La comida es más o menos buena, pero el abuso en los precios, el engaño en los vinos y la insistencia de los capitanes en venderte los platos más costosos, la convirten en mala de malolandia.
Había una vez… y ya no más: la leyenda del Becco
Había una vez un restaurante en la marina de Ixtapa, que se llamaba Becco. Recuerdo haber ido con mi amigo Joss Ifergan y su socio Claude (el de los salones de belleza Joss Claude), hace ya unos 20 años.
Juntos vivimos una muy buena experiencia en todo el sentido de la palabra. Y eso que ustedes saben que “le pego duro a quien es malo de Malolandia”. Me gustaba mucho la cocina de Becco Ixtapa.
Era casual, y el hecho de que estuviera ubicado en una marina que permitía con sandalias, playera, jeans y shorts de lino. También conocí su sede en Acapulco y me gustaba ir. Inolvidable la pasta con langostino o con langosta; era muy buena de verdad, aunque ya era cara.
Becco Acapulco se ubicaba en la carretera escénica de Las Brisas y siempre estaba lleno. Era un lugar divertido y de buena calidad. Allí siempre veía a Rolly Pavia, hijo de Ángelo. De hecho, Rolly creó los restaurantes Becco de México: Ostería del Becco, Il Becco, Forneria del Becco, Cantinetta del Becco y Becco Café.
De la pasta divina al vino picado: Il Becco, un cuento de horror gourmet
Años después, Santiago González Montesinos, el entonces editor de la revista Status, me invitó a Il Becco por mi cumpleaños. Ese día, el restaurante estaba lleno, y Santi me envió una botella de champagne. La verdad, tuve una buena experiencia.
Sin embargo en esta nueva locación, Il Becco comenzó a volverse muy costoso. Aquí es donde “este cuento rosa” se torna agridulce.
Un vino picado y una gran decepción
Pasados unos años, volví a Il Becco. Fui invitado a un evento con otras 15 personas, por Toni Gutiérrez, directora general de American Airlines. Elegimos un vino italiano, ¡pero, oh sorpresa! ¡El vino estaba picado!
Avisé al capitán, quien llamó al sommelier, que resultó ser un bandido. Insistía en que el vino no estaba picado hasta que le mostré el corcho destruido. Finalmente aceptó cambiar la botella a regañadientes.
Consideré prudente cambiar de etiqueta. Me pidieron escoger otro vino razonable pero en Il Becco no hay vinos razonables; todos son muy caros y muchos son malos.
Aunque al principio tenía fama por su carta de muy buenos vinos italianos, hoy no tiene muy buenos, aunque Rolly presume que “son vinos de alta gama”.
Un acto imperdonable
Cuando fui al baño, vi cómo el capitán llevó a la barra la botella de vino picado que había devuelto. El bartender comenzó a servirlo por copa en lugar de tirarlo o enviarlo al importador para que lo cambiara, decidieron venderlo por copa; eso es abuso y uso injusto del poder que “se otorgan” para perjudicar al comensal.
Cantinetta del Becco en Santa Fe: rayadas de trufa que te vacían la cartera
Hace unos 10 años, fui al Cantinetta del Becco en Santa Fe. Recuerdo que estaba lleno y Rolly estaba con un socio en la entrada.
Al sentarme, el mesero me dijo que el señor Rolly me enviaba una copa de prosecco de cortesía. “Hombre, muchas gracias”, le dije.
No quiero sonar desagradecido, pero el pobre prosecco era dulce y malo; se notaba que llevaba abierto varias horas. Ordené dos gin tonics con Monkey 47, tónica y dos pastas normales con trufa blanca.
Cuando llegó la cuenta, ¡oh sorpresa! Nos habían cobrado entre 350 y 450 pesos por cada gin tonic; excesivamente caro para hace una década. Por la pasta cobraron 350 pesos y más de 700 pesos por una rayadita de trufa blanca que no sabía a nada. ¡Hace 10 años, 700 pesos era muchísimo!
En total, la cuenta fue de aproximadamente $4,000 pesos por dos pastas, dos gin tonics y una botella de agua mineral; ¡ah!, y también me cobraron los proseccos al final. Desde entonces no volví ni volveré a la Cantinetta.
Otra oportunidad para Il Becco: siguen los rollos fantásticos
Seguramente se preguntarán si le di otra oportunidad a algún Becco. Lo peor es que sí: volví al de Polanco. El capitán insistía en venderme los platillos más caros y me presionaba para comprarlos.
Es increíble cómo te echan unos rollos fantásticos que ni Dumbledore ni Grindelwald podrían inventar. Te venden la pasta “dizque hecha en casa” y vinos italianos de “súper gama”, pero al final te meten un gol.
Tuve que aceptar visitar Il Becco en el Four Seasons por compromiso; nuevamente me engañaron. Por engañar a tantos comensales comenzaron a tener mala fama; ofrecían pasta mala y mal cocida.
Sobre la actitud de los meseros y los precios, ¡ni se diga! Ir al Four Seasons ya es caro; este era más caro aún. Afortunadamente desde la pandemia Il Becco es operado directamente por el hotel.
Luego supe que abrieron Forneria del Becco en el Artz Pedregal; parece que les va muy bien, pero no he querido ir. También está Becco Café, pero confieso que “me da terror ir”. Una de mis pesadillas recurrentes es recibir un café pasado por precio exorbitante.
La cereza del pastel
En pocas palabras, el grupo Becco no me da confianza; no me gusta y lo rechazo porque siento que siempre me engañan. Si bien el restaurantes de Ángelo, el de Ixtapa era muy bueno, los de México no lo son, y son totalmente diferentes.
Rolly Pavia atraía muchas señoras; ambiente era bueno y nunca fue un lugar de “buchonas”; era un oasis para hombres de negocios o parejas enamoradas, pero siempre conservando un factor común: era demasiado caro.
Si ves en las redes sociales los comentarios sobre los restaurantes Becco son negativos en su mayoría; dicen que la comida es más o menos buena pero el abuso de los precios y vinos convierte la experiencia en muy mala.
Cero tenedores, cero estrellas; por eso, Becco es mi restaurante número dos en la lista de los “PIORES restaurantes de MALOLANDIA”.