¿Alguna vez has llegado a un hotel, casa ajena o Airbnb y te diste cuenta de que, por más cómoda que fuera la cama, no pudiste dormir bien la primera noche? No estás solo. Este fenómeno tiene nombre y es más común de lo que imaginas: el efecto de la primera noche.
Se trata de una alteración real del sueño que ocurre cuando dormimos en un entorno nuevo. Les sucede a viajeros frecuentes, a quienes se hospedan en hospitales o incluso a quienes duermen en el sofá de un amigo. Pero ¿por qué pasa esto y qué dice la ciencia?
El cerebro en “modo vigilancia”: la causa principal
Investigadores del Departamento de Ciencias Cognitivas, Lingüísticas y Psicológicas de la Universidad de Brown, liderados por la doctora Yuka Sasaki, descubrieron que durante la primera noche en un entorno desconocido, la mitad del cerebro permanece más alerta que la otra, algo similar a lo que hacen algunos animales como los delfines y ciertas aves.
El estudio, publicado en la revista Current Biology , demostró que el hemisferio izquierdo del cerebro humano se mantiene más activo mientras dormimos en un lugar nuevo. Esta parte del cerebro actúa como una especie de «guardia nocturno», monitoreando sonidos y cambios en el entorno para protegernos de posibles amenazas.
Es como si una parte de nosotros dijera: “Estoy dormido, pero no del todo… por si pasa algo.”
¿Cómo se estudió esto?
El experimento consistió en monitorear la actividad cerebral de 35 participantes a través de resonancias magnéticas mientras dormían en el laboratorio. Se observó que durante la fase de sueño profundo (la fase NREM), el hemisferio izquierdo mostraba una mayor sensibilidad a los estímulos auditivos, mientras que el derecho descansaba con normalidad.
Pero lo más curioso fue que este efecto solo ocurría durante la primera noche. En las noches siguientes, los dos hemisferios mostraban patrones de descanso equilibrados, lo que refuerza la idea de que es una respuesta de defensa ante lo desconocido.
Efectos reales en la calidad del sueño
Esta hipervigilancia parcial tiene un precio: un descanso de menor calidad. Durante la primera noche en un lugar nuevo, es común que:
- Te cueste más trabajo quedarte dormido.
- Te despiertes con más frecuencia.
- Tengas un sueño más superficial.
- Te sientas más cansado al día siguiente.
Y no es solo percepción. Según un estudio de la Universidad de Friburgo en Alemania (2022), las personas que cambian de entorno frecuentemente presentan un aumento de hasta el 40% en la latencia del sueño (el tiempo que tarda alguien en quedarse dormido) la primera noche.
¿Es un rasgo evolutivo?
Desde un punto de vista evolutivo, esta respuesta tiene mucho sentido. Nuestros antepasados dormían en cuevas, campamentos o refugios temporales, por lo que estar atentos a depredadores o peligros potenciales durante la noche era clave para la supervivencia. Aunque hoy dormimos entre paredes seguras, nuestro cerebro no ha evolucionado lo suficiente como para desactivar ese mecanismo de alerta tan fácilmente.
Curiosidades del efecto de la primera noche
- No solo los humanos lo experimentan. Algunas especies de aves marinas duermen con un solo hemisferio cerebral activo cuando migran o descansan en ambientes poco familiares.
- Se intensifica con la ansiedad. Personas que padecen ansiedad o estrés tienden a experimentar más intensamente este efecto, ya que su nivel basal de alerta es mayor.
- Puede activarse incluso si el lugar es cómodo. No importa si es un hotel de lujo: si tu cerebro percibe que el ambiente es nuevo, puede mantener encendida la «alarma interna».
¿Qué puedes hacer para dormir mejor en un lugar nuevo?
Aunque no podemos reprogramar miles de años de evolución en una noche, sí hay estrategias para minimizar el impacto del efecto de la primera noche:
- Lleva objetos familiares: tu almohada, una manta o incluso un aroma conocido (como un difusor con aceites esenciales que uses en casa) pueden ayudar a tu cerebro a reconocer el entorno como seguro.
- Rutina de sueño constante: si mantienes la misma rutina al dormir —como leer o escuchar música suave— tu cerebro lo interpretará como una señal de que es hora de descansar.
- Ruido blanco o tapones para los oídos: los sonidos ambientales nuevos pueden activar el hemisferio vigilante. Un generador de ruido blanco o simples tapones pueden minimizar el estímulo auditivo.
- Evita pantallas antes de dormir: especialmente en un lugar nuevo, darle a tu cerebro tiempo para relajarse sin luces azules mejora la transición al sueño profundo.
- Practica técnicas de relajación: respiración consciente, meditación o estiramientos suaves ayudan a reducir la actividad del sistema nervioso simpático, responsable del estado de alerta.
Dormir mal la primera noche fuera de casa no es culpa tuya ni del colchón. Es un mecanismo evolutivo de autoprotección que se activa en cuanto tu cerebro detecta que el entorno no es familiar. Aunque puede ser molesto —sobre todo si tienes que madrugar para una reunión o un tour al día siguiente— entender por qué ocurre puede ayudarte a manejarlo mejor.
La próxima vez que te pase, recuerda: no es que estés demasiado exigente con las almohadas, es que tu cerebro está trabajando horas extra para mantenerte a salvo. Y eso, aunque incómodo, también es una muestra de lo asombroso que es el cuerpo humano.
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