En medio de una de las mayores crisis hídricas que enfrenta México, específicamente en el estado de Oaxaca, los campesinos indígenas del sur del país han demostrado una notable capacidad para adaptarse a la escasez de agua. Conocido por su producción de maíz, café y chocolate, Oaxaca se ve afectado por la sequía en cerca de dos tercios de sus municipios, lo que ha llevado a los habitantes a buscar soluciones creativas y efectivas para enfrentar esta problemática.
Créditos: Infobae
En el municipio de Ejutla de Crespo, un grupo de campesinos de San Matías Chilazoa ha diseñado un innovador sistema de captación de agua de lluvia llamado ‘El Mezquital’. Conscientes de que la captación de agua de lluvia es su única opción viable, estos campesinos han implementado este sistema que les ha enseñado la importancia de aprovechar al máximo cada recurso disponible.
A la espera de la temporada de lluvias, los campesinos de San Matías Chilazoa realizan mediciones y elaboran un proyecto para ampliar su sistema de captación de agua. El objetivo es desviar y recolectar los escurrimientos de lluvia que actualmente se pierden en cañadas y veredas, buscando garantizar un suministro adecuado de agua para sus necesidades básicas y agrícolas.
El presidente del comisariado de bienes comunales, Fernando Gómez, ha destacado la importancia de este proyecto para la comunidad, señalando que la priorización del agua es fundamental para su supervivencia y desarrollo. Con el apoyo del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas, la autoridad municipal y la asociación civil Flor y Canto, los campesinos han logrado implementar soluciones efectivas y sostenibles que benefician a toda la comunidad.
La creciente crisis hídrica se hace palpable en San José del Progreso, donde tres campesinos se enfrentan al desafío de excavar un pozo en sus sembradíos. Anteriormente, encontrar agua significaba adentrarse menos de ocho metros en la tierra, pero ahora, debido al estrés hídrico en los mantos freáticos, la tarea es mucho más ardua.
«Antes eran siete metros, seis metros y medio, ahora tenemos que excavar hasta 10 u 11 metros para encontrar el agua y de ahí tiene uno que ir dos o tres metros para abajo para que tengamos agua. Un pozo así está costando 25.000 pesos (1.457 dólares)», relató el agricultor Gerardo López, evidenciando el impacto directo de la sequía en la profundidad y el costo de la extracción de agua.
Sin embargo, a pesar de estos desafíos, la comunidad mantiene la esperanza gracias a sus propias iniciativas. Con una sola tarde de lluvia, el retén de agua construido por los habitantes se elevó hasta cuatro metros, lo que garantiza al menos un mes adicional de suministro para el ganado y una recarga significativa para el subsuelo. Esta muestra de resiliencia demuestra cómo, incluso frente a la adversidad, la comunidad puede encontrar soluciones innovadoras y sostenibles para enfrentar la crisis hídrica.