¿No les parece extraño pasar de ver al señor Elon Musk hablar de excentricidades, hacer chistes de mal gusto, pelear en los tribunales, despedir a sus empleados, celebrar su empresa de chips cerebrales y sus contratos con la NASA para llevar astronautas a la luna, ordenar el retiro de más de un millón de automóviles Tesla por fallas técnicas, etc., etc., a verlo “a la diestra de Dios Padre Trump” como director del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE)? ¡Qué disparate! ¡“Se juntó el hambre con las ganas de comer”!
El DOGE que dirige el loquillo Musk es la comisión asesora presidencial asociada a la Casa Blanca y la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB); busca reestructurar el gobierno federal, eliminar prácticas innecesarias, mejorar la eficiencia en los servicios públicos, reducir el gasto federal, optimizar recursos y eliminar regulaciones consideradas “innecesarias” para simplificar operaciones gubernamentales. ¡O sea que las funciones de Musk son reestructurar, reducir y eliminar todo lo que le venga en gana!
Me pregunto qué hay detrás de esa risita cómplice de estos dos personajes, de ese susurreo, chismorreo, cuchicheo, confabulación… ¡Me recuerdan a esos chavitos bullies de la prepa que se la pasaban planeando maldades en el recreo!
Va la pregunta del millón: ¿por qué Musk se convirtió en la mano derecha del otro loquillo? ¿Fue por descontento con la administración Biden, por apoyo financiero y político, o para poder influir en regulaciones favorables para sus hijos: Tesla y SpaceX?
El pobre Musk está resentido porque se sintió marginado por el gobierno de Biden cuando le ‘clavaron’ la política de «Inflation Reduction Act», que favorecía a los vehículos eléctricos fabricados por trabajadores sindicalizados en Estados Unidos, y desfavorecía enormemente a Tesla.
¿Y es que quién no se va a volver ‘amiguis’ si financia una campaña presidencial con más de 260 millones de dólares y participa activamente en cada uno de sus mítines?
Y de los intereses empresariales, ¡ni hablar! Porque con un aliado cercano en la Casa Blanca, Musk tiene vía libre para “hacer y deshacer” en cuanto a regulaciones y jugosos contratos gubernamentales que favorezcan a Tesla, SpaceX, X, etc., etc., etc…
Y aquí viene un beneficio más jugoso que un filete que suelta todo su sabor al primer corte: gracias a la victoria electoral del Presidente, la fortuna del excéntrico sudafricano aumentó en más de 70 000 millones, comenzando con la revalorización de las acciones de Tesla.
Ponte a pensar: cuando Musk influye en las regulaciones gubernamentales, reduce costos asociados con cumplir normas estrictas que rigen la seguridad automotriz y la exploración espacial: así de sencillo.
Así que prepárense: se vienen contratos federales a favor de sus empresas, se viene una mayor libertad operativa al ‘tumbar barreras burocráticas’ como las impuestas por el gobierno anterior. Les prometo que su voz en decisiones políticas que afectan sus intereses, resonará como las campanas de Notre Dame.
Y eso no es todo, el amigo Musk ya interfiere en el Proceso Legislativo, presiona a legisladores republicanos, difunde información errónea sobre proyectos de ley…
¿Acaso es un “presidente en la sombra” como lo califica el Partido Demócrata? ¿Qué hace metiendo las narices en negociaciones políticas, sugiriendo que “no deberían tener tanto poder como ejecutivo privado”? ¿De aquí a cuándo los millonarios dirigen el gobierno? (¡Ay!, ¡olvidé que «el presi» ha sido el empresario millonario de la historia y que ahora ya va en su segundo mandato!)
El representante Robert García, por ejemplo, dice que se siente viviendo bajo la “presidencia de Elon Musk” en donde Donald es su vicepresidente.
Como buen histriónico, excéntrico y narcisista que es Musk, poco o nada le importa lo que piense el Gobierno, el pueblo estadounidense, el mundo entero, ¡la galaxia!
El tipo se menea sonriente por la Casa Blanca desestimando críticas por su papel en el DOGE; sostiene que está ahorrando millones a los contribuyentes, que reducirá la burocracia, que mejorará la eficiencia gubernamental…
Eso sí: utiliza X para atacar proyectos legislativos que considera ineficientes o excesivamente costosos, como el proyecto de ley provisional para financiar al gobierno federal.
Así que ahí lo tienen: un excéntrico multimillonario sudafricano al timón del gobierno estadounidense, jugando a ser el salvador de la eficiencia pública, mientras engorda su bolsillo y su ego a niveles astronómicos. ¡Porque nadie mejor que Musk, el hombre que despide empleados como si estuviera cambiando de calcetines, para decidir el futuro de las políticas públicas!
Queda por preguntarse si este dúo dinámico, al mejor estilo de Batman y Robin, Bonnie y Clyde, Pinky y Cerebro, Chewbacca y Han Solo, Timón y Pumba) se subirá a su “Tesla político” y conducirá a toda velocidad, sin cinturón de seguridad, directo hacia un futuro que solo ellos entienden.
Agárrense de sus asientos y preparen palomitas, porque este espectáculo promete más giros que una montaña rusa de SpaceX. ¡Y quién sabe! A este paso, no me sorprendería que el próximo anuncio presidencial incluya un boleto a Marte con Musk como piloto… y «el presi» como asistente de vuelo.