Salem, 1692: cuando el miedo se vistió de fe

Salem, 1692: cuando el miedo se vistió de fe

Comparte esta noticia

El invierno era largo, el viento helaba los huesos y los bosques alrededor del pequeño pueblo de Salem parecían susurrar cosas que nadie quería oír. En las casas de madera, la luz de las velas parpadeaba mientras los colonos puritanos rezaban para mantener lejos al Diablo. Pero ese año, 1692, ni las oraciones fueron suficientes.

En pocas semanas, el miedo se desataría como una epidemia. Vecinos se acusarían entre sí, familias serían destruidas y veinte personas perderían la vida bajo la acusación más temida de todas: ser brujas.

El día en que el Diablo llegó al pueblo

Todo comenzó con dos niñas: Betty Parris, de nueve años, y Abigail Williams, de once. Eran sobrinas del reverendo Samuel Parris, y un día comenzaron a gritar, retorcerse, lanzar objetos y decir que espíritus invisibles las atormentaban.
Los médicos no encontraron explicación. Solo uno de ellos, tras revisar a las pequeñas, murmuró las palabras que cambiarían la historia: “No es enfermedad, es brujería.”

La noticia corrió por todo Salem. En una comunidad donde cada tormenta o desgracia era vista como obra del demonio, bastó esa frase para encender la histeria. El reverendo exigió nombres: ¿quién las había embrujado?

Las primeras acusadas

Tres mujeres fueron señaladas: Tituba, una esclava originaria del Caribe; Sarah Good, una mendiga con mala reputación; y Sarah Osborne, una mujer enferma que había dejado de ir a misa.
Tituba fue la primera en ser interrogada. Aterrada, dijo lo que querían oír: que el Diablo se le había aparecido en forma de perro negro, que había visto gatos parlantes, sombras con alas y un libro donde se escribían los nombres de otras brujas del pueblo.

Esa confesión —obtenida bajo presión y miedo— fue la chispa que encendió el fuego. Si había brujas, debía haber muchas más. Y cualquiera podía serlo.

Una caza que se volvió locura

En los meses siguientes, Salem se convirtió en un tribunal de terror.
Ni los ancianos ni los niños estaban a salvo. Bastaba una sospecha, un sueño, o incluso una mirada malinterpretada para ser acusado. Se permitía un tipo de testimonio conocido como “evidencia espectral”: si alguien aseguraba haber visto el “espíritu” de una persona atacándolo en sueños, eso bastaba para arrestarla.

Los juicios comenzaron en marzo. Las cárceles se llenaron. Más de 200 personas fueron acusadas, y 20 fueron ejecutadas. Diecinueve murieron en la horca. Uno, Giles Corey, fue aplastado con piedras por negarse a declararse culpable o inocente. Su última palabra, dicen los registros, fue: “Más peso.”

El pueblo que se volvió su propio enemigo

Los documentos históricos muestran que el 78% de los acusados eran mujeres, en su mayoría de entre 30 y 40 años. Muchas eran viudas, curanderas o simplemente mujeres independientes, lo que despertaba sospechas en una sociedad puritana que temía a lo femenino fuera de control.

Pero no todo fue fanatismo religioso. También hubo intereses ocultos. Vecinos en disputa por terrenos o herencias se acusaban mutuamente. Familias enteras usaron los juicios para eliminar rivales. El miedo era tan grande que nadie se atrevía a defender a los acusados; hacerlo podía convertirte en el siguiente.

En el verano de 1692, Salem era un pueblo dividido, consumido por el terror y la culpa. Los pastores predicaban sobre el infierno, los jueces dictaban sentencias y las hogueras encendían la noche con su resplandor siniestro.

El fin de la locura

El gobernador William Phips puso fin al tribunal en octubre de ese año, alarmado por el número creciente de acusaciones absurdas. Incluso la esposa del gobernador había sido señalada como bruja.
El nuevo tribunal anuló los juicios, liberó a los prisioneros y prohibió el uso de “evidencia espectral”. Pero ya era demasiado tarde.

De las más de 200 personas acusadas, cinco murieron en prisión, 20 fueron ejecutadas y al menos 50 confesaron falsamente para salvar la vida. Las familias de los condenados quedaron arruinadas: sus bienes fueron confiscados y sus nombres, manchados para siempre.

¿Qué desató realmente el horror?

salem

 

Los historiadores han debatido durante siglos las causas del delirio de Salem.
Algunos culpan al fanatismo religioso, otros a los conflictos políticos y sociales del momento. También existen teorías científicas: una de las más curiosas sugiere que las niñas pudieron haber consumido pan contaminado con ergot, un hongo del centeno que causa alucinaciones —el mismo que dio origen al LSD—.

Sea cual sea la explicación, lo cierto es que el miedo se propagó más rápido que cualquier enfermedad. Bastó una acusación, un susurro, una mentira para destruir la vida de decenas de personas.

El eco de Salem

En 1697, los jueces pidieron perdón públicamente. Décadas después, el gobierno de Massachusetts ofreció compensaciones a las familias de las víctimas. Sin embargo, la herida quedó abierta.
Hoy, Salem es un símbolo: una advertencia sobre lo que ocurre cuando el miedo se disfraza de fe y la justicia se convierte en venganza.

Cada año, miles de visitantes recorren sus calles, convertidas en destino turístico de Halloween. Pero bajo el disfraz de brujas y las tiendas de recuerdos, persiste la memoria de un error humano que costó vidas inocentes.

Una historia que sigue viva

La “caza de brujas” de Salem no fue solo un episodio del pasado; su sombra llega hasta hoy. Cada vez que una sociedad señala, excluye o castiga sin pruebas, repite el mismo patrón.
Quizá las brujas de Salem nunca volaron en escobas, pero sí nos dejaron una advertencia escrita con sangre: el verdadero hechizo es el miedo, y cuando se desata, nadie está a salvo.

También puedes leer: Fenómenos visuales y físicos que parecen sobrenaturales

Suscríbete a nuestra lista de envíos
Recibe en tu casilla de correo las últimas noticias y novedades de nuestro portal.

Compartí esta noticia

Artículos relacionados

Últimas noticias

También puede interesarte

Si alguna vez te has preguntado qué diferencia a un flat white, un capuchino y un latte, la respuesta ...
El pozole no solo es uno de los favoritos de las mesas en todo el país, sino que también ...
En el México prehispánico, cuando el oro no era símbolo de riqueza, hubo una semilla oscura y pequeña que ...
Pocas comidas son tan universales como la pizza. Pero entre todas sus variedades, hay una que destaca no solo ...

¡Te invito a suscribirte a mi Newsletter!

Recibe noticias y artículos exclusivos sobre todo lo que te interesa: tecnología, estilo de vida, ciencia, automovilismo, vinos, y por supuesto, ¡gastronomía deliciosa!