Cabrón, chispa y casual

Por: Eddy Warman

Los “piores”

restaurantes de malolandia
Por: Eddy Warman
«El Farolito» se fundió y ¡ni la piña se salvó!

«El Farolito» se fundió y ¡ni la piña se salvó!

El Farolito se apagó. La “luz” de mis antojitos nocturnos de otros tiempos ahora solo titila como el foco fundido de una luciérnaga; se ha convertido en una triste decepción. ¿Cómo es posible que la taquería que alguna vez fue sinónimo de modernidad, servicio a la mesa, buenos precios y carne decente haya caído tan bajo?

Su historia se remonta a 1962, cuando Salvador López abrió la primera sede en el mercado de La Condesa, convirtiéndose en una marca emblemática durante muchos años.

El declive comenzó con la apertura de sus franquicias, y el ejemplo más claro es el triste espectáculo de Bosque de Las Lomas. Pero, seamos justos, la de Newton en Polanco sigue siendo la clásica y auténtica. Aunque, al paso que van, capaz y le meten un menú de brunch “influencer friendly” con aguacate importado de Instagram.

Bueno, pero hablemos de “El curioso caso de El Farolito de Las Lomas” (sí, como Benjamin Button, pero sin Brad Pitt volviéndose un bebé viejito); porque este lugar ha ingresado oficialmente a mi lista de Los piores restaurantes de Malolandia.

El Farolito y su magia del desencanto: ¿queso invisible y piña fantasma?

El domingo pasado, en un arranque de nostalgia que nos dio a mis hijas y a mí, decidimos pedir por Uber Eats tortas de milanesa, chicharrón de queso y una gringa al pastor. ¡Grave error! La gringa parecía una broma: diminuta, con queso a cuentagotas y, por supuesto, sin salsas. ¡Y eso que las pedimos! Ah, y la piña extra también se la comieron en la cocina, porque tampoco llegó. No me voy a meter con el chicharrón,  porque estaba bien.

Las tortas de milanesa… El pan y los frijoles estaban bien, pero la carne estaba tan sobrecocida y el empanizado tan sobrefrito que bien podría haberla usado como frisbee. Y para rematar, le pusieron queso panela cuando claramente lleva manchego. Claro, si pides por Uber Eats no te dejan elegir el queso, pero vamos, un poco de sentido común no hace daño.

Y hablando de pedidos, te reto a que intentes ordenar directamente al restaurante. Es un relajo total porque no hacen envíos a domicilio y te toca ir a recogerlo. Así que terminas pidiendo por Uber Eats y rogando que el repartidor no se coma las salsas y la piña…

En resumen, El Farolito se convirtió en una sombra de lo que fue. Y no, no es culpa de haberse vuelto una franquicia, porque El Califa es una cadena y lo hace muy bien. Y no, no hablo de El Califa de León, aquel en donde, junto con Luis Donaldo Colosio, nos comíamos nuestros taquitos después de salir del PRI, cuando era candidato a la presidencia.

Por cierto, hablando de El Califa de León, ¿cómo es que terminó con una Estrella Michelin? ¿Estamos dando premios solo por nostalgia? No me malentiendan, sus tacos de filete de res son buenos, pero no tan buenos como para encumbrarlo a la élite culinaria.

Porque si vamos a eso, en la Ciudad de México hay 2,876 taquerías registradas (sin contar las que funcionan en la informalidad) en el Directorio Estadístico Nacional de Unidades Económicas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía; y al menos la mitad podrían competir fácilmente por el mismo galardón.

Así que, queridos dueños de El Farolito, ¿qué les pasó? Tenían todo para hacerlo bien y lo arruinaron espectacularmente. Tal vez sea hora de cambiar el foco… o simplemente de aceptar que ya no ilumina. Al menos, ‘échenle ganitas’ al de Bosque de Las Lomas.

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