Abusos, violencia sexual, violaciones, privación de comida y agua, suministro de medicamentos para sedar a los rehenes. Estas son algunas de las atrocidades que salen a la luz pública, a las que fueron sometidos hombres, niños y en especial mujeres, durante el ataque terrorista de Hamás y durante el cautiverio de cientos de rehenes en Gaza.
Créditos: The New York Times y Enlace Judío
En un detallado y aterrador informe publicado en The New York Times, se relatan las más atroces historias de violencia sexual contra mujeres y niñas israelíes; presentadas el 7 de octubre del año pasado, cuando 3.000 terroristas de Hamás atacaron el sur de Israel.
Videos, fotografías, testimonios recopilados a más de 150 testigos entre socorristas, médicos, soldados y terapeutas especializados en trauma, fueron más que suficientes para comprobar los hechos salvajes que se perpetraron tras la incursión al festival Supernova.
A estos abusos injustificados -y no menos importantes-, se suma el testimonio de La Dra. Hagar Mizrahi, jefe de la división médica del Ministerio de Salud de Israel.
En diciembre pasado, Mizrahi declaró que antes de liberar a los rehenes del cautiverio en Gaza , “los maltrataron física y psicológicamente durante más de 50 días, y les suministraron Clonazepam”, un medicamento utilizado para tratar la ansiedad. El objetivo era que «parecieran tranquilos y felices» ante los medios de comunicación que transmitían la liberación.

Aunque en un principio los médicos que atendieron a los rehenes dijeron que habían ingresado con “buena salud”, esta afirmación se fue desdibujando con el paso del tiempo.
En la medida en que iban revisando nuevos reportes enviados por todos los hospitales israelíes que atendieron a los liberados, salieron a la luz casos desoladores.
Médicos, psicólogos y nutriólogo que atendieron niños y mujeres liberados, detectaron en sus pacientes trastornos alimenticios, pérdida de peso, privación de alimentos y agua.
Esto sumado a problemas digestivos, deficiencias de vitaminas debido a la falta de luz solar; piojos y erupciones cutáneas, producto de falta de condiciones higiénicas en sus lugares de reclusión.
Casos de violación, mutilación y brutalidad extrema

Entre las evidencias se encuentra un video que llama la atención. Muestra los restos parcialmente carbonizados de una mujer que está desnuda de la cintura hacia abajo, con las piernas abiertas y vestida solo en la parte superior de su cuerpo.
Esa mujer tenía un nombre. Se llamaba Gal Abdush. Tenía 34 años. Era madre, y asistió al festival Supernova con su esposo. Gal intentaba huír de una muerte anunciada, por eso fue hallada al pie de su automovil. Según la policía, fue violada antes de ser asesinada e incinerada.
Los entrevistados también describieron que hallaron cuerpos de más de 30 mujeres alrededor del Supernova y en dos kibutz cercanos: «con las piernas abiertas, despojadas de sus ropas y con signos de abuso en sus genitales».
Gil Horev, portavoz del Ministerio de Bienestar comentó que la mayoría de las mujeres violadas fueron asesinadas posteriormente, pero al menos tres mujeres y un hombre que fueron abusados sexualmente sobrevivieron.
En cuanto a fotografías, el reporte narra la imagen del cuerpo de una mujer hallada en un kibutz, con clavos clavados en sus extremidades inferiores; y la de dos soldados israelíes muertos. Les dispararon directamente en sus vaginas.
Estos delitos sexuales repugnantes y atroces, cometidas por los terroristas de Hamás, se suman al repertorio de “odio hacia los judíos y hacia las mujeres”. Así lo aseguró Mirit Ben Mayor, superintendente jefa de policía de Israel.
Cuerpos con evidencias que quedaron en el olvido

Muchos de los casos de agresión sexual y violación presentados durante esos días -y quién sabe cuántos más de los que no se tiene registro-, quedarán en el olvido. No hubo tiempo de recopilar pruebas y realizar exámenes.
Hay que recordar que soldados, personal médico y fuerzas de seguridad israelíes tuvieron que dedicar todos sus esfuerzos y dar prioridad a juntar a identificar cientos de cadáveres de hombres, mujeres y niños.
Estos ciudadanos israelíes debían ser enterrados lo más pronto posible, en tanto era urgente realizar sus funerales para comenzar el periodo de duelo del shivá. Son cuerpos que tuvieron que ser sepultados sin antes ser examinados, dejando en el olvido posibles pruebas del abuso que sufrieron.