“Mi único objetivo es que la gente se vaya feliz de mi restaurante”, comenta Walter D´Amico, chef y propietario de Casa D’Amico, que más allá de ser un restaurante, celebra la auténtica cocina italiana, transformado la simplicidad de los ingredientes en experiencias culinarias inolvidables desde 1975.
Walter D´Amico es un reconocido chef italiano que llegó a México en 1975. Su infancia transcurrió en la campiña romana, en donde aprendió los fundamentos de la cocina de su madre, Luiga. Desde muy chico, Walter se enamoró de la cocina. ¡Observaba cómo su madre transformaba ingredientes simples en platos extraordinarios!
Walter recuerda con mucho cariño la comida de su madre, porque en ella encontró la inspiración para cocinar con ingenio y amor, y hacer feliz a la gente. “Mi único objetivo es que la gente se vaya feliz de mi restaurante”, comenta.
Déjate sorprender por la magia culinaria de Casa D’amico:
Una vez Walter se estableció en el país, abrió junto a su hijo Gianmarco el restaurante Casa d’Amico, un icono de la cocina italiana ubicado en una enigmática casona de los años 40, en Polanco. Casa d’Amico celebra la cocina tradicional italiana, con un enfoque en la simplicidad y la calidad de los ingredientes, que como sabemos es uno de los manifesto de la auténtica cucina italiana.
Su talento como cocinero y su pasión por la gastronomía han permitido que el corazón de Casa D’amico sea una propuesta culinaria arraigada en generaciones, donde cada platillo resalta la belleza y respeta cada ingrediente, sin complicaciones innecesarias.
Cada vez que visitas Casa D’amico, te encuentras con un testimonio vivo del cariño familiar y la herencia cultural de la cocina italiana. El menú es amplio, pero siempre sobresalen sus pastas frescas, risottos y pizzas al horno de leña; sumado a su variada carta de vinos italianos, destilados de excelente costo-beneficio y clásicos cócteles.
La pasta: protagonista de la cocina italiana de Walter D’Amico
Desde 1986, en Casa D’Amico la pasta “siempre va más allá”. El secreto está en su preparación desde cero, con amor y dedicación, utilizando ingredientes básicos, pero de la mejor calidad: harina, sal, agua y huevo. Ocasionalmente, aportan un toque de color y realzan su sabor con ingredientes como el betabel.
Es así como la pasta, preparada con métodos tradicionales sumada al toque personal de la familia D’amico, se convierte en una obra maestra. “Es un altar casi religioso, donde cada golpe y caricia en el proceso, es crucial para lograr el resultado perfecto”, asegura Walter.
En Casa D’Amico, el ajo se acitrona delicadamente en aceite de oliva antes de mezclarlo con espárragos y champiñones cocinados a fuego alto; para luego coronarlo con unas hojuelas de pepperoncino. También preparan un Fettuccine Pollo e Limone incomparable, con trozos de pollo asado con ajo en una salsa cremosa de limón y romero; capturando la frescura y la robustez de los ingredientes en cada bocado.
Y es que cada plato en Casa D’Amico ofrece un festín para el paladar, gracias a la dedicación y el legado culinario de una familia que ha hecho de la gastronomía un arte.
En cuando a mixología, encuentras desde un refrescante Bellini a base de extracto natural de albaricoque, licor de durazno, Prosecco, Amaretto y un toque secreto; hasta una refrescante limonada que combina la frescura del limón con el sutil sabor del pistacho.
Otro infaltable es el Anguria Ricaricato, una mezcla vibrante de Aperol, gin, kiwi, fresa, sandía y un toque de albahaca, terminado con agua mineral.
Un maridaje perfecto para cada plato
De Primo Piatto, comenzamos con unos rollos de berenjena rellenos de queso mascarpone y ricotta, gratinados con un toque de licor de Amaretto; seguido del Secondo Piatto: foglie verdi, pasta corta en salsa de calabaza con brócoli y pesto, bañada en salsa cremosa de queso asiago. El vino blanco escogido para acompañar estos platos fue Angimbé producido en Sicilia. Está elaborado con las uvas Inzolia o Ansonica (70%) y Chardonnay (30%). Funciona muy bien con los platos porque es un vino fresco y agradable de beber, que no pasa por barrica. A la vista es amarillo paja claro, con aromas a flores blancas y frutos secos, combinados con una mineralidad propia del suelo siciliano.
De Piato Principale, disfrutamos de un róbalo en una salsa cremosa de quesos suaves espárragos y alcachofas, coronados con nips de cacao. Un Zaccagnini Montepulciano A’abruzzo Tralcetto fue el vino escogido para acompañarlo. Se trata de un vino tinto de la región de Abruzzo, elaborado 100% con la uva Montepulciano. Ligero, pero con cuerpo y gran sabor, su color rojo rubí intenso con tonos violáceos es encantador; seguido de sus notas a cereza, zarzamora, frutos rojos, con toques de pimienta blanca. En boca es armonioso, con una sutil dulzura. Ideal porque puede envejecer en botella de dos a cuatro años después de la cosecha.
Y de Dolce, cerezas flameadas con Cognac y un toque de miel, acompañadas de un Prosecco DOP Extra Dry Orlotti: un vino blanco espumoso joven de la región del Véneto, 100% elaborado a partir de la variedad Glera, considerado un excelente aperitivo. Sus burbujas son finas, delicadas, vivas, y cada trago te deja una sensación de cremosidad. A la vista tiene un color amarillo pajizo pálido, y su aroma nos recuerda a pera y flores de narciso. En boca, es fresco y suave.
En Casa D’Amico, cada detalle está cuidadosamente pensado para ofrecer una experiencia culinaria única. La dedicación y pasión de Walter y su familia se reflejan en cada platillo, haciendo de este restaurante un verdadero tributo al arte culinario italiano. Desde sus pastas hasta su selecta carta de vinos, es el lugar perfecto para disfrutar de la tradición y el amor por la gastronomía italiana, asegurando siempre que cada comensal se marche con una sonrisa. Feliz.