El emblemático Teatro de los Vigilanti, erigido en la isla italiana de Elba por el emperador francés Napoleón Bonaparte durante su primer exilio, ha vuelto a abrir sus puertas tras una extensa restauración que reveló inéditas pinturas murales.
Créditos: Infobae
La restauración del Teatro dei Vigilanti, ubicado en el municipio de Portoferraio, fue financiada en parte por el Plan de Recuperación Europeo, según informó un comunicado del ayuntamiento.
El teatro ha sido sometido a una renovación completa para mejorar su eficiencia energética, además de resaltar la belleza de sus palcos. Durante las obras de restauración, se descubrieron nuevas pinturas murales que se presumen de la época napoleónica.
Estas mejoras, según las autoridades municipales, permitirán una interpretación histórica más precisa del monumento, que durante siglos ha sido considerado uno de los símbolos de Portoferraio, pero que había caído en un estado de abandono que impedía su uso artístico y representaba un peligro para los transeúntes.
El edificio que alberga el Teatro dei Vigilanti tiene una historia fascinante que se remonta al siglo XVII, mucho antes de que Italia se convirtiera en un país unificado. En aquel entonces, el gobernador de Portoferraio, Orazio Borbone Marchese di Sorbello, tomó la decisión de construir una capilla en el lugar donde ahora se encuentra el teatro. Esta capilla, concebida como un lugar de culto y devoción religiosa, probablemente se erigió como un testimonio de la fe y la piedad de la época.
Sin embargo, a medida que pasaban los años, la capilla original dio paso a una nueva estructura. En 1714, bajo el gobierno del sucesor de Orazio Borbone, Girolamo Piccolini, se tomó la decisión de demoler la capilla existente para dar paso a la construcción de una nueva iglesia dedicada a la Virgen del Carmen. Esta decisión reflejaba los cambios en las preferencias religiosas y la creciente devoción hacia la Virgen María en ese momento.
La nueva iglesia, erigida en honor a la Virgen del Carmen, se convirtió en un centro de culto importante en la región, atrayendo a fieles y peregrinos de toda la zona. Su construcción representaba no solo un acto de fe, sino también un testimonio del poder y la influencia de la Iglesia en la vida cotidiana de la comunidad local.
¿Cómo se creo este teatro en Elba?
Después de su destierro a la isla de Elba en 1814, Napoleón Bonaparte, con su característica visión y ambición, buscó dejar una huella significativa en su lugar de exilio. Con este propósito, propuso la creación de un teatro en el antiguo almacén militar de la isla. Esta idea, que inicialmente podría haber sido concebida como un gesto para su propio entretenimiento y el de sus seguidores, pronto se materializó en el impresionante Teatro dei Vigilanti.
El diseño del teatro estuvo a cargo del renombrado arquitecto Paolo Bargigli, quien seguramente se sintió desafiado por la tarea de transformar un antiguo almacén en una estructura teatral elegante y funcional. El resultado fue una joya arquitectónica, un teatro en forma de herradura con 65 palcos y cuatro plantas de altura, que destacaba por su esplendor y su capacidad para albergar eventos culturales.
La inauguración del Teatro dei Vigilanti el 24 de enero de 1815 fue un evento memorable, marcado por una ceremonia solemne que contó con la presencia de la madre del general francés, Lucrezia Ramolino, y una de sus hermanas, Paolina. Este acto no solo simbolizó la apertura del teatro, sino que también subrayó el legado de Napoleón en la isla de Elba.
Aunque Napoleón y sus seguidores abandonaron la isla de Elba poco después de la inauguración del teatro, su legado perduró en la forma de esta magnífica estructura. A lo largo de los años, el Teatro dei Vigilanti continuó siendo un centro cultural importante, acogiendo una amplia variedad de representaciones teatrales y eventos artísticos.
Sin embargo, con el paso del tiempo, el teatro de Elba comenzó a decaer, y eventualmente cayó en el abandono. A pesar de sus gloriosos días como centro cultural, el Teatro dei Vigilanti fue transformado en un cine en 1937, adaptándose a los cambios de la época. Trágicamente, este periodo de decadencia culminó con su cierre en 1952, marcando el fin de una era para esta icónica estructura hasta ahora.