Abuso de poder. Tráfico y acoso sexual. Explotación laboral. Es la realidad de la industria de la moda desde hace mucho tiempo; y se repite de nuevo, ahora con caso reciente de Mike Jeffries, el ex-CEO de Abercrombie & Fitch, y su pareja, Matthew Smith.
Ambos fueron acusados hace unos días, de estar vinculados con una red que abusaba sexualmente de chicos adolescentes y jóvenes que aspiraban a ser modelos.
Los impulsaban a participar en fiestas privadas VIP. Los manipulaban con drogas, alcohol y hasta Viagra, para que luego cedieran a participar en sus denigrantes actos sexuales, bajo la premisa de esto los ayudaría a impulsar sus carreras como modelos. ¿Ingenuidad?, ¿ambición?
No quiero ser más pesimista, pero esta historia se seguirá repitiendo una, otra y otra vez… ¡Porque nadie hace nada para detenerlo! Aunque las pruebas sean contundentes, y a plena luz pública, hay cosas que se han “normalizado.”
La estrategia denigrante de Abercrombie & Fitch: ¿todo vale para el éxito?
Es una estrategia denigrante, porque ninguno de los chicos fueron elegidos por Jeffries y sus secuaces por su destreza comercial y experiencia en ventas, sino por su atractivo y “carisma.”
Acaso, ¿“todo vale” en este mundo para alcanzar el éxito? ¿Se deberían establecer límites, sobre todo cuando hablamos de estrategias basadas en un segmento de público tan joven, que ni tiene la personalidad definida y, por lo tanto, es altamente vulnerable e influenciable? Solo oigo el viento soplar ante mis preguntas, porque como he dicho: nadie hace nada para detenerlo.
Y es que al abuso de poder en la industria de la moda, también se suma el acoso sexual a modelos. Es el “pan de cada día”. Porque como lo dice el New York Times: “en la industria de la moda, los límites que distinguen el trato aceptable del inaceptable hacia los modelos, están teñidos de una gama de grises”. Porque el éxito de estos chicos y chicas depende, en gran medida, de su capacidad para “provocar deseo”; y entre sus “gajes del oficio”, a menudo deben estar desnudos o semidesnudos y “fingir” que están “seduciendo a la cámara”, es decir a sus fotógrafos…
Testino y Weber: el precio del éxito en la moda, ¿abuso de poder o “mentoría”?
Como olvidar que en 2018, 28 modelos y ex modelos masculinos acusaron a los fotógrafos Mario Testino y Bruce Weber de hostigamiento sexual. Cruzaron la línea, como tantos CEOs, estilistas, agentes, y empresarios lo han hecho a lo largo de la historia.
Lo peor de todo es que ese abuso de poder, antes era visto como “el precio que debían pagar” por una carrera promisoria en la industria (lo cual los convertía en víctimas vulnerables).
hora, esos comportamientos tienen nombre propio: ABUSO DE PODER Y ACOSO SEXUAL. Y, ¡oh sorpresa! Esas fotografías que se convirtieron en anuncios publicitarios “atrevidos”, fueron nada más y nada menos que para marcas como Calvin Klein, y… ¡Abercrombie & Fitch! ¿Estás de acuerdo conmigo en que las piezas de rompecabezas van encajando y cobran más sentido?
Lo cierto, es que, partir de esa denuncia, asistentes de los fotógrados y otros modelos, “salieron a flote” contra Testino, diciendo que “los toqueteaba y masturbaba.” Incluso, agentes de la época, les decían a los chicos que si no cedían a trabajar con Weber o Testino, era mejor que “empacaran sus cosas y se fueran a trabajar a otra industria”.
Entonces, ¿para ser “famoso en la industria de la moda” tienes que “ceder” a los antojos de tu depredador sexual, que se convierte en “el mentor” de tu carrera? ¿En “ese Médici” que encontró un nuevo talento en ti?
Explotación laboral y Fast Fashion: la cadena de abusos que todos ignoramos
Para terminar, otro tema muy muy grave, también relacionado con el abuso de poder, es el tema de explotación laboral en la industria de la moda.
Hablo de ese régimen de esclavitud que las compañías «fast fashion» continúan implementando, por más documentales que denuncien y critiquen lo que sucede en Bangladesh, China o India; o por más campañas de concientización que salgan por parte de organizaciones que luchan contra los derechos de los trabajadores; eso dejando de lado la contaminación y los vertedores de ropa “fast fashion” como el que existe en el desierto de Atacama en Chile. “Allí van a morir las prendas ‘fast fashion’”, tal y como lo dice el artículo publicado por National Geographic.
Es un ejemplo de la sobreproducción de prendas. 39,000 toneladas de ropa desechada, residuos textiles que contaminan el suelo, el agua y demoran siglos en descomponerse.
Tu sabes de quién hablo. De Zara, H&M, Forever 21, Shein… Y la lista continúa. ¡Y lo peor es que todos lo sabemos! Sabemos que explotan a mano de obra no registrada, a menores de edad y mujeres; que las prácticas laborales son injustas, que pagan supermal, que los someten a largos periodos de trabajo en espacios reducidos e inseguros, sin regulaciones laborales y de salud. Pero seguimos comprando en estos almacenes, porque hacemos parte de esa cadena de explotación, quedamos o no.
¿Dónde están las propuestas serias para regular la industria de la moda y que promuevan prácticas sostenibles?, ¿Cuándo se implementarán leyes eficaces y que detengan este abuso de poder? ¿Qué organismos deben encargarse de hacerlas cumplir y de que los responsables paguen en la cárcel por sus abusos? Preguntas sin respuesta, respuestas sin pregunta.
Lo único real es que este señor Jeffries fue liberado, pero se le dictó arresto domiciliario. Claro que pagó una fianza de 10 millones de dólares, porque estos depredadores están acostumbrados a “salirse con la suya” a punta de dinero. Pero al menos la investigación sigue en curso, y de ser juzgado, podría recibir cadena perpetua, a los 80 años de edad.