Cuando el reloj biológico hace tic tac, ¿el tiempo se acaba para ser mamá?

Cuando el reloj biológico hace tic tac, ¿el tiempo se acaba para ser mamá?

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¿Sabes en qué consiste la congelación de óvulos y que tiene que ver con el reloj biológico?, ¿estás a favor o en contra?, ¿qué opinas de ser mamá y embarazarte por in vitro?, ¿cómo estamos en el tema de regulación?, ¿y si congelaste tus óvulos cuando tenías 30 años y ahora ya no quieres ser mamá?

Claro que puedes congelar óvulos, esperma y embriones, realizarte un tratamiento de fertilidad y fecundación in vitro para poder embarazarte; también escoger una donante de óvulos, un donante de esperma o esperar a que llegue el hombre indicado para fecundar tus óvulos congelados…

Pero también está la otra cara de la moneda: la del mercado negro y tráfico de óvulos; que congelarlos no garantiza que tengas un hijo, qué médicos y instituciones caen en la negligencia; que todos esos tratamientos de fertilidad que “juegan” con tus hormonas mes a mes, finalmente te impiden quedar embarazada.

Alrededor del mundo, millones de mujeres de todas las edades, se someten mes a mes a tratamientos de fertilidad agotadores y costosos, no solo económicamente sino física, mental y espiritual.

Todas, tienen algo a común: son unas guerreras valiosas y honorables, que están dispuestas a librar esta batalla por un hijo, y eso merece todo el respeto y admiración del mundo.

Hace unos días fui invitado a mi propio programa de radio…¡pero como árbitro! Las protagonistas de la mesa redonda en vivo, fueron cuatro maravillosas mujeres empoderadas, valientes, todas unas guerreras como dije anteriormente.

Se trata de Claudia Cervantes, mamá de Santi,  actriz y autora de libros, TEDx Speaker, conductora del programa Hoy y del podcast @vidafertilpodcast ; Lucía Ruiz de Teresa, maestra en Administración Política; Mariana Lamadrid, empresaria y mamá de dos chiquitos; y Mylo Padilla, Head of Marketing de @grupohabita, y experta en experiencias, gastronomía y lifestyle.

Llenas de amor y esperanza, algunas de ellas congelaron sus óvulos para luego ser fecundados e insertados en su vientre. Una, dice que “envenenó su cuerpo” y decidió no seguir con tratamientos; dos son madres felices gracias a donantes; y otra no están de acuerdo con hacerlo, y deja la decisión de ser mamá en manos de Dios .

Vale aclarar que este camino no es para todas. Hay que informarse muy bien, “caer” con el doctor correcto, y hacerlo de la forma adecuada, porque nada ni nadie te garantiza un embarazo exitoso. Esto sumado a la falta de regulación y leyes (que son un desastre), tanto en la donación como en la congelación, en fecundación de embrión y hasta en vientre subrrogado, hace que estas experiencias se conviertan en una montaña rusa de emociones y sentimientos, cuyas consecuencias actúan como un devastador efecto bola de nieve, si nada sale bien…

Así que si estás pensando en realizarte un tratamiento de fertilidad, en congelar tus óvulos y fecundarlos o en buscar una donante, quiero compartirte un poco sobre cada las historias de mis invitadas y sus puntos de vista; para que tengas un contexto más amplio y te des una idea por lo que han pasado.

Pero antes de seguir, dejo sobre la mesa dos temas: al igual que se practican pruebas genéticas para saber si los embriones vienen con problemas genéticos, también se les deberían practicar un exámen para saber si tienen tendencia a presentar algún tipo de cáncer; y por otro lado, ¿qué sucede con esos embriones si ambos padres mueren?

El reloj biológico: un milagro de la ciencia la sucedió a Claudia Cervantes

Crédito: Canva.

Claudia es mamá de Santi por decisión propia. Su historia comienza cuando una pareja anterior, con vasectomía, le propuso congelar sus óvulos; eso le hizo replantearse su vida.

Después de ir a la clínica de fertilidad le dijeron que su reserva ovárica era baja, le hicieron el examen de la hormona antimuleriana para ver su nivel de fertilidad, y le dijeron que las probabilidades de una fecundación in vitro eran muy bajas.

A este nivel, Claudia ya era escéptica, pero la vida le decía: “vas, vas, vas”.

Así que se sometió a un rejuvenecimiento ovárico, a tratamiento de células madre, le extrajeron 17 óvulos (más de 40 por ciento de lo que me habían prometido), fertilizaron todos los óvulos con un donador anónimo, y el médico le propuso que en vez de congelar óvulos, congelara los embriones. Ella aceptó y confió en el proceso.

Y de tres embriones, quedó uno sano tras un estudio genético. Así que tuvo a su hijo Santi a los 40 años, y lo considera un milagro.  Además, es el primer niño nacido en México y el tercero en el mundo, bajo este protocolo.

Cuando la promesa de un tratamiento se convierte en agonía: la historia de Lucía Ruiz de Teresa

Crédito: Canva.

Después de casarse, Lucía, de 30 años, se embarazó fácilmente pero perdió el bebé en pocas semanas; volvió a tratar, se embarazó y lo volvió perder, así, varias veces…

En una clínica de fertilidad le recomendaron tratamientos in vitro; y aunque hiper estimularon sus óvulos, la transferencia del embrión fue fallida y se convirtió en un embarazo ectópico, es decir, el embrión se formó en una de las trompas de falopio, lo cual es tremendamente difícil y peligroso.

El doctor que la atendió en urgencias en el Hospital Español, donde por cierto, muchos de los doctores  tienen una falla tras otra y al parecer, no están seleccionando bien a su “staff médico”, decidió, negligentemente, extirparle ambas trompas, y la “condenó” a depender de la fecundación in vitro para siempre: ya no podría quedar embarazada de manera natural.

Tras llevar a cabo seis intentos, decidió parar los tratamientos hace dos años porque su cuerpo ya estaba “totalmente envenenado.”

Abro paréntesis: aquí sí me detengo a cuestionar la mala praxis y negligencia no solo del doctor que decidió extirpar las trompas de falopio de Lucía, sino también de la clínica de fertilidad!

Y aunque Lucía no procedió legalmente contra ellos, sí fueron cinco años de agonía, desgaste físico y emocional, al que muchas mujeres como ella se somenten cuando ponen toda su fe y confianza en estos tratamientos de fertilidad que ojo: no garantizan que vayas a tener un bebé!

Por otro lado, antes de seguir con las historias de Mariana y Mylo, me causa curiosidad que Lucía nos comentó que la primera vez que, debido a la hiper estimulación que le realizaron durante el tratamiento, le contabilizaron 28 óvulos (un caso excepcional) y solamente utilizaron uno. Entonces, ¿qué hicieron con los 27 restantes?

Es importante que todas las mujeres y hombres que leen esta columna, que quizás quieran participar o estén participando en un proceso de estos, sepan que tener muchos óvulos no significa que todos sean potencialmente bebés, embarazos y nacimientos.

Los óvulos primero se fecundan, de ahí sobreviven la mitad o menos, y luego tienen que sobrevivir de tres a seis días, para que se conviertan en un embriones; luego, te hablan y te dicen que solamente te transferirán uno.

Entonces, al final de cuentas, ese conteo de muchos óvulos, se va reduciendo a tres o cuatro embriones, y luego a una transferencia, que no garantizan en ningún momento un embarazo completo.

Cuidado porque si algún médico o amiga te dice “sácate ovulos”, recuerda quizás la mitad serán sanos y podrán ser guardados; que luego serán fecundados, y que solo te podrán trasplantar un embrión, que no significa que vaya a ser un bebé.

La congelación de óvulos y la fecundación in vitro es un arma de doble filo.

En palabras de Claudia: “A las mujeres les están diciendo ‘sáquense ovulos’, pero no les dicen la verdad del cuento. No hablan con claridad del tema de congelación de ovulos, y eso solo lo sabemos las mujeres que hemos estado en tratamientos de fertilidad, y sabemos que ese banco de óvulos ‘se va a hacer nada’.”

 Y eso no es todo: resulta que esos óvulos que congelaste a los 30 años y usas a los 45 o 50, por ejemplo, van a ser fecundados por tu pareja que seguramente va a tener la misma edad o más;  porque al final, los embriones van 50-50. Y peor aún: ¿y si la clínica ya cerró?

Por otro lado,  lo curioso es que todos los casos de infertilidad los cargan hacia la mujeres, continuando con ese mito de que nosotros los hombres somos fértiles para siempre, y también tenemos problemas de fertilidad. Así que, de nada sirve que la mujer congele sus óvulos, si la pareja que tiene puede tener un tema de infertilidad.

Ahora sí, cierro paréntesis y continúo con la historia de Mariana.

Mariana Lamadrid: cuando la maternidad llega gracias a otra mujer

Crédito: DALL-E

Mariana no congeló óvulos pero sí lo recomienda. Seguramente lo hubiese hecho si su ginecólogo de toda la vida, le hubiese dicho con antelación que tenía problemas de infertilidad. Nunca lo hizo…

Fue la médica endocrinóloga la que, a partir de los resultados del examen de la hormona antimuleriana, le dijo que tenía baja reserva ovárica.

Así que acudió a la donación de óvulos (ella y su esposo escogieron a la donante). Actualmente, sus dos hijos son producto de esa donación, los óvulos fueron fecundados con el esperma de su esposo y luego insertados en su útero.

A propósito, este procedimiento no cuenta con muy poca regulación y bastantes “huecos” en la ley.

¿Y cómo se escoge a una donante de óvulos?

 Mariana nos cuenta que antes que nada, se enfocó en donantes que ya habían sido mamás o habían resultado en embarazos, porque eso le daba más probabilidades. Asimismo, el banco de donación les envía un documento PDF pague por ver,  en donde puedes ver imágenes y close-ups de rasgos físicos, estatura, tipo de sangre, edad, nacionalidad, hobbies, y hasta color de piel, pelo y ojos de las donantes anónimas.

 Milo Padilla: “Congelar óvulos no garantiza un hijo”

Finalmente Mylo, de 33 años, nos comparte que hace unos días, en una cena en mi casa, una de las invitadas la animó a que congelara óvulos puesto que ella lo iba a hacer la semana siguiente. Y está de acuerdo con Lucía, en que nadie te dice lo que hay detrás de la congelación de óvulos y la fecundación in vitro…

Para ella, hay muchas campañas en donde “les meten miedo” a las mujeres diciéndoles que ya no podrán embarazase a su edad, que ya están grandes etc. Esa la manera más fácil de vender algo.

Advierte que la gente cree que congelar es una garantía para tener hijos, pero no lo es; muchísimos óvulos mueren cuando son descongelados, y las personas no saben eso.

Aprovecha para compartirnos un poco de data. Si congelas tus óvulos a los 25 años, la probabilidad de un nacimiento es de 31 por ciento; y si lo haces a los 30, la probabilidad es 25 por ciento, y así va disminuyendo, e igual es muy poco. Sin embargo, mis estadísticas difieren de las de Mylo: las mujeres de menos de 35 años pueden producir de 15 a 20 óvulos bajo un tratamiento de fertilidad.

De 35 a 39 años, por ejemplo, las mujeres tienen una cantidad de 8 a 10 óvulos por ciclo promedio, y su éxito de transferencia es de 20 a 30 por ciento. Y si tienen más de 40 años, les extraen de uno a cinco óvulos por ciclo, y tienen menos del 10 por ciento de éxito de nacimiento.

Lo cierto es que Mylo tiene claro que no le apuesta a la congelación, pero sí a la fe, que si Dios quiere que sea mamá, lo será.

“No tenemos que controlar absolutamente todo. Hay que soltar y creer en “algo superior”. A mí me da confort saber que si está en mis cartas, va a estar”

Tiene claro que no quería someter su cuerpo a “una bomba de hormonas”, que finalmente no es una garantía para tener un hijo y peor aún: no le permitiría embarazarse de nuevo:  hay estudios que lo comprueban!

¿Y el dinero?

Ahora bien, un tratamiento de estos es una gran inversión. Mis invitadas y yo concluimos que está entre 4 mil y 9 mil dólares si te lo realizas en México; y entre 10 mil y 20 dólares, por ronda, si te realizas el procedimiento en EE.UU. Eso, sin contar la renta anual que pagas para que mantenga tus óvulos congelados. Es decir, pagas renta a tus óvulos.

A eso súmale el costo de cada una de las extracciones que te realizan. Definitivamente, los ceros van aumentando en este tema de tratamientos de fertilidad.

Y qué sucede con los óvulos y los embriones mueren o “se dejan morir”?

Cuando pierdes óvulos y embriones en el proceso de quedar embarazada, hay un duelo inevitable. Claudia comenta que una paciente encendió velitas a sus 14 fecundaciones, decía que espiritualmente sentía que sí tuvo 14 hijos.

Y es que durante este proceso, que involucra una gran capital económico y un desgaste físico, hormonal, espiritual y emocional, nadie habla de tu salud emocional y espiritual, nadie te enseña a lidiar con tus emociones cuando pierdes la posibilidad de haber quedado embarazada.

A propósito, en un congreso de fertilidad en Guadalajara, muchas embriólogas lloraron cuando Claudia les contó que les puso nombres a los otros dos embriones que le dijeron que “no eran  compatibles con la vida”: Andrés y Fátima. “Les agradecí para honrarlos y lloraron. Nunca habían oído a alguien que le pusiera nombre a los embriones”.

En cuanto al destino de esos embriones que no son aptos, te hacen firmar un contrato. Claudia nos los donó a investigación, dándoles un fin a su corta existencia.

En el caso de Mariana, nos comenta que hace tenía dos listos y viables. Y junto con su esposo decidieron (fue una decisión muy dura porque sabes lo que costó emocional y económicamente), que solo querían quedarse con sus dos hijos. La razón? Por salud mental, por economía, por la atención que le puedes poner a los niños, etc.

Había la opción de donarlos a la ciencia, de donárselos a una pareja, pero decidieron que no.

Quisiera saber el por qué. Y Mariana me dice que no se sentía cómoda dando, de manera consciente, un embrión con el esperma de mi esposo. “Ya jugué mucho con la parte de la ovodonación, como para ahora jugar a que esos futuros bebés pueden tener todavía más medio hermanos”.

Cada una de estas historias nos muestran que no hay un manual ni garantía; solo hay decisiones cargadas de amor, de riesgo, de fe y de preguntas sin respuesta. Mientras algunas de mis invitadas celebran milagros, otras viven pérdidas silenciosas y desacuerdos, pero todas enfrentan la realidad de que la ciencia no es todopoderosa y que las leyes poco o nada las protegen.

Al final del día, la maternidad y los tratamientos de fertilidad son opciones que abren posibilidades, pero también plantean muchas preguntas: ¿hasta qué punto controlamos la vida que queremos crear?, ¿qué precio físico, emocional y económico estamos dispuestos a pagar por la esperanza de un hijo?

La lección más profunda que me queda es que no se trata de cuántos óvulos congelan, cuántos embriones sobreviven o cuánto gastan en tratamientos, sino que la maternidad, en cualquiera de sus formas, les recuerda a estas mujeres que son humanas: vulnerables, valientes y, sobre todo, capaces de tomar decisiones que desafiaron a cuerpo y a la sociedad.

Y mientras la ciencia y la tecnología avanza y las opciones de fertilidad se multiplican más y más, queda flotando una pregunta que nadie responde por ti: ¿qué camino escogerías si tu reloj biológico te hablara?

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