Galeones hundidos, mapas perdidos y tesoros disputados: la historia no solo es ficción, es un cofre real repleto de valiosas aventuras y riquezas bajo el mar.
Por: Ivana Von Retteg*
*Escritora, guionista, gran conocedora y lectora apasionada de la ficción náutica y la piratería. IG: @ivana_von_retteg X: @IvanavonRetteg
La imagen de los piratas desenrollando un antiguo mapa hacia un tesoro escondido, ha quedado inmortalizada varias veces sobre el papel de un libro o la pantalla del cine.
Oro y joyas hundidas en el olvido de las mareas por cientos de años son motivo de inspiración para escritores desde hace mucho; como el autor Robert Lewis Stevenson y su novela La Isla del Tesoro, que narra las aventuras del joven Jim Hawkins cuando llega a sus manos un valioso mapa hacia el tesoro del capitán Flint y emprende un peligroso viaje entre mercenarios y bucaneros en su búsqueda.
Pero ¿son estas historias solo ficción y fantasía? ¿Cuánta realidad hay en ellas y qué tan probable es que realmente exista un cuantioso tesoro bajo el mar? La respuesta es: no solo es probable, es un hecho.
A partir del “descubrimiento” de América, surgió un frenesí de rutas marinas debido al intercambio de materia prima entre continentes, países y colonias. Todos tenían algo que ofrecer y todos ansiaban recibir a cambio.
De Norteamérica salía la piel de castor, maíz, pavos. De Sudamérica plata, cacao, caña de azúcar, madera. Desde África marfil, pimienta, cacao, cobre. Y desde India más marfil, té, especias, jade y zafiros. Las rutas marinas que habrían de seguir los navíos de la época fueron quedando trazadas como venas sobre la piel.
Conforme las colonias crecían y la economía se fortalecía, también comenzó a viajar el oro y otras riquezas, especialmente el oro español.
Era tal el peso del oro, plata y piedras preciosas que hubieron de emplearse naves especiales llamadas “galeones”. La anatomía de los galeones estaba diseñada para llevar enormes cargas en sus bodegas, e incluso en muchos casos, contaban con compartimentos secretos en caso de que fueran abordados por piratas.
Sin embargo, ninguna nave estaría a salvo jamás de las fuerzas de la naturaleza, que sin previo aviso acabaron con muchos de los galeones en plena ruta, esparciendo sus riquezas en el medio del mar. A continuación, los principales navíos que naufragaron, su ubicación y el valor estimado de su invaluable tesoro:
4 tesoros de altamar
Galeón San José
- Ubicación: a 210 metros de profundidad frente a Cartagena de Indias, Colombia
- Fecha de naufragio: junio de 1708
- Fecha de localización: 1982
- Tesoro: Lingotes y monedas de oro y plata
- Valor estimado actual: de 5 a 10 millones de dólares. Eran once millones de monedas de oro con denominación de 8 escudos: 1 moneda de 8 escudos equivalía a 27 gramos de oro; y 11 millones de monedas de 8 escudos equivalían a 297.66 toneladas de oro.
Merchant Royal
- Ubicación:cerca del puerto de Cornwell, Inglaterra
- Fecha de naufragio: septiembre 1641
- Tesoro: no se ha localizado.
- Valor estimado actual: 530 millones de dólares. Eran cien mil lingotes de oro, 400 barras de plata mexicana y medio millón de piezas de joyería.
Nuestra Señora del Juncal
- Ubicación: costa de Campeche, México
- Fecha de naufragio: octubre 1631
- Tesoro: no se ha localizado.
- Valor estimado actual: 4 mil millones de dólares. Según el entonces virrey Marqués de Cerralbo “es el mayor cargamento salido del Nuevo Mundo”.
HSM Sussex
- Ubicación: Estrecho de Gibraltar, a 1000 metros de profundidad
- Fecha de naufragio: 1694
- Tesoro: 10 toneladas de oro y 100 de plata
- Valor estimado actual: 670 millones de dólares
Este último es motivo de controversia, pues en el año 2001, la empresa Odyssey Marine Exploration estuvo buscando este tesoro habiendo llegado a un acuerdo con el gobierno británico.
Se utilizó tecnología de exploración submarina de alta gama como robots y sonares, pero justo cuando la búsqueda comenzaba a dar frutos, el gobierno español reclamó la propiedad de los restos del barco y el tesoro, argumentando que estaba bajo su jurisdicción.
Por su parte, Odyssey argumentó que el tesoro era parte del patrimonio cultural dando inicio a una disputa legal y diplomática entre España y Estados Unidos. Finalmente, en 2012 un tribunal español falló a favor de España, ordenando a Odyssey a devolver los objetos recuperados, reconociendo la propiedad del tesoro.
Puede que hoy en día hablemos de tecnologías avanzadas para buscar tesoros, y no de la búsqueda de mapas antiguos; puede que se empleen argumentos ante tribunales en lugar de espadas y cañonazos; pero el oro sigue siendo oro. Y el ser humano sigue y seguirá en su búsqueda, siempre.