Robert Mondavi: el padre del vino norteamericano y el alma de Napa Valley

Robert Mondavi: el padre del vino norteamericano y el alma de Napa Valley

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“Para ser exitoso y tener una vida feliz se necesita sentido común, compromiso con el trabajo y coraje para seguir un camino propio; el interés no es suficiente. Hay que ser apasionado en lo que se hace, buscar un empleo que se ame y así, nunca tener que trabajar un solo día en la vida”. Qué gran consejo para seguir al pie de la letra, nos comparte Robert Mondavi, considerado el padre del vino de Estados Unidos.

Extrovertido, activo y carismático. Así será siempre recordado este personaje, uno de los más influyentes en el mundo del vino contemporáneo. Quisimos rendirle un homenaje recordando su vida entre vides, su historia entre cepas y ese amor incondicional por esta noble bebida que siempre compartió de la mano de su esposa, Margrit Biever.

Hace 16 años, el mundo del vino se vistió de luto. Robert Mondavi, el padre de la industria moderna del vino norteamericano, falleció a los 94 años de edad en su casa en Yountville, California. El verdadero líder que tenía una inspiración propia, dejó un triste vacío en la cultura del vino que aún no se llena.

Sus dos obsesiones: producir vinos de gran calidad y fama mundial en el Valle de Napa; y combinar la tradición, la destreza y el arte de los vinos del Viejo Mundo con “lo último” en avances tecnológicos vitivinícolas norteamericanos, como el método de fermentación en frío, el uso de barricas de acero inoxidable para fermentar el jugo de la uva, apoyarse de barricas de roble francés durante el añejamiento, y —ya en ese entonces— las tan populares buenas prácticas agrícolas (BPA) que protegen el medio ambiente.

Mondavi dedicó la mitad de su vida a promover y difundir la cultura enológica en Norteamérica mediante recorridos por sus viñedos y degustaciones a ciegas, permitiendo que el consumidor por primera vez y con sensatez, comparara la calidad de sus vinos frente a otros ejemplares mundiales.

El padre del vino norteamericano también pasó a la historia cuando popularizó el término “Fumé Blanc” para definir ese estilo seco del Sauvignon Blanc californiano, una variedad que generalmente se utilizaba para producir vinos de mesa, dulces y ordinarios. La estrategia fue tan exitosa, que hoy los “Fumé Blanc” siguen siendo vinos elegantes y serios, insignes de la bodega.

Robert Mondavi no solo fue el pionero en exportar su marca al experior, Robert Mondavi Winery, sino también en promover los placeres del vino, la gastronomía y las artes en su país.

Conciertos de jazz y música clásica, exhibiciones de arte y programas dedicados a la cultura enogastronómica fueron algunas de sus iniciativas que sin proponérselo, inspiraron a grandes chefs franceses de la talla de Paul Bocuse y Joël Robuchon.

También apoyó centros de investigación como el Instituto Robert Mondavi de las Ciencias del Vino y la Comida en la Universidad de California en Davis; y su legado fue tan contundente que un año antes de morir, el Instituto Culinario de América (CIA) lo nombró “el primer productor de vino en ingresar al Salón de la Fama”. Asimismo, el entonces gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, lo incluyó en el Salón de la Fama del Museo de Historia de California.

La historia detrás del hombre

Crédito: Vancouver Sun.

A los 52 años, y sin un centavo en el bolsillo —pero lleno de energía y con una visión a largo plazo— Robert Mondavi, nacido en Virginia, Minnesota, cambió el curso de la industria del vino en Estados Unidos: se convirtió en el creador del vino moderno en el Valle de Napa, y convirtió su bodega en una de las más reconocidas del mundo.

Fue en 1966 cuando abrió las puertas del futuro del vino californiano, plantando las primeras vides en un terreno de 2,160 m² ubicado en un antiguo viñedo llamado “To Kalon”, que había sido propiedad del productor Hamilton Walker Crabb a finales del siglo XIX.

Mondavi estaba convencido de que la exposición al sol, la cantidad de lluvias anuales, el óptimo drenaje y los suelos arcillosos y arenosos compuestos de gravilla, hacían de ese terroir el lugar ideal para escribir su propia historia. Y así fue.

De hecho, cuando caminaba por los viñedos, admiraba los contornos de las vides, olía la riqueza de la tierra y sentía que estaba en un lugar casi místico. Calma, armonía, paz y serenidad: eso le transmitía ese suelo con el que decía tener una conexión profundamente espiritual.

Opus One y más allá: el legado que cruzó océanos

Robert nunca se durmió en los laureles. En 1979 se asoció con un gigante de la vitivinicultura europea, el Barón Philippe de Rothschild, y juntos fundaron la bodega Opus One en Oakville, Napa Valley; el proyecto fue considerado un suceso internacional y marcó un hito en la historia del vino, ya que ese mismo año una botella de Opus One alcanzó el récord de venta de 24,000 dólares en una subasta. Más adelante, Mondavi expandió su visión global aliándose con referentes de alto nivel como la familia Frescobaldi en Italia y Eduardo Chadwick de la Viña Errázuriz en Chile.

Durante los años 80, Mondavi lanzó el Programa de la Misión, como respuesta a las crecientes campañas anti-alcohol. Apoyado por cientos de productores, se dedicó a educar a medios y consumidores sobre la cultura del vino, sus beneficios para la salud y la importancia de un consumo moderado y responsable. Este programa fue tan influyente que logró cambiar la percepción pública en Estados Unidos, especialmente después de un especial emitido por la cadena CBS sobre el vino y la salud.

Confesiones entre copas: Margrit Biever y el alma de Mondavi

Crédito: Wine Spectator.

Tras la muerte de Robert, tuve la oportunidad de entrevistar por teléfono a su esposa, Margrit Biever, quien lamentablemente falleció en 2016. Hablamos de sus gustos, pasiones, vinos favoritos, e incluso recordó con nostalgia el vino con el que Robert le pidió matrimonio.

Me contó que el vino favorito de Robert era Château Mouton Rothschild, uno de los cinco Grand Cru Classé de Burdeos. Su cepa predilecta: el Cabernet Sauvignon, aunque de vez en cuando se le escapaba algún Pinot Noir. De su cava personal, Margrit mencionó que guardaban ejemplares de Chile, Francia, España, Italia, California, algunos buenos rosados y un tinto muy especial: Opus One cosecha 1979. Recordó que Robert le pidió casamiento mientras compartían un Cabernet Sauvignon de 1969: “era un vino hermoso, balanceado, frutal pero complejo”, dijo con emoción.

También me confesó que él estaba profundamente enamorado del norte de Italia, del lago de Como, de sus vinos y de su gastronomía. Su restaurante favorito en Napa era Don Giovanni. Y sobre el maridaje perfecto, solía decir: “cada vino pertenece a su comida”, por eso uno de sus dúos favoritos era salmón con Chardonnay, o con Pinot Noir de Napa, por supuesto.

Es importante que sepas que el legado de Mondavi no está solo en sus etiquetas, sino en la cultura que sembró: una cultura de pasión, excelencia, generosidad y visión. Recordarlo es entender que el vino es una forma de arte, de encuentro, de expresión personal. Y si bien ya no camina entre vides, su espíritu sigue inspirando generaciones de enólogos que creen en los sueños con propósito, sembrados con compromiso y corazón.

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