A lo largo de la historia, los postres han sido un reflejo de la cultura, los ingredientes locales y los tiempos. Pero no todos lograron llegar al siglo XXI. Algunos dulces que alguna vez fueron la joya de la mesa, hoy apenas sobreviven en recuerdos de abuelas, libros de cocina antiguos o rincones muy específicos del planeta. Aquí te contamos sobre delicias olvidadas que en su momento fueron adoradas… y que hoy, casi nadie conoce (o se atrevería a comer).
Reino Unido: Posset
Un postre medieval que fue medicina antes que golosina. El posset era una mezcla caliente de leche cuajada con vino o cerveza, a veces con miel y especias. Tenía una textura espesa, casi como un pudín líquido. Se servía en copas decoradas y se consideraba un tratamiento para el resfriado. Hoy en día, el “lemon posset” es una reinvención moderna, pero el posset original casi ha desaparecido.
Italia: Zuppa Inglese (original)
Aunque aún existe con versiones modernas, el Zuppa Inglese original era un postre de capas de bizcocho empapado en Alchermes (un licor rojo brillante con sabor a especias y colorantes naturales) con crema pastelera y merengue. Lo curioso es que el licor tradicional contenía cochinilla, un insecto triturado usado como colorante. Hoy, el Alchermes casi no se usa fuera de ciertas regiones, y por eso, la receta original está en peligro de extinción.
Japón: Kuzumochi
Antes de que el matcha y el mochi se pusieran de moda, existía el kuzumochi: un postre gelatinoso hecho con almidón de kudzu (una raíz japonesa). Se servía frío, con jarabe de azúcar morena y kinako (harina de soya tostada). Aunque todavía se encuentra en Tokio, muy pocas personas jóvenes lo consumen, y su preparación artesanal está desapareciendo.
Francia: Pâté de coings (Pasta de membrillo)
Francia no es solo croissants y crème brûlée. Durante siglos, el postre típico de otoño era la pasta de membrillo, una conserva espesa, azucarada, cortada en cubos y servida con queso. Con el tiempo, este manjar fue desplazado por postres más ligeros o cremosos. Hoy casi nadie en Francia lo hace en casa, y muchos jóvenes no lo han probado jamás.
México: Cocadas horneadas y empanadas de camote morado
Aunque México sigue teniendo una tradición repostera muy rica, hay dulces tradicionales que se están perdiendo. Las cocadas horneadas, con coco rallado, leche condensada y huevo, eran un postre común en ferias y casas. También las empanadas de camote morado, típicas en pueblos del sur, están desapareciendo. Hoy son joyas difíciles de encontrar, fuera de algunos mercados tradicionales.
Brasil: Quindim de antaño
El quindim moderno es un pequeño pastel brillante de coco y yema. Pero antiguamente se preparaba en grandes moldes, con un sabor más denso y menos dulce. Esa versión antigua, más parecida a un flan de coco ancestral, ha sido casi olvidada en favor del quindim miniatura de pastelería.
Estados Unidos: Jell-O Salad
En los años 50 y 60, era el postre estrella en las casas norteamericanas: gelatina con frutas, nueces, queso crema e incluso verduras (sí, verduras). Las ensaladas de gelatina decoraban las mesas navideñas, pero hoy son consideradas kitsch, anticuadas o incluso desagradables por las nuevas generaciones.
Rusia: Kisel
Un postre espeso entre sopa dulce y pudín, hecho con frutas del bosque y espesado con almidón. Se servía caliente o frío. En la Rusia imperial era muy común, pero hoy casi nadie lo prepara. Los rusos modernos prefieren yogures o helados, dejando al kisel en el olvido.
Turquía: Güllaç
Una especie de lasaña dulce hecha con hojas de almidón de maíz, leche, agua de rosas y granada. Es el antecesor del baklava y solo se consume durante el Ramadán. Fuera de esa temporada, prácticamente desaparece del panorama culinario turco.
¿Por qué olvidamos estos postres?
Los cambios en el paladar, la globalización, las dietas modernas, la industrialización de la comida y la pérdida de recetas familiares han hecho que muchos postres se queden en el pasado. Pero también nos abren la puerta a redescubrir y rescatar sabores que fueron importantes para nuestros antepasados.
Tal vez no todos quieran probar gelatina con apio o leche cuajada con cerveza… pero saber que existieron es una forma de saborear la historia.
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