Anthony Bourdain: El chef que le escribió una carta de amor a México

Anthony Bourdain: El chef que le escribió una carta de amor a México

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Anthony Bourdain era mucho más que un chef o un presentador de televisión. Con su honestidad cruda, su humor ácido y su capacidad única para conectar con personas de todos los ámbitos, Bourdain trascendió la gastronomía para hablar de política, historia y desigualdad social.

Este chef neoyorquino pisó una gran cantidad de países a lo largo y ancho del planeta en búsqueda de secretos y tendencias culinarias. Sin embargo, la cultura que de verdad lo enganchó más allá de sus platillos fue México.

En el corazón de su trabajo, siempre hubo un profundo respeto y admiración por México,  tal su encanto que escribió una carta de amor que dedicó no solo a su comida, sino a su gente y su historia.

¿Quién fue Anthony Bourdain?

Anthony Michael Bourdain, nació el  25 de junio de 1956 en Nueva York, Estados Unidos, fue chef, escritor, presentador de televisión y documentalista. Se graduó del Culinary Institute of America en 1978. Trabajó en varios restaurantes de Nueva York, siendo el más notable Brasserie Les Halles, donde fue chef ejecutivo.

En el año 2000 saltó a la fama con su libro «Kitchen Confidential: Adventures in the Culinary Underbelly», una mirada sin filtros al mundo de la cocina profesional, con anécdotas sobre el exceso y la vida en los restaurantes.

Fue presentador de varios programas de televisión sobre gastronomía y viajes, entre ellos:

Lamentablemente, en 2018 Anthony Bourdain se quitó la vida en Francia donde grababa un episodio de «Parts Unknown». Esta noticia conmocionó al mundo y generó conversaciones importantes sobre la salud mental.

Anthony Bourdain y su amor por México

Anthony Bourdain revolucionó la forma en que el mundo ve la comida y los viajes. Para él, la comida no era solo un plato, sino una ventana a la cultura y la humanidad. A lo largo de su carrera, recorrió desde Myanmar hasta Colombia, sumergiéndose en los sabores tradicionales que definen a cada país y contando las historias detrás de ellos.

Pero con México, fue diferente, Bourdain quedó cautivado desde la primera vez que lo visitó , para él, México no era solo un destino culinario; era un lugar que lo inspiró, lo transformó y le recordó por qué la comida es, en esencia, una forma de entender el mundo.

Fue un fiel defensor de la comunidad latina en Estados Unidos, en su cuenta de Twitter, Bourdain dejó innumerables comentarios defendiendo a los mexicanos y su gastronomía, alertando sobre cómo ambos son frecuentemente menospreciados.

Y, en uno de sus ensayos más contundentes, planteó una pregunta incómoda pero necesaria: ¿Por qué los estadounidenses rechazan la migración mexicana, pero adoran los tacos y el tequila?

Este texto no solo expone las contradicciones culturales, sino que también invita a reflexionar sobre el papel fundamental de México en la industria alimentaria estadounidense y la riqueza cultural que Bourdain experimentó de primera mano.

Algunos fragmentos de ese ensayo, que bien podrían considerarse una carta de amor a México y los mexicanos, revelan su profunda conexión con la tierra, su gente y su cultura.

Anthony Bourdain no solo celebraba la comida mexicana, sino que también honraba la resiliencia, la calidez y el espíritu de un país que, para él, representaba algo mucho más grande que sus platillos: era un símbolo de identidad, lucha y humanidad compartida.

Under The Volcano, por Anthony Bourdain

Los estadounidenses aman la comida mexicana. Consumimos grandes cantidades de nachos, tacos, burritos, tortas, enchiladas, tamales y todo lo que parezca mexicano.

Nos encantan las bebidas mexicanas y tomamos enormes cantidades de tequila, mezcal y cerveza mexicana cada año. Nos encantan los mexicanos, ciertamente empleamos a enormes cantidades de ellos.

A pesar de nuestras actitudes ridículamente hipócritas hacia la inmigración, exigimos que los mexicanos cocinen un gran porcentaje de los alimentos que comemos, que cultiven los ingredientes que necesitamos para hacer esa comida, que limpien nuestras casas, corten nuestro césped, laven nuestros platos, cuiden a nuestros hijos.

Como cualquier chef les dirá, toda nuestra industria de servicios -el negocio de los restaurantes tal como lo conocemos- colapsaría de la noche a la mañana en la mayoría de las ciudades estadounidenses sin trabajadores mexicanos.

A algunos, por supuesto, les gusta afirmar que los mexicanos están «robando empleos estadounidenses». Pero en dos décadas como chef y empleador nunca me pasó que un chico estadounidense entrara por mi puerta y solicitara un puesto de lavaplatos, de portero o incluso un trabajo como cocinero de comida precocinada.

Los mexicanos hacen gran parte del trabajo en este país que los estadounidenses, de manera demostrable, simplemente no harán.

México. Nuestro hermano de otra madre. Un país con el cual, queramos o no, estamos inexorablemente comprometidos en un cercano, aunque frecuentemente incómodo, abrazo. Míralo. Es hermoso. Tiene algunas de las playas más deslumbrantemente bellas del mundo. Montañas, desiertos, selvas.

Una bella arquitectura colonial y una trágica, elegante, violenta, absurda, heroica, lamentable y descorazonadora historia. Las zonas vinícolas de México compiten con la Toscana en hermosura. Sus sitios arqueológicos, los restos de grandes imperios, sin paralelo en ninguna parte.

Y, por mucho que pensemos que la conocemos y amamos, apenas hemos rasguñado la superficie de lo que realmente es la comida mexicana. NO es queso derretido sobre una tortilla. No es simple ni fácil.

Una verdadera salsa de mole, por ejemplo, puede requerir DÍAS para hacer, un balance de ingredientes frescos (siempre frescos), meticulosamente preparados a mano. Podría ser, debería ser, una de las cocinas más excitantes del planeta.

Si prestamos atención. Las antiguas escuelas de cocina de Oaxaca hacen algunas de las salsas más difíciles y con más matices de la gastronomía. Y algunos en las nuevas generaciones, muchos de los cuales han sido entrenados en las cocinas de Estados Unidos y Europa han regresado a su país para llevar a la comida mexicana a nuevas y emocionantes alturas.

En los años que llevo haciendo televisión en México, este es uno de los lugares donde nosotros, como equipo, somos más felices cuando termina el día de trabajo. Nos reuniremos alrededor de un puesto callejero y pedimos tacos suaves con salsas frescas, brillantes y deliciosas.

Bebemos cerveza mexicana fría, sorbemos mezcal humeante, escuchamos con ojos húmedos a las canciones sentimentales de los músicos callejeros. Miraremos alrededor y destacaremos por centésima vez, qué lugar extraordinario es este.

México, para Anthony Bourdain, no era solo un destino culinario; era un lugar que lo inspiró, lo transformó y le recordó por qué la comida es, en esencia, una forma de entender el mundo. Lee la carta original aquí: Under The Volcano, por Anthony Bourdain

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