Woody Allen nos invita a redescubrir una y otra vez su Nueva York, una ciudad que, en sus películas, se convierte en un personaje más. A través de su mirada, la Gran Manzana se llena de nostalgia, humor y contradicciones, capturando la esencia de un lugar tan caótico como encantador.
Se acerca el cumpleaños del “maestro del humor neurótico”, del “filósofo disfrazado de comendiante”, del “genio imperfecto”, del “rey del autoanálisis”, del “último romántico pesimista”, del “eterno amante de Nueva York”; porque su ciudad natal siempre ha sido y será “su musa”.
Es Woody Allen, el cineasta «sagitariano», quien cumple 89 años este 1 de diciembre. Y en esta oportunidad queremos que te pongas sus lentes y te dejes deslumbrar por su ciudad, a través de sus películas.
Nueva York: la ciudad en blanco y negro plagada de contradicciones

Centro financiero. La ciudad que nunca duerme, donde todos buscan “algo”: éxito, amor, poder, riqueza, felicidad. Incluso, el propio cineasta dice que “vive en Nueva York porque quiere estar cerca del centro del mundo.»
Y es que “La gran manzana” en el universo fílmico de Allen, es algo más íntimo. Porque ha sabido confeccionarla de manera magistral, convirtiéndola “casi como un personaje” con emociones, sentimientos y hasta vida propia.
De hecho en “Manhattan” (1979), Woody captura la esencia de Nueva York, de la misma manera que lo hace con un personaje: una amante difícil, sofisticada, profundamente encantadora y a la vez, caótica.
Es quizás el único cineasta genuino que a través de su mirada, sabe retratar a su ciudad. Y de paso, nos invita a redescubrir sus calles, parques, cafés, restaurantes, bares, y hasta la iluminación de las avenidas, bajo una perspectiva profundamente nostálgica, siempre acompañada por bandas sonoras de jazz clásico; porque Woody es un apasionado del jazz de George Gershwin, Duke Ellington, Cole Porter, Louis Armstrong.
Y es que este género aporta una atmósfera atemporal y envolvente, que transporta a los espectadores a un mundo melancólico, evocador, elegante, y profundamente romántico.
Ningún recorrido por la Nueva York estaría completo sin la música. El clarinete de Allen, por ejemplo, evocan un mundo en donde la cultura es parte del día a día.
Hablando de las bandas sonoras de sus películas, Allen utiliza la música como una extensión del estado de ánimo de sus personajes. Por ejemplo en “Hannah and Her Sisters” (1986), subraya la calidez de las conexiones humanas, al compás de «You Made Me Love You» de Harry James. Y es que no hay una sola melodía suave de sus filmes que no evoque momentos introspectivos; o quizás otra que refuerce una irónica escena de humor.
Para Woody Allen, Nueva York no necesita adornos, mucho menos su estética urbana. Notarás que en Manhattan (1979), la ciudad se presenta en blanco y negro, resaltando sus líneas arquitectónicas y paisajes icónicos. Y es que la ausencia de color no es una limitación que haya impuesto Allen, sino más bien “una decisión artística” que convierte a la ciudad en atemporal. Locaciones como Central Park, el puente de Queensboro y las calles del Upper West Side son retratados fielmente, y con una melancolía que desafía la idea de que Nueva York es luz, ruido, bullicio, mareas de personas pasando sobre la zebra de un semáforo, hablando por su celular con un café de Starbucks en la mano
De la misma manera, nos pone a pensar si esa Nueva York de Allen es una ciudad real o más bien un ideal romántico construido desde su nostalgia. Y es que no se puede hablar de nostalgia sin evocar el nombre de Woody Allen, ni hablar de él sin mencionar ese sentimiento de anhelo por el pasado, por esos momentos, lugares, experiencias que se perciben como si hubiesen sido más felices que el propio presente.
Este concepto de nostalgia, utilizado en el ámbito cultural y artístico, es una forma en la que Allen regresa a un tiempo idealizado, por esas épocas pasadas de Nueva York o de la vida en general.
Nueva York como reflejo emocional de los personajes de Woody Allen

Los personajes de las películas de Woody Allen, no solo viven en Nueva York: también están “moldeados” por ella.
Encontramos intelectuales neuróticos en Annie Hall (1977) y hasta soñadores desencantados en Hannah and Her Sisters. Y es que pareciera que los habitantes de esta ciudad, respiraran la energía de Woody y reflejaran las contradicciones de Allen.
Cada personaje se debate entre cafés bohemios, museos, teatros, escenarios que los contextualizan y ambientan esos dilemas existenciales bohemios, neuróticos e intelectuales a los cuales se enfrentan. Es más, quienes critican sus películas, aseguran que se centra en ciertos grupos sociales, dejando por fuera gran parte de la diversidad y distintas realidades que definen a Nueva York.
5 Hot Spots de Nueva York según las películas de Woody Allen

Si eres fan de las películas de Woody Allen y quieres descubrir Nueva York a través de sus obras, debes primero enamorarte de esta ciudad, y procura recorrer estos puntos emblemáticos, que capturan la esencia de su visión cinematográfica:
Puente de Queensboro
Entre Sutton Place Park y las calles 58 y 59 en Manhattan, se encuentra el fotograma más famoso de Manhattan, en donde Isaac (interpretado por Woody Allen) y Mary (protagonizada por Diane Keaton) están sentados en un banco frente al puente, al amanecer. Este lugar es definitivamente ideal para una foto romántica y nostálgica.
Central Park
En sus películas se muestran varios puntos del parque, como un refugio para el amor y la introspección. En Annie Hall (1977), por ejemplo, Alvy y Annie pasean, reflexionando sobre su relación. Y el Bow Bridge es un punto perfecto para revivir esa atmósfera.
Museo Metropolitano de Arte
El MET es un lugar clave en Manhattan, que Isaac y Mary exploran juntos, demostrando cómo la cultura y el arte son fundamentales en la experiencia neoyorquina de las películas de Allen.
Washington Square Park
En el corazón de Greenwich Village, este parque es el centro de reuniones bohemias y discusiones filosóficas que caracterizan a los personajes de Allen. El arco es una postal obligada que puedes ver en Husbands and Wives (1992).
Lexington Avenue y la calle 63
En Manhattan Murder Mystery (1993), esa esquina de Lexington Ave con la calle 63, causa intriga, porque las calles del Upper East Side son claves: reflejan la vida cotidiana de sus personajes y la esencia vibrante de la ciudad.
Puede que la Nueva York de Allen la década de los 70, 80 y 90 ya no siga tan vigente en pleno 2024. Para muchos esa visión romántica de su lente puede ser anacrónica, pero definitivamente, sus relatos son un un respiro del ritmo frenético de la ciudad, porque por más que veas sus filmes una y otra vez, siempre te encontrarás con esa postal idealizada de la ciudad, un paisaje urbano que te invita a hacer una pausa reflexiva, medio de la globalización y la tecnología.
Si, es cierto que Nueva York no es perfecta, pero es innegablemente la ciudad de Allen. Porque le inspira amor, humor, y por supuesto, desesperación. A través de sus ojos, la ciudad es un espejo de nuestras propias contradicciones como seres humanos.
¿Acaso no somos soñadores y a la vez cínicos? ¿Sofisticados y también absurdos porque nunca estamos safisfechos con nada? Seguramente esa imperfección es lo que hace irresistibles a los personajes de Woody Allen, que no solo viven en sus películas: también somos nosotros mismos.