Imagina poder ver incluso con los ojos cerrados. No se trata de ciencia ficción, sino de un avance científico real impulsado por un equipo de investigadores chinos que está revolucionando el mundo de la óptica y la neurociencia. Bajo la dirección del profesor Tian Xue, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China (USTC), un grupo de expertos ha desarrollado unas innovadoras lentes de contacto inteligentes que permiten percibir imágenes incluso cuando los párpados están completamente cerrados.
Este proyecto multidisciplinario combina conocimientos avanzados en neurociencia, óptica y microelectrónica, y podría sentar las bases para una nueva generación de dispositivos de realidad aumentada, prótesis visuales y tecnologías sensoriales para personas con discapacidad visual.
Una tecnología de película, ahora real
Inspirados por el funcionamiento de la retina humana y el sistema nervioso, los científicos diseñaron unas lentes que capturan señales ópticas del entorno y las convierten en impulsos eléctricos que pueden ser interpretados por el cerebro, incluso si los párpados están cerrados.
Esto se logra mediante una película ultradelgada de material fotosensible, capaz de detectar la luz infrarroja y otras longitudes de onda no perceptibles por el ojo humano. Esta película está integrada en una lente blanda, cómoda y flexible, similar a una lente de contacto convencional. Pero la clave de su innovación está en la capacidad de funcionar a través de los párpados, aprovechando la poca cantidad de luz que los atraviesa.
Según los investigadores, el dispositivo ya ha sido probado en modelos animales, como ratas y ratones, con resultados exitosos. Los roedores, equipados con estas lentes, mostraron respuestas visuales claras a estímulos externos incluso estando en completa oscuridad o con los ojos cerrados.
¿Cómo funcionan?
Las lentes están compuestas por una matriz de sensores fotosensibles miniaturizados que se conectan a una microunidad procesadora de señales. Esta unidad traduce los estímulos visuales en señales nerviosas simuladas, que pueden transmitirse al sistema nervioso mediante una interfaz específica, como una red neuronal artificial o un implante cerebral.
El profesor Tian Xue explicó que este sistema busca replicar las funciones del ojo humano y de la corteza visual con una precisión sin precedentes.
“Estamos frente a una tecnología que no solo extiende las capacidades naturales del ojo humano, sino que también podría reemplazarlas o restaurarlas en personas con problemas de visión”, declaró el científico.
Aplicaciones potenciales
Las posibilidades de esta tecnología son tan amplias como sorprendentes. En el campo de la medicina, podría significar un avance revolucionario para personas con degeneración macular, ceguera o lesiones en el nervio óptico. La idea de tener una visión “alternativa” sin depender totalmente del ojo físico ya no es solo una fantasía de la ciencia ficción.
Además, estas lentes podrían integrarse con dispositivos de realidad aumentada o virtual, permitiendo experiencias visuales inmersivas sin necesidad de gafas o cascos voluminosos. Incluso se especula con su posible aplicación en el ámbito militar y de la seguridad, donde ver en condiciones extremas —como humo, oscuridad o con los ojos cerrados para evitar el deslumbramiento— podría ser una ventaja estratégica.
Ver con los ojos cerrados ¿Una ventana al futuro… o una caja de Pandora?
Como todo avance tecnológico de alto impacto, estas lentes también plantean importantes cuestiones éticas y de privacidad. ¿Qué pasa si esta tecnología cae en manos equivocadas? ¿Podría utilizarse para vigilancia encubierta o manipulación sensorial?
Expertos en bioética ya están señalando la necesidad de establecer marcos regulatorios sólidos para su desarrollo, comercialización y uso. El control sobre qué vemos, cómo lo vemos y quién accede a esa información se vuelve aún más complejo cuando se habla de dispositivos capaces de extender o alterar nuestra percepción de la realidad.
Un paso más hacia la integración humano-máquina
El proyecto del profesor Tian Xue se inscribe en una tendencia global hacia la fusión de la biología y la tecnología. Desde implantes neuronales hasta piel electrónica, el ser humano está empujando los límites de lo que su cuerpo puede hacer, y estas lentes de contacto son un claro ejemplo de esa evolución.
Aunque aún falta tiempo para que esta tecnología llegue al mercado o esté disponible para uso masivo, el solo hecho de que sea funcional en animales marca un hito histórico en la ciencia contemporánea.
Lo que antes parecía imposible —ver sin abrir los ojos— hoy comienza a vislumbrarse como una realidad. Las lentes inteligentes desarrolladas por el equipo de la USTC no solo expanden el horizonte de la visión humana, sino que también redefinen los límites entre lo natural y lo artificial, entre lo humano y lo tecnológico.
Si el futuro está en los ojos del que lo mira, quizá pronto podamos verlo… incluso con los ojos cerrados.
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