En sus memorias, Winston Churchill relata con detalle su liderazgo durante la Segunda Guerra Mundial, su genio estratégico y sus decisiones clave que marcaron el destino de la humanidad frente a la amenaza nazi. Una mirada única al político más influyente del siglo XX.
Por: Jorge Gamboa De Buen, columnista invitado
Winston Spencer Churchill fue, sin duda, el político más relevante del siglo XX. La humanidad le debe, más que a nadie, haber frenado las ansias de dominación de Adolfo Hitler.
Churchill fue político, militar, escritor, pintor y estadista. Sus memorias de la Segunda Guerra Mundial, fueron publicadas en una serie de seis libros, que le valieron un controvertido Premio Nobel de Literatura en 1953.
Las memorias de la guerra, describen de manera detallada los pleitos del gabinete, los perfiles de sus interlocutores, las estrategias políticas y militares de los países involucrados, las batallas terrestres, marítimas y aéreas. Todo ello basado en notas tomadas a lo largo de muchos años y en los memorandos detallados con los que daba instrucciones a sus ministros y colaboradores en una época en la que las comunicaciones, muchas veces deficientes, eran a través de telégrafos, radios y teléfonos.
Los inicios y legado político de Winston Churchill
Se desempeñó como primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945 durante la Segunda Guerra Mundial y nuevamente de 1951 a 1955. Fue Miembro del Parlamento de 1900 a 1964 salvo por dos años.
Ideológicamente liberal y capitalista, dirigió al Partido Conservador de 1940 a 1955. Churchill tenía claro que en una guerra no se pueden separar los aspectos militares de los políticos. Decía que en su punto más alto son una misma cosa.
Convivió como primer ministro con dos soberanos de Gran Bretaña: Jorge VI e Isabel II. Con la experiencia de haber participado en la Primera Guerra Mundial, Churchill nunca confió en Hitler a pesar de la pasividad de muchos gobiernos incluyendo al británico.
Churchill y su liderazgo frente a la amenaza alemana
Como Lord del Almirantazgo encargado de la flota naval británica, alertó al gobierno de Chamberlain sobre los informes de inteligencia que mostraban que Alemania construía barcos, aviones y carros de guerra, en violación del tratado.Tenía razón. El primero de septiembre de 1939 las fuerzas de Hitler invadieron Polonia.
La Segunda Guerra Mundial lo fue, en el sentido más amplio. Involucró batallas terrestres, marítimas y aéreas. En un momento dado abarcó a la totalidad de Europa, Oriente cercano, partes de Asia; y, en términos marítimos, pasó del Mediterráneo como único escenario al Atlántico y al Pacífico.
El genio estratégico de Churchill fue notable: pensaba en lo político interno y externo; en lo militar; en la producción de la maquinaria de guerra y en los suministros a los frentes de batalla. En su momento, logró los consensos políticos necesarios para ser al mismo tiempo primer ministro y ministro de defensa.
Muchas veces tomó decisiones difíciles, como la retirada en Dunkerque al ver perdida Francia ante el embate alemán. En sus memorias, Churchill, a través de la ironía tan propia de un aristócrata inglés, deja ver sus opiniones no tan favorables sobre Francia y sus gobiernos, y sobre Rusia. La excepción, es su elevado concepto de Estados Unidos y sobre todo de Roosevelt su presidente.
Viajó, durante la guerra, varias veces en avión y en barco a Francia. El viaje más memorable fue el que hizo en barco, después del ataque japonés a Pearl Harbor (lo que obligó a Estados Unidos a entrar a la guerra), a visitar a Roosevelt en Washington. Esa travesía duró siete días en los que tuvieron que evadir los submarinos y los aviones alemanes.
Pero sin duda, su viaje más heroico fue el regreso a Inglaterra. Ansioso por volver, después de una ausencia de semanas, voló, en contra del jefe del Estado Mayor de la Aviación, 5,600 kilómetros en veinte horas, en un enorme hidroavión Boeing hasta aterrizar en Plymouth.
También, en plena guerra, se reunió con Roosevelt en Casablanca y con Stalin en Moscú.
Las memorias de la Segunda Guerra Mundial: de la inseguridad a la victoria final
Las memorias describen con gran detalle los episodios más relevantes de la guerra. La batalla de Francia que terminó con la evacuación de las tropas inglesas y canadienses en Dunquerke; la batalla de Inglaterra con los intensos bombardeos a Londres y otras ciudades; y la posibilidad, presente en las primeras etapas de la guerra, de una invasión alemana a la isla. Después la batalla del Atlántico y, más avanzada la guerra, las batallas en el Pacífico.
Durante los primeros años de la contienda, dudó de la victoria y siempre temió a la nunca lanzada invasión de Gran Bretaña por los ejércitos alemanes.
Después de que Rommel, a quien admiraba, derrotó a los aliados en la batalla de Tobruk en Libia, el parlamento convocó a un voto de no confianza. Lo ganó por 475 contra 25 votos.
Otra sombra permanente era la posibilidad de que los nazis tuvieran una bomba atómica funcional antes que Inglaterra ó Estados Unidos.
Describe también lo poco que sabía, a través del espionaje, de las decisiones de Hitler que, contra lo que se piensa, podía ser un dirigente errático y caprichoso. Su decisión de atacar a Rusia en lugar de invadir Inglaterra dio la victoria final a los aliados.
Ya con el apoyo de Estados Unidos, la invasión a Francia se venía preparando desde 1943 pero fue hasta junio de 1944 que, el Día D, comenzó su recuperación.
El 30 de abril de 1945 Hitler se suicida y Alemania se rinde de manera incondicional. En agosto, Truman ordena bombardear Hiroshima y Nagasaki; y el 14 de agosto de 1945, se firma el armisticio japonés con lo que acaba, después de seis largos años, la guerra mundial.
Como corolario de éstas memorias, Churchill lamenta la posición de Rusia que dio inicio a la Guerra Fría. Pero aún así termina sus reflexiones diciendo: «mientras el mundo libre permanezca unido…….comprobará que la paz y la abundancia tienen más que ofrecer que una guerra de exterminio».