Desde sus inicios, Santiago Calatrava se propuso lo impensable: diseñar estructuras que parecieran estar a punto de volar. Hoy, sus obras —puentes, estaciones, pabellones y torres— se han convertido en hitos reconocibles en paisajes urbanos de todo el mundo. Pero ¿de dónde viene esta obsesión por el movimiento? ¿Y por qué genera tanto asombro como controversia?
Créditos: Essential Magazine, Parametric Architecture, Calatrava.com
Ha creado estaciones de tren, puentes, aeropuertos, estadios, centros de conferencias, edificios parlamentarios, campus universitarios, museos, salas de conciertos, hoteles rascacielos, lujosas torres de departamentos, bodegas de vino…
Hablamos del valenciano Santiago Calatrava, el maestro de la poesía arquitectónica, el sabio que entrelaza la ingeniería y el arte la perfección, que da vida a estructuras que desafían las convenciones y elevan el espíritu.
Para la muestra tenemos la estación Oculus en el WWC de Nueva York, La estación de Reggio en Emilia Romagna, El Turning Torso en Suecia, el edificio de Innovación de Florida Polytechnic University, El pabellón de los Emiratos Árabes Unidos en Expo Dubái 2020, la bodega Ysios a los piesa de la Sierra de Cantabria en España, el Puente de la Mujer en Buenos Aires…
Cada uno de sus más de 60 proyectos entreteje una narrativa innovadora e inspiradora, que convierte a Calatrava en el arquitecto más ilustre de España, que poco o nada tiene que envidiarle a genios como Picasso, Dalí, Gaudí…
Porque Calatrava sabe fusionar arquitectura, arte, diseño, ingeniería (además de arquitecto es ingeniero civil)…sabe trabajar con formas, texturas, tonos, ambientes, luz pero al mismo tiempo brinda seguridad, funcionalidad y perdurabilidad en el tiempo de cada una de sus estructuras…
Nacido en las cercanías de Valencia, mostró desde pequeño una inclinación artística que pronto lo llevó a estudiar arquitectura y urbanismo. Fue su sed de comprender la mecánica de lo bello que lo empujó a ir más y más lejos.
Aunque su formación inicial como arquitecto fien en Valencia, fueron sus estudios en física e ingeniería civil en el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zúrich los que lo catapultaron como arquitecto industrial más que de vivienda; siempre inspirado en el trabajo de Robert Maillart, el ingeniero suizo de principios del siglo XX, pionero en la utilización del hormigón o concreto en estructuras magistrales que combinan fuerza, masa y emoción: mucha emoción.
Tras doctorarse en 1981, abrió su propio estudio en Zúrich, que se convirtió en su hogar tras casarse con una mujer de la zona. Sin ser un gran diseñador de viviendas, su futuro tomó otro rumbo, creando salas de exposiciones, almacenes y el primero de los puentes que realmente impulsarían su carrera. De hecho, donde otros se centraban en villas, Santiago Calatrava se dio a conocer como arquitecto industrial, y como uno de los más destacados de nuestro tiempo.
Así que no es casualidad que muchos de sus proyectos iniciales fueran puentes y estaciones de tren: espacios de tránsito, de espera, de cruce… lugares en los que el tiempo y el movimiento dialogan naturalmente. Porque Calatrava lo entendió como pocos.
De anatomía y puentes: el estilo de Santiago Calatrava

La arquitectura de Calatraba también está inspirada en la anatomía humana. De hecho, su primer proyecto estilo “orgánico-industrial” lo construyó en Zúrich, en 1983. Hablamos de la estación de tren Stadelhofen. Como puedes ver, es un diseño carente de líneas rectas y de ángulos rectos, y la estructura de columnas y vigas logra dar el efecto como de un esqueleto, una espina dorsal de hormigón y acero.De manera majestuosa, Calatrava logró ajustar la forma humana a la arquitectura, tal y como lo podemos apreciar en el Hombre de Vitruvio de Da Vinci, por ejemplo; es más, hace que sus “columnas vertebrales” pareciera que se movieran.
Este principio anatómico también aplica al contemplar sus puentes, inspirados en la naturaleza, en aves, huesos, ramas, espirales; que encarnan una visión que copia lo natural mientras embellecen ciudades y paisajes alrededor del mundo: el de la Mujer en Buenos Aires que representa a una pareja bailando tango; el de la Constitución de 1812 en Cádiz, el del Campo Volantin en Bilbao, el Chords Bridge en Jerusalén…
Y es que todas estas estructuras tienen un rasgo distintivo: las curvas, la inclinación, que muchas veces recuerda a las de las pirámides de Egipto. Porque Calatrava se inspira también en el mundo que le rodea.. Ni qué decir de la la torre de comunicaciones de Montjuïc en Barcelona, de los aeropuertos de Bilbao y Lyon…
Calatrava, el auténtico, el transgresor, el que construye organismos vivos en lugar de edificios corporativos y públicos rígidos e inertes; porque desde sus inicios se dejó dejan llevar por la naturalidad, por el estilismo. Es una maravilla contemplar una de sus obras maestras, la bodega de vinos Ysios, que se integra armoniosamente con el paisaje de la Sierra de Cantabria.

El techo ondulado, compuesto por vigas laminadas de madera de cedro y paneles de aluminio, crea un efecto cinético con la luz solar, que contrasta con la calidez de la madera. Ese es el lenguaje arquitectónico único que solo Calatrava sabe aportar a sus diseños. Vista desde lejos, muchos la comparan con pixeles tridimensionales u ondas digitales, y de hecho la intención de Calatrava era que la bodega pareciera un gráfico digital ampliado, como si se tratara de un código genético o una onda sonora, que definiticamente rompe con la estética tradicional de las bodegas y propone una visión futurista del vino.

El propio Calatrava afirma que “la observación de los seres vivos y sus metamorfosis le ha ayudado a resolver problemas estructurales y estéticos” en cada una de sus obras, en tanto cada una de ellas siempre ha cobrado vida en papel.
Antes tanta belleza… ¿surge la crítica?

Pero toda la belleza evidenciada en sus obras y galardonada con múltiples premios —incluido el Leonardo da Vinci Lifetime Achievement Award en la Bienal de Florencia—,también ha generado críticas, comenzando porque sus obras, que provienen en su mayoría de fondos públicos y gubernamentales, pueden costar el doble de lo presupuestado y tomar el triple de tiempo de lo que Calatrava asegura que va a gastar.
El Oculus de Nueva York, aquella majestuosa estructura alada en el corazón del World Trade Center, estuvo marcada por retrasos, sobre costos y polémicas; comenzando porque levantar una estructura que parece respirar, despegar o desplegarse, es una completa pesadilla.
Segundo, porque el costo del proyecto se disparó a casi 4 mil millones de dólares, casi el doble de la estimación inicial, debido a factores como el diseño complejo, la construcción bajo líneas de metro existentes y el impacto del huracán Sandy en 2012.
Asimismo, se presentaron demoras, aun después de su inauguración oficial, porque varios espacios comerciales no estaban completamente operativos, lo que generó inquietudes sobre el cumplimiento del cronograma y la finalización del proyecto.
Y es que el su diseño único y complejo, en particular su estructura de acero y los paneles de vidrio, requirió de soluciones de ingeniería innovadoras, así como un análisis y monitoreo extensivo y complejo durante toda la obra; esto somado a filtraciones de agua persistentes, que causó retrasos y aún requiere de reparaciones continuas. Además las losas de mármol blanco se ven astilladas, descamadas, manchadas, debido al alto tránsito de peatones, por ejemplo.
Si bien es cierto que Santiago eleva terminales, estaciones y bodegas como si fueran criaturas aladas que estuvieran a punto de emprender vuelo (y hasta desafía la gravedad), sus estructuras ponen a prueba presupuestos, cronogramas, sobrecostos, retrasos, demandas y goteras.
Acaso anteponer la forma a la función, y buscar conmover al que aprecia sus obras siempre lo lleva a sacrificar la eficiencia? Lo cierto es que en un mundo tan saturado del “deber ser” de funcionalismos aburridos y presupuestos temerosos, Calatrava se atreve a recordarnos que la belleza también puede ser una necesidad, aunque cueste el doble… y llegue tarde. ¿Imagínense si hubiese sido el constructor de la Catedral de la Sagrada Familia?