si no se toman medidas urgentes, la reputación de la región seguirá deteriorándose.
Es momento de exigir transparencia, regulación y respeto al turista. De lo contrario, el sueño caribeño que vende Cancún se convertirá para muchos en una pesadilla que no querrán repetir.
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